MAHÓN, EL PERRO DE MI PADRE
Publicado en Apr 21, 2012
MAHÓN, su perro de la infancia,
murió antes de la adolescencia de mi padre. Él habría sacrificado muchos de los cuentos que más tarde escribió, con tal de recobrar el breve Poema para escuchar ladrar todavía a Mahón, que su padre le arrojó entre el fuego del brasero. Y mi padre siguió avanzando por su larga vida con la presencia de Mahón siempre a su lado. Un poco más adelante. O más atrás pero nunca distante de sus palabras. A mi padre le bastaba decir Mahón, para que en algún lugar un perro ladrara. Por eso evitaba decirlo. Lo pensaba y nada más. Y caminó con Mahón hasta caer. Cuando murió, mi padre preguntó a Mahón por dónde había regresado. Mi padre sonrió y señaló el rincón donde su perro de la niñez lo esperaba para guiarlo por el nuevo sendero. Posiblemente se fueron hacia la montaña, para la finca donde mi padre transcurrió parte de su niñez. Se fueron juntos. Lo sé, porque cuando abrimos su puño reciamente apretado, mi padre tenía en su mano un cadejo de pelo de perro blanco.
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