Cuaderno de limpio y cuaderno de sucio (Diario).
Publicado en Apr 27, 2012
Me sucedía continuamente entre mis 9 años y mis 13 años de no sé qué cuestión que llaman como edad. El caso es que, aun sabiendo que las edades son siempre muy relativas, concretizo que me sucedió en mi primera infancia para ser más exactos. El asunto era que Don Florencio pedía y exigía a todos sus alumnos (entonces a los niños que no éramos hijos de padres y madres pudientes en lo económico nos hacían estudiar a parte de las niñas para que no pensáramos con el pensamiento que sin embargo los muy pudientes en dinero sí lo podían hacer porque no eran tan pobres como nosotros) que llevaran un cuaderno de batalla diaria (el cuaderno de sucio le llamábamos) y un cuaderno de lujoso festejo (el cuaderno de limpio le llamábamos).
En el cuaderno de sucio siempre me caían a mí, por eso de mover tan deprisa la estilográfica que soltaba tinta a chorro por todos los lados posibles y hasta imposibles, manchones que dificultaban su lectura. Pero yo sólo tenía ganas de crear con mi infantil escritura mil y unas historias y como no empleaba, para nada, palabrotas sucias pues no me importaba para nada perder el tiempo en pedir a mi madre que me comprara otro cuaderno que pasaría a ser el cuaderno de limpio. El caso es que la economía familiar no estaba entonces para hacer grandes dispendios, que significa que no teníamos tanto dinero como para que mi madre me comprara dos cuadernos para escribir en los dos lo mismo ya que era necesario alimentarnos bien, vestirnos bien y educarnos bien. Y como yo estaba bastante bien alimentado, bastante bien vestido a pesar de todo y, sobre todo, muy bien educado... pues no usaba ningún cuaderno de limpio porque mi cuaderno de sucio, con manchones de tinta incluídas, era lo bastante limpio y creo yo ahora que soy todavía muy joven pero ya entiendo bastante bien de qué va esta vida, que habría quienes presentaran cuadernos no limpios sino hasta muy limpios en sus apariencias pero sucios o incluso muy sucios en sus contenidos. Como resulta que a mí, cuando escribo como cuando hablo, lo que más me interesa es el contenido y no tanto el continente (y aclarado que el contenido es lo que se escribe y lo que se habla y el contenido es cómo se presenta lo que se escribe y lo que se habla) lo que más me interesaba era escribir en el cuaderno de sucio bellas palabras en forma de redacciones ecolares, algún poema que otro más o menos romántico y cuentos e historias que me venían a las mentes puesto que funciono con dos mentes: la mía propiamente dicha y la de la chavalilla con la que estoy casado como Jesucristo manda dicha también propiamente y con toda propiedad. Aquella sempiterna manía de escribir sin preocuparme nada más que de dar a conocer textos limpios pero muy rápidos de hacer para tener mucho tiempo para jugar y muchísimo tiempo para soñar a lo grande (como aconseja Jesucristo que hagamos) me costó una vez ser desterrado a la Siberia pero, como Dios así lo quiso, regresé de la Siberia y aquí sigo contándolo sin haber muerto congelado de frío. Ahora estoy bastante caliente Gracias a Dios.
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