Perlimpn (Cuento Juvenil).
Publicado en May 06, 2012
Todos los niños y niñas del pueblo de Magilandia seguían, absortos, los maravillosos trucos de manos con los que Perlimpín les entretenía. Aquel tal Perlimpín era totalmente desconocido y niguno de los niños y niñas sabían de dónde había venido, por qué había llegado al pueblo de Magilandia y para qué les estaba entreteniendo a todos y todas sin pagarle nadie ninguna moneda por ello.
- Y ahora veréis, como me llamo Perlimpín, que saco de entre las palmas de mis manos un conejo. Perlimpín juntó las palmas de sus dos manos y le dijo al pequeño Sarampino... - ¡Sarampino! ¿De qué color quieres que sea el conejo? - Esto... verá... dudo entre un conejo blanco o un conejo negro. - Tienes que saber, Sarampino, que no todos los conejos son blancos ni todos los conejos son negros. ¡También hay conejos de color rojo! - ¡Eso es imposible! -protestó la niña Anginitas. - ¿De verdad, Anginitas, crees que no hay conejos de color rojo? - De verdad de toda la verdad de las verdades que creo que no hay conejos de color rojo. - ¿Y crees que yo no puedo sacar un conejo de color rojo de las palmas de mis manos? Espera que me quite los guantes mitad de color blanco y mitad de color negro... Perlimpín se quitó los guantes de aquel op art de la mitad de color blanco y la mitad de color negro y les enseñó las manos a todos. - ¡A ver, Anginitas! ¿De qué color son ahora mis manos? - ¡Rojas! ¡Ahora son de color rojas! - ¿Y nadie te ha explicado, en la escuela, que de una cosa de color cualquiera puede salir la misma cosa pero de otro color diferente? - ¡Es que nosotros y nosotras no tenemos escuela y por eso nadie nos ha explicado nada sobre los colores! - Pues antes de que os lo explique yo... ¡poned mucha atención a mis manos! Perlimpín juntó las dos palmas de sus manos, que ahora ya sin guantes de op art, eran de color rojas y... ¡de repente!... las abrió y ¡salió de ellas un conejo de color completamente rojo que comenzó a sonreír! - ¿Por qué sonríe tanto ese conejo de color rojo? -preguntó Sarampino. - ¡Sonríe porque es de color rojo! - ¿Sonríe porque es de color rojo? - Sí. Sonríe porque es de color rojo pero tengo que advertir que si fuera de color verde sonreiría por ser de color verde, que si fuera de color amarillo sonreiría por ser de color amarillo y sucedería lo mismo si fuese de cualquier color de todos los colores que existen en la Naturaleza que creó Dios. No de la naturaleza que han creado hipócritamente algunos adultos sin ética ni moral sino de la Naturaleza que creó Dios y tal como la creó Dios y no como quieren haceros creer que es natural la falsa naturaleza que han creado algunos hombres malignos. - ¡Ahora comprendo algo de los colores que creó Dios y no de los que han creado los hombres!-rió a carcajadas Anginitas. - Espero que cuando seas mayor nunca lo olvides para que no ten engañen quienes quieren convencer que los colores que crean los hombres solamente por intereses y hacer negocios son íguales de valiosos que los que creó Dios. Eso es una falsedad y espero que sepáis que es una falsedad aunque os lo impongan como leyes válidas. No son válidas para Dios... no lo olvidéis jamás... - Nunguno de nosotros ni de nosotras olvidaremos que los colores que creó Dios no pueden ser cambiados por los colores que crean los hombres y nos quieren hacer creer que son válidos y naturales. - Entonces, teniendo esto totalmente aclarado y sin dudarlo ni un sólo instante aunque os lo quieran imponer con leyes sucias que van en contra de los colores naturales que creó Dios... ¿quieres este conejo de color rojo para ti? - ¿Me das el conejo de color rojo para mí? ¿Cuánto te tengo que pagar por él? - Ponle tú el precio que desees pagar por este conejo de color rojo. - Es que... bueno... no me puedo quedar con él... - Ponle tú el precio que desees pagar y es todo entero para tí. - Es que mi familia no tiene tanto dinero... - ¿Tu familia no puede pagar el precio de un conejo de color rojo completameente natural y tal como lo creó Dios? - No puede ser... - ¿Cuánto crees tú que vale este conejo de color rojo? - Supongo que por ser de color rojo... esto... quizás un millón... - ¿Un millón de qué? - Quizás... ¿un millón de monedas de oro? - No, Anginitas. Este conejo de color rojo natural tal como lo creó Dios y no como los que crean falsamente los hombres diciendo que también son naturales porque mienten para hacer negocios que les enriquecen gracias a esas mentiras mientras destruyen las familias de los conejos... solamente cuesta un sueño... nada más que un sueño. - Yo no puedo nunca soñar con lo que quiero porque no tengo posibilidad de tener lo que quiero soñar pero no puedo soñarlo... ¿cuánto cuesta comprar un sueño? - ¿Nadie os ha explicado que soñar no cuesta dinero? - ¡Eso es imposible! -protestó, ahora, Sarampino. - ¿No es posible poder soñar sin pagar nada por eso? - Es que puede ser un pecado... - ¿Quién te ha dicho a ti, Sarampino, que soñar sin pagar nada por eso es un pecado? - Un señor que estuvo aquí bastantes años y que iba siempre vestido de color negro. - ¿En el nombre de quién os dijo ese señor que era pecado? - En el nombre de una iglesia de cuyo nombre ya no me acuerdo. - Pues en el nombre de Jesucristo te digo yo que soñar sin pagar nada por eso no es ningún pecado sino todo lo contrario porque lo que sí es pecado es pagar por eso. ¡Podéis soñar con todos los conejos y conejas, de cualquier color que sean, sin cometer pecado alguno por soñar con ellos y con ellas! - ¡Nadie nos ha explicado eso hasta ahora! - Pues ya sabéis que, en el nombre de Jesucristo y no en el nombre de ninguna iglesia de cuyo nombre ni siquiera recordáis, podéis soñar con todos los conejos y conejas que deseéis soñar y jugar en sueños con todos ellos y ellas porque no es pecado jugar en sueños con los conejos y conejas del color que sean... - Lo hemos comprendido todos y todas... pero... ¿cuánto dinero tenemos que pagar por eso? - ¿Y si pensamos todos vosotros y vosotraa y yo, con la imaginación, que estamos en una sociedad en que no hay que pagar dinero por eso? - En el mundo actual hay que pagar por todo... y no ha existido ninguna època por nosotros y nosotras conocida en que no haya que pagar por todo... - ¿Y si imaginamos todos que estamos viviendo en una sociedad en la que no existe el dinero? - ¿Es que eso es posible? - ¡Claro que es posible! Hubo una época en la que los hombres y las mujeree no pagaban nada con dinero. - ¿Hubo una época en que no había dinero? - En efecto. Hubo una época así antes de la Historia. - ¡Eso es imposible! ¡Nos han explicado las personas mayores de que la Historia es lo único que existe! - No es cierto. Hubo una época antes de la Historia... - ¿Y cómo se llamaba esa época? - La Prehistoria. Desde que Dios creó a Adán y después creó a Eva... hasta que llegaron unos hombres que por intereses egoístas crearon la Historia y el dinero para pagar por las cosas que se compran... existió la Prehistoria donde no había dinero. - ¿Y cómo se compraban las cosas entonces? - No se compraban las cosas. Sólo existía el intercambio. Para obtener una cosa la intercambiaban por otra. - ¿Y qué se puede intercambiar para quedarme yo con este conejo de color rojo? -preguntó, muy angustiada, Anginitas. - ¿Puedes creer que solamente te pido un beso en la cara como si yo fuese tu padre? - Es que yo no he tenido nunca un padre y no sé cómo se le da un beso en la cara a un padre. - ¿Qué pasó con tu padre? - Lo mataron los señores de la guerra antes de que yo pudiese abrir los ojos... cuando abrí los ojos por primera ve en mi vida ya no existía mi padre, no pude ver cómo era y por eso ni sé cómo es ni cómo es darle un beso en la cara. - Imagina ahora que las guerras ya no existen y no existen los señores de la guerra y que yo soy tu padre terrenal... - ¿Es que hay dos padres? - Todos tenemos dos padres. Son dos nuestros padres y una sola madre. - ¡Eso es una barbaridad! ¡Vaya pecado! - No te asustes, Anginitas. No es ningún pecado porque te diga que tenemos todos una madre y dos padres. Me refiero solamente a que madre tenemos sólo una que es terrenal aunque os digan lo contrario esos que hablan en nombre de una iglesia que ya ni os acordáis de su nombre. Sólo tenéis una madre y la Virgen María no es vuestra madre porque sólo fue la madre de Jesucristo y los hermanos y hermanas terrenales de Jesucristo... ¿lo estáis comprendiendo?. - Lo estamos comprendiendo todo... - Pues ya que sabéis que sólo tenéis una madre terrenal y la Virgen María no es vuestra madre también tenéis que saber que todos y todas tenéis dos padres: uno es vuestro padre terrenal y el otro es Dios. Tu padre terrenal esté donde esté es tu padre y Dios es, sin embargo, el padre de todos y todas. O sea, totalmente todo lo contrario a lo que os dijo ese señor de una iglesia de la que ya habéis olvidado su nombre... ¿lo estáis comprendiendo? - Lo estamos comprendiendo todo... - ¿Ahora puedes imaginar que yo soy tu padre terrenal sólo de manera imaginaria? - Imposible. - ¿Por qué es ahora imposible? - Porque mi padre terrenal era de color negro y usted no es de color negro. Yo soy de color negro y usted es de color rojo. Imposible que pueda yo imaginar que usted es mi padre terrenal. - Esperadme todos un momento que ahora vuelvo. Mientras tanto coge en tus brazos, Anginitas, al conejo de color rojo... Perlimpín se perdió por la espesura de los arbustos ocultándose de la vista de todos los niños y niñas del pueblo de Magilandia. Pasaron unos largos minutos... - ¿Dónde se habrá metido Perlimpín y ahora qué hago yo con este color de color rojo? -balbuceó Anginitas. - No te pongas a llorar ahora por su ausencia, Anginitas... porque Perlimpín puede hablar en serio o en broma pero nunca engaña a nadie y si tarda será por algo bueno -la consoló el siempre callado y silencioso Escarlatino. - Es que ya hace muchos minutos y no ha vuelto... seguramente le dolió que le dijera que no podía ser nunca mi padre y se ha ido para siempre. - Estoy seguro de que no; de que no se ha enfadado por haberle dicho eso en vez de haberle dado el beso en la cara que te estaba pidiendo nada más que por darte el conejo de color rojo. ¿Tanto te costaba a tí darle un sencillo y simple beso en la cara como si fuese de verdad tu padre terrenal? Acaso has pensado si él también necesita que le den un beso en la cara nada más. ¿Qué te sucede? ¿Te crees superior a él porque sólo es de color rojo?. - Es cierto. Me da un conejo de color rojo... con los pocos conejos de color rojo que deben existir en el mundo... y yo ni tengo el simple detalle de darle un beso en la cara como si fuese mi padre. - Bueno, pues yo te digo que puede estar dolido por eso, pero no está enfadado y volverá pronto. En efecto, en ese momento aparece de nuevo Perlimpín con todo el rostro y las manos de color negro. - ¡Atiza! ¡Perlimpín es ahora de color negro! -se quedó asombrado el casi siempre callado y silencioso Escarlatino. - ¿Véis cómo también puedo ser negro como todos vosotros y todas vosotras? - Pero... ¿cómo consigues hacer eso? - Escucha, Anginitas y no lo olvides nunca más porque hay que ser muy humilde para comprender a los demás, quizás nadie te haya explicado que esto es muy fácil. Basta con dejar la soberbia y el engreimiento a un lado y ponerse dentro del color de la piel de la otra persona. Es cosa de personas. Algunos hemos tenido que llorar para poder entender los rechazos pero lo importante ya no es que me des un beso en la cara porque ya soy de color negro y no lo necesito... porque hay otras muchas niñas aquí de color negro y no solamente tú. - ¿Te puedo darte el beso ahora? - Eso ya sólo depende de ti. De todas formas el conejo de color rojo te lo he dado y no te lo voy a quitar jamás. Imagina que el cuerpo de ese conejo de color rojo es como una pequeña mesa para que puedas dibujar sobre él. Hasta puedes escribir, cuando aprendas a escribir, poemas o cartas de amor... - ¿De verdad te ha dolido que me negase a darte un beso porque no eras de color negro? - ¿Porque era tan pobre que sólo era de color rojo? El dolor es solamente pasajero y se puede superar con facilidad soñando que alguna Princesa te besa sin despreciarte porque eres de color rojos pero la vanidad es mucho más difícil de superar. - Ahora si... ahora te puedo besar en la cara somo si fueras mi padre... - Ya no es necesario, Anginitas. Crece un poco más y dale ese beso a ese conejo de color rojo e imagina que soy yo... hasta que te hagas mujer y puedas besar a un hombre del mismo color de tu piel. Yo seguiré soñando con el beso de una Princesa que no le importe besarme porque soy tan pobre que el color de mi piel era antes roja. Imagina que yo soy el conejo de color rojo y ya está. Será como si me lo hubieses dado a mí... porque tienes también que aprender que los productos que imaginamos con nuetros trucos de manos son partes de nuestro corazón. Así que besa a ese conejo de color rojo y es como si estuvieras besando una parte de mi corazón. Anginitas levantó la cabeza y de pronto todos vieron cómo Perlimpín desaparece envuelto en una nube de color blanca que ha hecho aparecer otra vez uniendo las palams de sus manos como si estuviese dando un saludo a la humanidad entera. - ¿Dónde se ha ido Perlimpín, Sarampino? - ¡Yo sí lo sé! -intervino otra vez el casi siempre callado y silencioso Escarlatino. - ¿A dónde se ha ido? - Anginitas, Perlimpín se ha ido a otro pueblo donde hay niños y niñas de otro color de piel diferente a la nuestra... quizás sean de color amarillo... o de color verde... o de cualquier color de la Naturaleza creada por Dios... para seguir dando conejos de cualquier color a cambio de recibir besos solamente en la cara. - ¿Por qué se ha ido? - Parece que no lo entiendes todavía. Te repito que sólo se ha ido para repartir conejos de color rojo a niños y niñas de cualquier color de piel a cambio de un solo beso en la cara. ¿Es que no lo puedes comprender ni tan siquiera por un momento? - ¿Y ahora qué hago yo sola con este conejo de color rojo? - ¿Es que prefirirías mucho mejor si hubiese sido un conejo de color azul? Porque si lo prefieres de color azul podemos llamar de nuevo a Perlimpín para que te cambie a ese conejo de color rojo por otro coneio de conejo azul. A lo mejor es por eso por lo que no quisite darle un beso en la cara. ¿Es que los conejos de color azul son más bonitos que los conejos de color rojo? ¿No le has escuchado decir que no tiene ninguna importancia el color de la piel de sus conejos? ¿Para ti combina mejor el azul con el negro en vez del rojo con el negro? Pues debes saber que te equivocas; porque la sangre de todos los niños y niñas del mundo es roja y la sombra de todos los niños y niñas del mundo es negra. Quizás te haya querido dar una lección de filosofía nada más... o una lección de historia... o algo relacionado con la literatura... o simplemente te haya querido decir algo relacionado con la comunicación entre dos seres humanos, supongamos que un niño con una niña. - Ya lo entiendo... ¿pero que hago yo con un conejo de color rojo? - Pues lo que se hace con todos los conejos de cualquier color... ¡jugar!... - Pero... ¿qué le puedo dar de comer? Nuestras familias casi no tiene dinero ni para comer todos así que ¿cómo le voy a poder comprar comida para este conejo de color rojo con lo cara que debe ser la comida para conejos sean del color que sean? - A lo mejor es más barato comprar comida para conejos de color rojo que comprar comida para conejos de color azul, por ejemplo... pero eso quizás te lo sepa explicar mejor Albert Sifilinis ¿Se lo sabes explicar tú, Albert Sifilinis, mejor de lo que lo ha explicado Perlimpín? El aludido Albert Sifilinis se quedó mudo y quiso hacerse el sordo. - ¡Ya veo que todos los cobardicas se hacen los sordos, Albert Sifilinis! ¿Hubieras tenido tú el valor de darle un conejo de color rojo a Anginitis a cambio de un beso solamente en la cara o le hubieses solamente regalado un conejo de color azul a cambio de un beso no en la cara sino en otro lado más amoroso... Albert Sifilinis? porque resulta que yo soy muy calladito y casi siemrpe estoy silencioso pero por eso observo demasiado, Albert Sifilinis, observo demasiado... - Llevas razón Escarlatino... pero ya basta de seguir hablando... porque yo también lo he aprendido aunque sea ya muy tarde... ahora sólo me interesa saber qué clase de comida le doy a mi conejo de color rojo. ¿Qué clase de comida comen los conejos de color rojo? - Algo muy sencillo, Anginitis... ¡dale de comer lo mismo que comen los conejos de color azul!... ¡o por lo menos lo mismo que comen los conejos de cualquier otro color diferente al rojo o al azul!... - Pêro... sí insisto que nuestras familias no tienen casi comida para nosotros... - Pero él nos ha enseñado que podemos todavía soñar... así que... ¡aliméntale de ideas solamente!... ¡no le alimentes de ideologías porque le puedes entristecer y hacer que pierda esa sonrisa tan bohemia que tiene!... ¡aliméntale sólo de ideas para que sea siempre un conejo de color rojo pero liberado de cualquiera que lo quiera cazar con trampas... ya sabes... esos cazadores de conejos y conejas que son solamente unos furtivos que se llevan todas las piezas que pueden usando toda claae de trampas. Aliméntale sólo de ideas nada más... y nunca envejecerá como sí envejecen todos esos que cazan conejos y conejas desprevenidos usando las trampas de las ideologías. ¡No te fijes en el color de su piel y aliméntale solo de ideas! - Pero si le doy solamente ideas se muere... De repente apreció Perlimpín saliendo de entre los arbustos con su enorme maletín de los instrumentos de viaje repleto hasta los bordes. - ¡Atiza! ¡Perlimpín es de color blanco! -dijo, totalmente admirado, Sarampino. - ¡Eso mismo! ¡Eso es exacto! ¡Soy blanco! ¡Y gracias a las ideas libres puedo hacer que con mis manos haga aparecer comida suficiente para que mi conejo de color rojo pueda quedarse con vosotros un día. Lo siento, Anginitis, pero sólo tienes un día entero para poder jugar con mi conejo de color rojo porque se tiene que venir conmigo... siempre viaja conmigo... le dejo jugar un día entero en cada pueblo a donde llego... pero siempre viaja conmigo porque forma parte de mi personalidad. - ¿Puedes hacer también eso con las ideas? - Por supuesto que puedo, Sarampino... ¡abre el maletín de mis instrumentos de viaje! Tengo una idea que sirve para alimentar a quien sea... así que también tengo una idea para alimentar a mi conejo de color rojo aunque yo soy blanco. - ¿Y qué idea es esa? ¡Tengo que alimentarle para que no se muera hoy! - Solo tienes que darle de comer la idea llamada Amor, Anginitis. - ¿Y con el Amor puede vivir todo un día? - No. Quiero explicarte algo muy importante. Con el Amor puede vivir toda la Eternidad pero para poder vivir este día... como para poder comer todos los días de su existencia... también necesita comer comida... ¡así que acércate a mi maletín, ábrelo y dále de comer lo que hay dentro! Cuando Anginitis abrió el maletín se encontró con una cantidad de verduras y zanahorias suficientes para que el conejo de color rojo pudiese comer para todo el día. - Adiós... me voy... quizás en otro pueblo encuentre a mi verdadera Princesa. Mañana volveré para recuperar a mi conejo de color rojo. - Espera un momento, Perlimpín... ¿cómo se llama tu conejo de color rojo? - Solamente Pepito. Llámele Pepito Zanahoria si quieres. A él no le importa eso. Él es tan feliz porque forma parte de mi corazón que no le importa lo que los demás digan de él. - Entonces no le llamaré Pepito... ni tampoco Pepito Zanahoria... ¡le llamaré Matute! - Imposible, Anginitis. Ese nombre sólo lo tengo reservado para cuando encuentre a mi Princesa. Tú llámale solamente Pepe nada más. Y Perlimpín se perdió por entre la espesura del bosque en donde había estado recogiendo todas aquellas verduras y zanahorias con la noble intención de seguir siempre caminando por los pueblos del mundo donde existen niños y niñas que no saben todavía soñar porque no tienen tiempo para soñar y porque nadie les ha enseñado a soñar...
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