A veces la vida es justa, pero en la mayoría de las ocasiones
dispara como un asesino guardado por las sombras.
La vida es una tortura que padeces en tu propio cuerpo
y en el de las personas amadas, una tortura
que se prolonga décadas y décadas. Quien inventó esto
era un ser malvado y enloquecido: Nosotros vagamos
por las palmas de sus manos, superficie a la cual denominamos destino.
¿Dónde perdí a los amigos? en las palmas de esas manos,
en la vorágine que empuja enfermedades y accidentes,
en el caos que lleva a senderos peligrosos, desfiladeros,
lagos sin luna y tempestades que escupen rayos. En cualquier lugar,
por cualquier motivo, uno a uno fueron hincando
 la rodilla, se rompieron como una rama. Yo aguardo
este mismo fin mientras me he construido un laberinto
en las palmas de las manos de un Señor que no existe
y del que tan solo he oído hablar cuando el miedo crece.