Y el Doctor Díaz Gómez dixit... (Divulgación).
Publicado en May 14, 2012
Años del Catapúm del siglo XX. Al entrar en la lujosa mansión de la Residencia del Doctor Escudero (con desayuno completo, comida completa, merienda completa y cena completa completamente gratis y otras sanas diversiones para rellenar el aburrimiento) el Doctor Díaz Gómez (todo un caballero psiquiatra) me informó que "vienes aquí solamente para que me ayudes a entender lo que les ocurre a los pacientes". Paciencia. Me armé de suficiente paciencia como para recibir de buen grado los primeros suplicios, las primeras inyecciones y las primeras miradas airadas de "La Carcelera" Jefa de Enfermería de los chicos malos como yo y que hacía sonar el manojo de las aceradas llaves que es que se te metía el ruido hasta el cerebelo ante la impotencia de decirle cuatro groserías bien dichas porque bien que se las merecía... y menos mal que había una enfermera simpática y agradable que me contaba chistes y me hacía reír. Además, de vez en cuando, hasta había chicas muy guapas las varias y diversas veces que el Doctor Díaz Gómez (todo un caballero psiquiatra) me invitó en distintas ocasiones para que le ayudase a entender todo aquel maremagnum de pacientes diversos.
Así que la última vez le informé que a la inmensa mayoría de todos ellos sólo les pasaba que sufrían de soledad, que sufrían de abandono, que sufrían de rechazo social, que sufrían de carencias afectivas, que sufrían de marginación y algunos etcéteras más por el estilo y que sólo eran muy pocos, o casi ninguno ni ninguna de todos ellos, que se encontraban realmente enfermos. También le informé que escribiría una novela sobre aquellas "agradables" experiencias y que la titularía "Setamor" si Dios así lo quería. Y mirad por donde Jesucristo me dijo que sí... Así que una vez cumplida la misión que se recoge en mi novela "Setamor" el Doctor Díaz Gómez (todo un caballero psiquiatra) se encariñó conmigo y abrió su corazón para contarme la verdad: "A ti no te pasa nada de nada... ni neuras rotas ni leches... todo esto es sólo producto de diversas p......s que te han estado haciendo quienes sienten envidia de ti pero no lo entiendo porque eres un joven sano, divertido y de buen corazón... pero muchas gracias por haber cumplido a la perfección con tu trabajo de investigación y espero algún día ver publicada esa novela "Setamor". Muchas gracias, repito, porque he podido aprender mucho de ti y esto nos servirá para mejorar nuestras relaciones de comunicación con estas abandonadas personas que sufren de soledad, que sufren de abandono, que sufren de rechazo social, que sufren de carencias afectivas, que sufren de marginación y algunos etcéteras más por el estilo". Después, siguiendo con su amistad para conmigo y el cariño que nos tuvimos los dos, dio un puñetazo en la mesa y, enojado, me dijo: "¡No quiero verte más por aquí!". Yo le contesté: "Eso depende de si muchos de ellos y algunas pocas de ellas dejan de seguir haciéndome p......s tras p......s hasta que se les pase la envidia. Si vuelvo alguna por aquí será para darle a usted mi más cordial saludo mientras que seguiré sonriendo y contando chistes a quienes me van a seguir, estoy seguro, haciendo p......s tras p......s hasta que se les pase la envidia... a ver si estos fascistas me dejan ya en paz y puedo escribir algún día a gusto todas estas cosas increíbles pero ciertas. Y me fui silbando una tonadilla cuya letra dice así: "Ahora que estamos parados... ahora que estamos parados... siguen contando mentiras tralará... siguen contando mentiras tralará... siguen contando mentiras... Y seguirán contando mentiras... tralará... seguirán contando mentiras tralará... porque nos tienen envidia". Va por todos vosotros, seres humanos que sufrís de soledad, que sufrís de abandono, que sufrís de rechazo social, que sufrís de carencias afectivas, que sufrís de marginación y algunos ecéteras más por el estilo y solo porque sois diferentes a todos ellos y más inteligentes que todos esos envidiosos juntos que además ahora os han dejado parados. Contad conmigo para seguir cantando a la Eterna Juventud aunque les duela en lo más profundo de sus biliosas personalidades despersonalizadas. ¡Buenos días, Juventud, gracias por regalarme otro día más de estos mis 18 sempiternos años de edad!.
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