Benito Galán y el círculo de amigotes (Diario).
Publicado en May 17, 2012
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Sobre Benito Galán (Benny Galán) tengo que escribir que fue uno de los luchadores que tuve el grato placer de conocer. En España se le conocía como Benito Galán, pero en México se le conocía como Benny Galán, más era el mismo. Este Benito no nació en Cuenca, como algunos puedan creer porque existe un Benito conquense que se las da de galán, sino que nació en Sevilla (España) y empezó haciendo Lucha Olímpica para luego pasar a la Lucha Libre Profesional. Benito Galán estaba fichado en la Federación Andaluza de Lucha. En su juventud se fue a México y rodó algunas películas con otro luchador mexicano llamado El Santo. Una de ellas se tituló "El Santo versus la Invasión de los marcianos"
Por aquellos años (finales de los 50 y principios de los 60 del Siglo XX después de Jesucristo) en un Restaurante madrileño llamado Casa Calixto, ubicado en Cuatro Caminos, se reunía una peña futbolística y acudían a ella el actor Conrado San Martín, el luchador Pedro Catarecha, los futbolistas Zárraga, Gento y Collar, el entrenador de fútbol Floro, el cantante de coplas Antonio Molina, la cantaora Lola Flores conocida como "La Faraona", la vedette y corista Queta Claver, la artista Gracia Imperio, etcétera... y en ese etcétera se encontraba el luchador Benito Galán.
Entre los amigotes de Benito Galán, de la Lucha Libre Profesional, se encontraban muchos. Recuerdo a Ochoa. El apellido Ochoa encarnaba una fabulosa dinastía de luchadores. Desde que se empezara a practicar en España la lucha libre y la grecorromana, hubo siempre un Ochoa a la cabeza de los cada vez más populares deportes. Hijo y nieto de campeones, Victorio Ochoa, a sus 41 años -que era los que contaba en el momento de su muerte- era también un gran campeón. Por 5 veces lo había sido de España y en 2 ocasiones ostentó el título europeo, que perdió no por sufrir derrota alguna, sino porque no quiso revalidarlo, ya que sus negocios particulares le impedían dedicarse a la lucha con la asiduidad que era menester. De todas maneras seguía combatiendo, y el nombre de El León navarro, con el que se le conocía profesionalmente en los carteles, era una garantía de lleno absoluto en cuantas veladas participase. Victorio Ochoa tenía, en unión a sus dos hermanos, Francisco y Luis, un próspero negocio de transportes con el nombre comercial de Ochoa y Ochoa y cuya sucursal en Madrid se encontraba en la Calle de Alcalde Sáinz de Baranda, en la acera de enfrente de donde vivíamos la familia al completo (abuela materna, padre, madre y cinco hijos). Concesionarios de la línea regular de autobuses que une Vitoria con Pamplona, tenían su domicilio en esta última capital, donde vivían Luis y Francisco y adonde acudía Victorio "a echarles una mano" siempre que se lo permitían sus contratos de luchador, que le tenían constantemente viajando d eun extremo a otro de España. Pero cuando no faltaba nunca Victorio Ochoa era cuando, a principios de julio, unos días antes de San Fermín, se celebraban las fiestas de Urdiaín, su villa natal, a 2 kilómetros de Alsasua. Allí tenía su hogar; allí le esperaban siemrpe su esposa, doña María Celaya (quizás pariente cercana del poeta Gabriel Celaya y esto sólo lo supongo), y sus tres hijos: dos varones de 12 y 8 años, y una nena de 17 meses. Allí estaba también su madre, la viuda del famoso Javier Ochoa. Era un hogar donde reinaba la felicidad y al que acudía ilusionado Victorio entre combate y combate de lucha libre... pues eran tiempos muy duros que había que ganar dinero como fuese para poder salir adelante.
Aquel año de 1960 no podía ser una excepción. El sábado 2 de julio peleó en el madrileño Campo del Gas con el campeón del mundo, Pedro Catarecha, con el que hizo combate nulo. Al día siguiente habló con su representante don Luis Bamala, a quien manisfestó que quería marcharse aquella misma tarde a Urdiaín, ya que el lunes empezaban las fiestas y él nunca se las había perdido. La amistad entrañable que unía a los dos hombres facilitó el viaje y la sustitución de Victorio en los carteles de 2 combates que debía celebrar a través de la semana siguiente.  Llegó, pues, el luchador, el domingo por la tarde a su casa de Urdiaín, donde fue recibido con la natural algazara. Descansó aquella noche y durante casi todo el lunes, y al acabarse la tarde de este último día -4 de julio- su mujer le rogó que la llevase, en unión de su hermana, al pueblo, que ardía en fiestas. Accedió Victorio complacido, y en una furgoneta de su propiedad -que empleaban en el negocio de transportes- salió el matrimonio juntamente con su hijo mediano y la hermana de doña María. Recorrieron todos los puestos y casetas de la feria. La popularidad de Victorio Ochoa, que tenía amigos en todas partes, su carácter abierto y cordial, les hicieron pasar una noche agradabilísima, hasta tal punto que eran ya cerca de las tres de la madrugada cuando pensaron en emprender el regreso a casa, en la misma camioneta. Algunos amigos de Victorio, sin embargo, le habían advertido varias veces durante la noche: "Ten cuidado, porque por ahí anda Miguel, que dice que tiene una cuenta pendiente contigo y con tu familia y que piensa hacer un escarmiento". El luchador se encogía de hombros y contestaba sonriente a quienes así le avisaban: "No os preocupéis. Ni yo tengo nada contra Miguel ni creo que él tenga nada contra nosotros". ¿Quién era este Miguel? Vais a saberlo muy pronto, si seguís leyendo, amigos y amigas lectores.
Miguel Lizárraga Goicoechea, carpintero, de 38 años de edad, era la contrafigura de Victorio Ochoa. Todo lo que tenía éste de simpático y jovial lo tenía aquél de huraño y reconcentrado. Era un resentido, acaso porque no había encontrado nunca una moza que lo quisiera. También los vecinos de su edad le huían y esquivaban su compañía, conocedores de su desagradable carácter. Este resentimiento de Miguel Lizárraga se tradujo en un odio mortal hacia
Victorio Ochoa, que había conseguido en la vida todo lo que él no podría lograr nunca: un hogar feliz, unos amigos sinceros, una fortuna saneada y una fama bien ganada con sus músculos. Una hermana de Miguel estaba casada con Luis Pozueta, un hombre de 35 años, también de Urdiaín. No era Luis mala persona, ni mucho menos; pero tenía un carácter débil que le convertía en un juguete en manos de su cuñado. Todo lo que a éste le parecía bien, bien le parecía a Luis; los amigos de Miguel eran los amigos de Luis, y los enemigos de Miguel -el primero de ellos, el campeón Ochoa- pasaban automáticamente a ser odiados por el débil Luis.
Trazada ligeramente la semblanza de nuestros principales personajes, os cuento ahora que cuando Victorio Ochoa enfiló el rumbo de la furgoneta camino de su casa, los faros del vehículo alumbraron a dos individuos que le hacían señas imperiosas para que se detuviera. Eran Luis Pozueta y Miguel Lizárraga. Frenó Victorio el coche y se apeó, decidido a terminar de una vez con aquel equívoco que andaba en boca de todo el vecindario de Urdiaín y al que tan ajeno se sentía él. Decidido, avanzó hacia los dos hombres, mientras exclamaba: "Bueno, chicos, ¿qué os pasa con mi familia? ¿Qué queréis de mí?". No había andado más que unos pocos pasos, cuando María, la esposa de Victorio, saltó a su vez velozmente del coche y le gritó a su marido: "¡Cuidado, Victorio, que Miguel lleva una navaja!". El luchador hizo un movimiento para esquivar la agresión de Lizárraga, pero al ladearse, Luis Pozueta, que llevaba otra navaja empalmada en la mano, le asestó con ella un tremendo golpe que le perforó el hígado. Intentó defenderse El León Navarro, pero una nueva puñalada, esta vez dirigida al cuello, dio con él en tierra, mientras la sangre brotaba a borbotones de la abierta herida. Gritaban la mujer y la cuñada de Ochoa, y unos vecinos que acudieron rápidamente trasladaron al herido en su propia furgoneta a la clínica del doctor Villareal, en Alsasua, donde falleció nada más ser colocado en la mesa de operaciones. Mientras tanto, la Guardia Civil detenía al asesino y a su supuesto cómplice e inductor, que fueron prontamente puestos a disposición de la autoridad judicial competente.
Ni qué decir tiene que la impresión que produjo en toda España la muerte del noble campeón de lucha libre fue más acusada en la región navarra, donde lo sucedido aquella víspera sangrienta de los sanfermines causó honda consternación. Todavía duraba la indignación popular cuando casi un año más tarde, el 24 de junio de 1961, se celebraba en la Audiencia Provincial de Pamplona la vista de la causa contra Luis Pozueta y Miguel Lizárraga. Solicitaba el fiscal para el primero la pena de 15 años de reclusión menor y una indemnización de 100.000 pesetas a los familiares de la víctima, como autor de un delito de homicidio. En cuanto a Lizárraga, retiró su acusación eximiéndole de toda responsabilidad en el suceso. Para el acusador privado no era homicidio, sino asesinato, el hecho que se estaba juzgando. Tuvo duras frases condenatorias para la cobardía de los dos procesados y pidió para cada uno de ellos la pena de 30 años de reclusión mayor y una indemnización de 500.000 pesetas. El abogado defensor calificó los hechos de una vulgar reyerta, y solicitó la libre absolución de sus patrocinados. La sentencia, hecha pública unos días después, consideraba a Luis Pozueta Goicoechea como autor responsable de un delito de homicidio con las circunstancias atenuantes de haber mediado provocación por parte del ofendido y de no haber querido causar un mal de tanta gravedad, y le condenaba a la pena de 4 años, 2 meses y 1 día de prisión menor y a pagar una indemnización de 100.000 pesetas a los herederos de la víctima. A Miguel Lizárraga le absolvían del delito de homicidio y ordenaban su inmediata puesta en libertad, si bien se disponía quedara retenido a disposición del gobernador civil de Navarra a efectos de observación e internamiento en un establecimiento psiquiátrico de la provincia. Doña María Celaya, la viuda de Ochoa, recurrió ante el Supremo, que juzgó el recurso a fines de aquel mismo año de 1961. Pero la sentencia del alto Tribunal no hizo sino confirmar en todas sus partes el fallo de la Audiencia pamplonica. Y así fue como, a pocos metros de su casa natal de Uriaín, en una madrugada de julio, en vísperas de los sanfermines, fue puesto definitivamente k.o. Victorio Ochoa, El León Navarro.
Pasando a otros luchadores, el hijo de El Santo mexicano escribe un texto, en el año 2011, titulado "Los luchadores extranjeros en México" No voy a reproducir aquí nada más que algunos datos sobre luchadores que conozco. En la década de los años 40 llegaron a Méxixo nuevos y muy buenos luchadores, entre ellos, un grupo de mujeres. No conozco a ninguno salvo al español Benito Galán y al mejicano (entonces en España los maestros del franquismo nos obligaban a escribir mejicanos en lugar de mexicanos). El hijo de El Santo debió ser también un luchador como él dice y cita que convivió con otros luchadores de los cuales no conozco a ninguno salvo a Benito Galán y al enmascarado Ángel Blanco si es éste el que yo conozco porque tengo dudas razonables.
Al hijo de El Santo se dirige, por Internet, alguien con el nombre de Londaroth que explica lo siguiente sobre Benito Galán: "Saludos cordiales desde las Islas Canarias, gracias por recordar a uno de mis compatriotas que tuvo el honor de luchar en tu país, al cual llegó junto con Antonio Montoro (de quien si me suena su nombre agrego yo) en julio de 1962".
El hijo de el Santo cita después a otros luchadores que combatían entre 1955 y 1959, de los cuales no conozco a ninguno salvo que El Ángel Blanco hijo (también enmascarado) sea el que conozco yo y no el enmascarado Ángel Blanco padre que, por razones lógicas de tiempo deduzco que al que conozco es al hijo y no al padre. Cita también al Negro Sombra pero yo, de negros, sólo conozco a Pantera Negra (a este lo conozco muy bien) y en cuanto a lo de Sombra yo conozco a Sombrita; pero Sombrita era boxeador español y no luchador mejicano, luego al Negro Sombra tampoco le conozco.
Después, el hijo de El Santo cita ya directamente a varios  de la lucha libre española como nuevas estrellas. De ellos conozco o me suenan a Tony Oliver (hermano de Jim, un luchador muy bueno que fue Campeón de Europa de peso semipesado), Catarecha I (campeón español y mundial del peso ligero), Antonio Morlans, Gabriel Laguna (que fue campeón de Europa del peso pesado), Llacer, un tal Kamikaze que sí me suena bastante pero no debe ser el que conozco bien del todo y que fue campeón pesado europeo, Rafael Blasco (campeón de europa de peso semipesados); Antonio Montoro "el Maestro de Maestros", apodo que le pusieron por dominar perfectamente la ciencia de la pista, y Modesto Aledo más tarde conocido como Kamikaze (que es el Kamikaze que yo conozco y no el citado anteriormente).
Dice, en sus memorias, que entre las  grandes estrellas españolas de la época estaba el por mí muy conocido Hércules Cortés, del cual os escribiré algo más abajo. Por último cita, entre otros desconocidos por mí, a un tal Rafvela, marroquí nacido en Arcilla y, por tanto español en aquella época pues había nacido en la parte marroquí española, que no le conozco bajo ese nombre pero me suena mucho su apodo de "El estrangulador de Arcilla" quien comenzó su carrera en Francia como un boxeador aficionado. También ganó en el boxeo, el campeonato welter francés. Después de eso se volvió hacia el mundo greco-romano, y finalmente se fue a la lucha libre. Ganó muchos juegos con "la corbata" que era una llave estranguladora de la cual leí mucho en las crónicas de lucha libre del diario MARCA.
Durante los primeros 5 años de los 60, el hijo de El Santo nombra a varios luchadores muy famosos. Entre ellos conozco al británico John Foley (aunque sea solo como un recuerdo difuso en mi memoria pero que está en mi memoria). De los que cita conozco con total claridad de pensamiento a diferentes luchadores provenientes de Perú. Con total nitidez memorística conozco a Boby Olson, el peruano Inca, Inca Wiracocha y Pantera Negra (Negro Pantera). Del resto sólo conozco a "El Greco" y Gengis Khan a no ser que no los conozca (aunque me parece que sí) y los esté confundiendo con el famoso pintor de la Historia del Arte que aprendí con la guapa profesora Ana María en el Instituto San Isidro de Madrid y el no menos famoso conquistador mongol del cual, por mi propia voluntad, he leído un mogollón de cosas en los libros de Historia que me compraba con mi propio dinero y no como decía mi madre ya que ese dinero era el que ella me daba para mis "pequeños gastos" después de haberle dado yo a ella (de desagradecidas también esta el mundo lleno) todo mi sueldo con el que compró la casa de Juan Duque 16, 5-2 y la casa de Molinos de Papel y a quien le duela que le duela y se rasque porque es la verdad.
Luego fue la aparición de luchadores enmascarados. El Ángel Blanco, fue un luchador muy técnico francés, que siempre respetaba las reglas y ahora razono y digo que éste si es el Ángel Blanco que conozco y no los anteriormente citados como padre e hijo. Cuando perdió su máscara en un combate y no porque se la robase nadie en un descuido o en alguna buseta de las de entonces, cambió su nombre y luchó bajo el nombre de "El Ángel Blanco" (White Angel en español). Efectivamente, se confirma que es este Ángel Blanco el que conozco. Los rumores eran muy comunes y dijo que llevaba una máscara, porque él era el hijo de un político francés famoso. Pero la verdad es que fue un luchador original de Madrid, cuyo verdadero nombre era Ángelo Pinos.
Kamikaze fue sin duda el mayor truco en la lucha libre la historia española. Él vino al ring vestido de negro. Fue un Lightheavyweight pero era de los luchadores que se enfrentaban con otros fueran los que fueran sus pesos. Tenía una agilidad bastante inquietante. Cuando sus oponentes querían enviarlo fuera del ring hacía una trampa legal llamada la captura de las cuerdas y envolvía en ellas a sus rivales. Lo he visto hacer infinidad de veces en el ring. Su estilo fue violento. Mezcló el engaño, el fundamento técnico y un arsenal de acrobacias impresionantes. Debido a su estilo, ha sido apodado "el suicida luchador" o "el diablo negro". Perdió su máscara de 6 de julio 1965 contra Conde Maximiliano, pero se tapó la cara con una toalla muy rápido (me acuerdo que lo leí en MARCA). Su identidad se mantuvo en secreto, pero después de mucha investigación, parece que su verdadero nombre es Modesto Aledo y con este nombre no hay duda alguna de que le conozco, y llevaba una máscara de modo que su salario se incrementaba cada vez que, como leía yo, ávidamente, en las crónicas de MARCA, se apostaba la máscara; o sea, desenmascararse en el ring si perdía. Con ello hizo una verdadera fortuna de aquellos tiempos que, claro está, no llegaba a ser la fortuna de estos tiempos sino mucho más pequeña.
Tras la salida de Kamikaze, este último fue reemplazado por Kamikaze número 2 desde 1965 hasta 1970. Kamikaze número 2 perdió la máscara también, esta vez frente Fred Turner (conocidísimo por mí), pero al igual que el original, nadie pudo verle la cara. Esta es la versión oficial pero algunas fuentes sugieren que hubo dos luchadores que estaban desempeñando las funciones de Kamikaze número 2. ¡Vaya lío se armaba uno mentalmente con la aparición de tantos luchadores enmascarados y el caso es que hacían todo ese lio monumental para hacer mejores taquillas y ganar adeptos a su causa (la lucha libre profesional) con lo cual llenaban las veladas de verdaderos fanáticos que querían descubrir aquellos misterios. Se dice que los dos que se hacían pasar por Kamikaze número 2 eran Valero I (hubo por lo tanto otro Valero II) y Guy Robin (pero yo no leí nada de esto). Había otros muchos enmascarados en otras latitudes fuera de España y de los cuales yo no sabía ni que existían.
Volviendo a España, la lucha libre perofesional estaba en su apogeo, sobre todo en el Campo del Gas madrileño y destacaban los por mí conocidos Hércules Cortés, Benito Galán, Carlos Moll "El Apolo Sevillano", Galarza (ex campeón del peso pesado ligero español), "El Gato" Tony Martin y el mejor luchador de esta generación: Nino Pizarro o Pizarro II. Muy conocido por mí este último. Nuevo mensaje de Landaroph de Canarias: "Benito Galán en la actualidad vive en Sevilla y a pesar de sus años sigue yendo al Gimnasio" y alguien desde Jerez de la Frontera dice: "Un saludo y sobre Benito Galán tengo que decir que  hace algunos años elaboramos varios post sobre este magnífico gladiador, mencionamos sus logros campeoniles, las cabelleras que ganó así como las derrotas ante Mil Máscaras (la imagen donde lo despojan de la cabellera la publicamos en uno de esos post), igualmente en el post Enciclopedia luchas de apuestas aparecen imágenes del duelo de apuestas ante El Santo. Sin duda fue gran figura durante los 4 años que realizó campaña en México en los 60 del siglo XX después de Jesucristo porque no era tan viejo como aparentaba serlo, me agrada saber que se encuentra bien, salúdelo de mi parte por favor"
Aunque la lucha libre tenía una tradición anterior a nuestra Guerra Civil, parece que no era muy bien vista por el régimen franquista. No sé si es porque no se celebraban veladas o porque yo me aficioné tarde, pero lo cierto y verdad es que la lucha libre que yo pude contemplar aquí en Sevilla (es otro el que declara esto y no yo) en cines de verano como el Andalucía o el Emperador, data de finales de los 60 y principios de los 70, si bien me consta que la gran mayoría de hombres que yo vi luchar eran luchadores con muchas peleas a sus espaldas y desde luego no eran chiquillos, lo cual me hace suponer que aunque yo no estuviera al tanto la lucha libre en España durante el franquismo existía y se celebraban veladas. La verdad es que lamento haberme interesado tan tarde, ya que seguramente me perdí enormes peleas de una disciplina que me gustaba bastante. La lucha libre en aquellos años era, al igual que hoy, un espectáculo, pero evidentemente la enorme parafernalia de luz, sonido y efectos especiales de hoy en día no tenía nada que ver con aquellas veladas de cines de verano, en las que el espectáculo lo ponían principalmente los actores y no los decorados. Estos eran los actores, los que vi luchar y de los que me acuerdo (y cita a algunos que no conozco y otros que sí conozco). Los que conozco, citados por este participante en el debate son:
MORLANS.- Este luchador era aragonés según creo (yo afirmo que era aragonés y le vi pelear en directo una noche en el Campo del Gas de Madrid cuando Urtaín había abandonado el boxeo y se dedicó a la lucha para, después, acabar suicidándose al tirarse de un décimo piso de una torre en Madrid... y la actuación de mujeres luchadoras ya que -es totalmente cierto- hubo una de Galicia (una gallega) que nos vio a Andrés y a mí caminando por cerca de las tapias del Campo del Gas y dijo a sus compañera: "¡Qué buenos están los madrileños1" y Andrés y yo nos partimos de risa y luego Andrés al final de su combate le dijo ¡tia buena! o algo parecido pero yo no dije nada así que soy inocente de los cargos que me quieran imputar pues fue Andrés quien lo dijo y luego se refugió detrás de mi para que yo le defendiera de las iras que le entraron a la gallega) y aunque lo vi luchar alguna vez aquí en Sevilla, me parece que terminó mal como consecuencia de una mala caída en una pelea.
 
CARLOS MOLL.- Este era un luchador del que no recuerdo muy bien su aspecto, y eso que era muy afamado y peleó bastante en Sevilla, pero tengo recuerdos encontrados.
 
BENITO GALAN.- Este era un luchador fino y elegante que incluso fue campeón del mundo. Toda una leyenda que hoy en día ni conocen ni recuerdan los sevillanos, salvo algunos nostálgicos aficionados a la lucha libre como yo. Lo conocía personalmente porque vivía en La Rosaleda en el bloque de un amigo mío. Durante un tiempo se rumoreó que estaba detrás del personaje cinematográfico mexicano El Santo, el enmascarado de plata, pero no era así ni de lejos. Seguramente el equívoco surgió como consecuencia de que Benito se fue a México a luchar, donde triunfó e incluso hizo películas con el propio Santo.
 
CHAUSSON.- Este luchador, fino y elegante también, era del norte de España, aunque debía de estar afincado por aquí, porque también era frecuente en los carteles.
 
Al que cita con el apellido de Gallardo no le conozco porque yo, de manera personal y no por los periódicos, conocí a Francisco "Paco" Gallardo pero era campeón de España de lucha grecorromana luego no formaba parte de mi cícurlo de amigotes de la lucha libre. Y termina diciento el contertulio que: "seguro que vi a muchos más, pero estos eran los más habituales, y también los más curiosos, aquellos que dejaban huella en el recuerdo. Lo importante es que la Sevilla sin televisores ni aire acondicionado, nuevamente buscaba una vía de escape, una diversión mientras se gozaba del fresquito de la noche. Dentro de los cines de verano, se escenificaba un espectáculo distinto al cine, con llaves, mañas, golpes de antebrazo, y actores que volaban por el ring y hacían mil piruetas para acabar cayendo pesadamente contra la lona. Parecía mentira que no se hicieran daño, pero así era, se levantaban como si tal cosa, e iban por enésima vez contra el adversario para hacer o recibir la maña que tanto gustaba al público. Sevilla los ha olvidado a todos ellos, yo no. No es mucho, pero aquí queda plasmado mi pequeño homenaje".
El contertulio se hace llamar Sevillaymiscosas. Así que sigo con mis cosas madrileñas (Madridmiscosas) sobre la lucha libre profesional. Y me entero de que Morlans, aragonés, tuvo la desgracia de lesionarse en una lucha y quedar paralítico.
Sigue Landaroth dando algunos datos que conocí. Como: "En España hasta hace pocas décadas teniamos nuestra propia escena de Lucha Libre. Ahí estaban Hercules Cortés, Tagua (de este yo no tengo ni idea) , Lambán I y Lambán II... y cita algunos que no (y por eso yo no los cito) y a algunos que sí conozco, como Benito Galán que luego fue Campeón Mundial al vencer a El Rayo de Jalisco Senior y que estuvo varios años afincado en tierras aztecas e incluso apareció en varias peliculas de Santo el enmascarado de plata. Incluso venció al rudo de los rudos Cavernario Galindo en una lucha de apuestas de cabellera contra cabellera y tambien perdió él su cabellera en una lucha de apuesta contra Mil Máscaras. Tambien vinieron luchadores internacionales como el ex boxeador, ex campeon mundial de peso pesado, Primo Carnera; el japonés Harold Sakata que era el esbirro de Goldfinger que se enfrentaba a Sean Connery y por supuesto vino El Santo o El Enmascarado de Plata. Curiosamente el promotor que trajo a estos luchadores fue Lauren Postigo (muy conocido porque le vi de verdad en la Televisión haciendo un programa de Flamenco que no recuerdo su titulo ahora, caramba, pero que ya recuerdo que era el titulado "Suspiros de España"). Yo aún recuerdo de chico a finales de los 70 que los domingos ponian lucha libre en un programa presentado por Jose Maria Iñigo (otro presentador de televisión famoso por su peluca que intentaba disimular diciendo que le había nacido el pelo gracias a unas pastillas milagrosas que no se lo creía ni él) pero no le llamaban "Catch" ni "Lucha Libre" si no que le llamaban "Xondo" y salian luchadores como Mister Fiera que lo subian al ring en una jaula, una momia que la subian al cuadrilatero en su sarcófago, unos egipcios... y una chica vestida como Cleopatra abría el sarcófago para que pudieran salir. Había un arbitro que llevaba un ridículo peluquín que un chino se lo quitaba y salía corriendo perseguido por el árbitro ante la risión de todos los espectadores que se orinaban de risa y dejaban el suelo lleno de pis". ¡Yo me parto de risa leyendo a Landaroth; pero continúo con lo que sé de la época!
Pedro Quintana Bengoechea (Olazagutía, 1928) ha cautivado al escritor bilbaíno José Luis Urrutia, quien se ha lanzado a rodar un documental sobre su figura, sus logros deportivos y, en especial, su carácter "noble, obstinado y humilde", dice Urrutia, que además de la dirección se hace cargo del guión de "El Hércules navarro". Así apodaban los medios de comunicación a Pedro Quintana, conocido popularmente como Bengoechea I, y así se titula el documental  de la mano de las productoras Bitart New Media y JYT Kreaktibos, que se rodó en Navarra, concretamente en la Sierra de Urbasa. Olazagutía, de donde es el protagonista y homenajeado, y Alsasua, son localizaciones en las que se llevó a cabo la grabación, y que se completaron con otras como Pamplona, Bilbao, Barcelona -donde el protagonista se hizo luchador- o Madrid. En la capital navarra se rodó en los Sanfermines, el día 12 de no sé qué año, con motivo de una actuación que ofrecieron en el paseo Sarasate los Hermanos Anoz, quienes participaron en el documental por la relación que les une con Pedro Bengoechea. El propio deportista participó en el documental sobre su figura, así como familiares suyos, algunos de sus ex compañeros de lucha libre como Apaolaza (no le conozco), Miguel Galarza (sí le conozco) y Manolo Moza o Jacobo Rossi (no los conozco) y otros deportistas navarros como Miguel Induráin (el ciclista 5 veces ganador del Tour de Francia y 2 veces del Giro de Italia -tomad del frascos carrasco vosotros los franceses y los italianos- del cual conozco tanto que hasta hice una portada del Boletín de la UGT del Banco Hispano de Madrid, Oficina Principal, que fue la risión de todos mis compañeros a pesar del enfado que cogieron conmigo -aunque no supieron nunca que fui yo- los afiliados a la UGT del Sector Bancario. ¡Ay que risa Tía Felisa nos entró a los Autónomos Independientes!; Julián Retegui (pelota vasca y no tengo por qué hacerle la pelota sino que es verdad que era un pelotari campeón de España), Iñaki Perurena (ciclista de mucha fama en algún tiempo al menos en España) o el que fuera futbolista del Real Madrid Ignacio Zoco (navarro casado con la cantante navarra María Ostiz y ¡óstenes! lo que he aprendido yo en la vida de los artistas y deportistas varios y varias.
Alguien escribe sobre el luchador Pedro Benoechea: "Están en el documental porque son deportistas navarros y campeones, y porque uno de nuestros objetivos es rendir homenaje, a través de Bengoechea, a la figura del campeón navarro y reflejar su carácter, que en todos los casos coincide que es esforzado, obstinado, noble y humilde", dice el realizador y guionista del citado Documental. De esas virtudes, era Pedro Bengoechea I y conozco también a Bengoechea II que es hermano de Bengoechea I. Los dos son un ejemplo a seguir. "A pesar de haber podido vivir como un millonario, porque tuvo importantísimas ofertas de trabajo cuando se retiró, de empresas como Telefónica o Seat, él eligió comprar con sus ahorros unas ovejas y vivir del pastoreo en su pueblo. Un campeón del mundo elogiado por todos que compartió portadas en los periódicos con Kubala o Di Stéfano, y no pensaba en otra cosa que vivir en Urbasa (yo añado que era la época de la famosa empresa constructora Urbis que estaba edificando el vecino barrio de Moratalaz en Madrid)". El documental dura algo más de 9 minutos y se proyectó un viernes de no sé que mes ni año, en la Casa de Cultura de Olazti en tres sesiones, a las 22.00, 22.30 y 23.00 horas.
Pedro Bengoechea I medía entre 1'80 y 1'85, era alto y corpulento. La productora de este documental sobre Bengoechea I es la desconocida Bitart. El objetivo, según José Luis Urrutia, es intentar exhibir el documental en festivales y en televisión: "De momento estamos buscando apoyo institucional que nos pueda ayudar a la hora de distribuirlo", cuenta el director y guionista. Algunas escenas se rodaron en la estación de tren de Alsasua, de donde partió siendo muy joven, con 18 años, a Badalona para empezar a formarse en la lucha libre. El objetivo fue exhibido en festivales y televisión. Dejo a Bengoechea I y continuó con Antonio Morlans.
Antonio Morlans Lasobras, de Ejea de los Caballeros, desde muy joven aprovechó su fuerza,  habilidad  y destreza para triunfar en la Lucha Libre, llegando a Campeón del Mundo en el año 1963 en Bruselas, arrancando el título de Campeón de los pesos medios al francés René Ben Chemoul, como lo habían conseguido en otros momentos Los Hermanos Lambán, y posteriormente otro ejeano como Antonio Posa, que por los cuadriláteros del mundo  alcanzaban los más relevantes puestos en este duro deporte. El Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros ofreció a todos ellos, "Los Luchadores de Ejea", un emotivo homenaje y presentó un libro con ese título, donde se condensan las vidas de cada uno de ellos. Y allí estaba, feliz entre tantos amigos que lo acompañaban, Antonio Morlans Lasobras, el hombre bonachón y sonriente recibiendo el cariño y la amistad de su pueblo, como lo soñaba cuando decía: "Si volviera a mi pueblo, estoy seguro que todavía me conocerían y me saludarían". Y soñaba bien, como se lo demostraron en ese  homenaje en Ejea. Poco tiempo ha transcurrido desde aquel feliz momento y hoy vuelvo a traerlo a mi Diario, para despedirlo definitivamente pues lamentablemente ya ha fallecido. Hoy solo puedo unirme al sentimiento de su familia y desearle de todo corazón, que en este mismo pueblo que lo vió nacer descanse en Paz, Antonio Morlans Lasobras
EL 'catch' -'catch as can'- o lucha libre americana, el 'wrestling' de ahora en la tele, era hace ya más de medio siglo parte de la oferta de ocio en Gijón. En las veladas, con los desaparecidos Parque Continental y Parque Gijonés, o la plaza de toros, como escenarios, actuó muchas veces un recio luchador aragonés, José Antonio Morlans, en el papel de malo en aquellos remedos de cruentos combates. Es totalmente cierto que conocí a Morlans luchando en el Campo de Gas de Madrid. A Félix Lambán y Emilio lambán I, otros luchadores ejeanos, también los conozco a través del MARCA; por lo menos a Félix que era mucho mejor que Emilio.
En Ejea de los Caballeros (Zaragoza), nacieron cuatro luchadores que obtuvieron gran renombre, tres de ellos: Félix Lambán (sí), Antonio Posa (no) y Antonio Morlans (sí), se proclamarían campeones del mundo entre las décadas de los 50 y 60 en sus distintos pesajes y federaciones; el cuarto luchador ejeano, Emilio Lambán (sí) fue campeón de Aragón.
Hace ya varias décadas, entre el fútbol y el ciclismo, había otro deporte con un gran tirón para el público. Multitud de recintos en todo el mundo presentaban a hercúleos luchadores que se batían en el ring en emocionantes veladas de lucha. La prensa del momento hacía un exhaustivo seguimiento de estos eventos. Entrevistas a los más conocidos luchadores, crónicas de las veladas, anticipos de los mejores enfrentamientos. Entre los más reconocidos, demandados y laureados cuatro ejeanos: Félix Lambán, Antonio Morlans, Antonio Posa y Emilio Lambán.
El primero, Félix Lambán, se proclamó Campeón del Mundo en Barcelona en junio de 1958. El segundo, Antonio Morlans, consiguió el Campeonato del Mundo de los pesos medios en Bruselas en octubre de 1963. El tercero, Antonio Posa, también consiguió ser Campeón del Mundo de pesos medios en abril de 1962 en Ciudad de México. Por su parte, Emilio Lambán no optó a ningún campeonato del mundo aunque sí que llegó a ser Campeón de Aragón y consiguió diversos trofeos en sus veintidós años como luchador profesional.
Zaragoza, Madrid, París, Bruselas, Ciudad de México, Johannesburgo, Londres, Bogotá, Nueva York, Miami, Teherán..., los ejeanos viajaron a miles de ciudades durante los años 50, 60 y 70 para enfrentarse a los mejores luchadores del panorama mundial con un saldo netamente favorable de victorias.
En el libro "Los luchadores de Ejea" que recoge las trayectorias de estos míticos deportistas, también hay un hueco para el pasado más reciente y para el presente. En Ejea siguen apareciendo campeones en deportes de combate. En la actualidad, con la lucha relegada a mero espectáculo, otros deportes como el Kárate o el Full Contact se han convertido en la plataforma para descubrir a nuevos campeones de España y Europa en nuestra localidad.
Muchos y buenos luchadores ha tenido Aragón. Cabe destacar al mundialmente conocido Félix Lambán, « El Estrangulador», con un gran palmarés nacional e internacional en el campo profesional, sin poder olvidar a los hermanos Catarecha I y Catarecha II, Ochoa, Chauson (todos ellos conocidos por mí) y un largo etcétera, gracias a la labor del gran promotor aragonés Luis Bamala Romanes. La lucha deportiva en Aragón, además de Bamala, se debe a la incansable labor de Antonio Barberán, dos veces presidente de la Federación aragonesa, presidente del Colegio Nacional de Árbitros y árbitro internacional, y a Pascual Martín presidente de la Federación Aragonesa, entrenador y árbitro internacional.
¿Y que decir del Campo del Gas de madrid si era del que se escribían las crónicas del MARCA? Por eso los llegué a conocer personalmente. El mítico campo del Gas, muy cerca de la Puerta de Toledo, donde muchas veces me vieron las chavalillas guapas sobre todo jugar al fútbol antes de ser conocido como "Diesel". Nunca se me olvidará de mi memoria el combate entre Carrasco y Velázquez, de una dureza increíble, y tantos otros del mundo del boxeo. También ví alli a Hércules Cortés, campeón de pesos pesados de lucha libre. Pero lo importante de este sitio era la distribución del gas ciudad, de estas instalaciones salía el combustible, para las cocinas y para un sector del alumbrado público que siguió funcionando hasta la década de los sesenta. Los ciudadanos que no tenían la suerte de tener gas ciudad, tenían varias alternativas, la leña , el carbón ,los hornillos de petróleo , los infiernillos eléctricos. Una rica variedad de posibilidades al alcance de todos, claro que como tampoco había mucho para cocinar, pues eso. De pronto llegó el milagro, la electricidad que antes era de unos pocos mas de 100 voltios subió a unos pocos mas de 200. Pero el principal milagro para las casas fue la aparición del butano y de repente ya todos éramos ricos, aquellas neveras de barra de hielo, aquellas lavadoras, que mordían la ropa y perdían agua, pero que a veces era la única distracción del hogar. Luego vendría la televisión en blanco y negro, la leche embotellada, los yogures, y los supermercados que nos ponían los ojos relucientes y la boca humeda , los transistores, ya nadie se acordaba de los gasógenos , y aquellos coches que se habrían por delante, que parecían un huevo, fueron haciéndose hueco entre aquellos cochazos negros , que estaban a punto de desaparecer cuando empezaron a fabricarse los primeros utilitarios en España. Los trolebuses, y los autobuses de dos pisos, los tranvías iban perdiendo lineas y nosotros perdimos la capacidad de sorprendernos.
Mdgozalez dice: "Me gusta mucho la historia ...aunque me parece que esto de la "revolución industrial" a tu abuelito le queda carrete ...La foto es muy linda , sobre todo por la imagen de esa cocina de antaño ..y los cubos ..que parecen de cobre"; Concha dice: "¡Hércules Cortés! que recuerdos me trae ese nombre, aunque yo nunca le conocí.
Yo vivía cerca del Campo del Gas y los chicos del barrio acudian a los combates y hablaban mucho de él. Pero debe de hacer casi 50 años que lo había olvidado. Muchas gracias por refrescarme la memoria"; Adrián dice: "¡¡¡El campo del Gas donde se situaba el gasómetro!!! ¡Qué recuerdos! Bueno...la verdad que no lo he vivido, pero todos los días, cuando voy a mi colegio de prácticas paso por donde estaba situado,ahora como sabrás,hay un parque y sólo quedan las puertas de la antigua fábrica y una chimenea. Cuando vuelvo por las tardes, suelo tumbarme en el césped y pensar cómo sería hace 60 años. Me hubiera gustado vivir en esa época para ver la evolución de la zona: la fábrica a principios del siglo XX, el campo del gas, cuando la fábrica se abandonó a partir de los 70, y el parque rodeado de pisos nuevos ahora en el siglo XXI, siendo uno de los pocos testigos de esta evolución la chimenea; Pedro Regueiro dice: "¡¡ Joder que gusto me ha dado ver esta pagina !! Yo he vivido 20 años dentro del recinto del campo de fútbol que pertenecía a la empresa Gas Madrid. Se entraba por el número 9 de la calle del Gasómetro. Mi padre ha trabajado toda la vida en la compañía (actualmente Gas Natural-Unión Fenosa) y la empresa nos facilitó una de las viviendas que había en el recinto. Era un edificio de dos plantas que había a la entrada del campo de fútbol a mano izquierda. Era un ir y venir continuo de gente.... a diario por las tardes desde las 18:00 a las 22:00 los equipos de fútbol de regional y preferente entrenaban en el campo. Los sábados se jugaban campeonatos de empresa y los domingos se jugaban los partidos de fútbol. Cosa aparte era el verano. Desde que se terminaba la temporada de fútbol hasta que empezaba la siguiente, en el campo se preparaba el recinto para las jornadas de boxeo (los viernes) y la lucha libre (los sábados). Todo terminó en el año 1985 cuando se desmanteló la fábrica de la Ronda de Toledo y el "Campo del Gas" sucumbió a la especulación inmobiliaria; Flipe dice: "yo vendia pipas, caramelos y otras cosillas en el Campo del Gas. Tenia unos 12 años. Seria en el año 1951. Vi mucho futbol, lucha libre americana, boxeo y hasta beisbol (a Los Piratas). Mucha nostalgia me da esto"; Pandora dice: "Qué recuerdos alli me enamore por primera vez pero era imposible guardo tantos recuerdos cuantos combates presencie cuanto futbol esos domingos cuando nos despertaba la megafonía esos conciertos me encantaban era mi adolescencia tenia 15 años y me lo pasaba bomba aunque tambien sufri entre esos muros"; EspirituNómada dice: "No te imaginas la cantidad de recuerdos que me trae esta cocina/horno, cuantas cosas ricas salieron de allí!"; Peliroja dice: "Para mi era estupendo escuchar a mi padre contar , con quien luchó dónde luchó , y cuántas caidas tuvo a lo largo de su vida , cuando el campo del Gas de Madrid , mi padre ya no luchaba , luchó en la Argentina , habia un programa en la television Argentina que se llamaba los titanes del ring ,mi padre era el médico asesino , salía en la ambulancia , todos los vecinos sabian quien era , fue divertido , tenía anédoctas para aburrir , nació en la Argentina , se casó con una española , la conoció cuando fue a luchar a la plaza de toros de Valencia , son cosas que quiza nunca vuelvan , ahora me acuerdo y me resulta agradable , todo aquello , un beso para aquellos que hicieron las tardes del Campo del Gas , mas tardes que nunca" (no especifica a de qué luchador está hablando); Silvia dice:"madre mia..... no sé si alguno íbais al Campo del Gas a ver lucha libre.. mi padre es BENGOECHEA un saludo" (Aclaración mía: no señala si su padre fue Bengoechea I o Bengoechea II pero debe referirse quizás a Bengoechea I porque era el más famoso de los dos); Javier dice: "¡¡ que recuedos!! yo jugaba al futbol es ese campo ( En el CD Plata de la calle de la Paloma) y las veladas de lucha eran en verano....Por cierto no estaba donde ahora está la chimenea y los jardines sino al otro lado de la calle gasómetro donde ahora hay un edificio enorme de viviendas con zona interior. No vi a Hercules Cortés...pero sí recuerdo que hizo un anuncio de la televisión donde paraba un tren para que subiera una abuelita....De Bengoechea si no me equivoco recuedo su imagen en los carteles anuncio!... En relación al fútbol, que era la lo que me atañe, ya no era la época dorada....pero aún había muy buenos equipos ( Osiris, Calasanz, Riva 70, Roma, nosotros mismos...) conlos que establecía una rivalidad muy sana...lo dicho ..que viejo soy...y que agradable recordar".
La Lucha Libre a la que me refiero era un espectáculo de otra época. Adolfo Relaño, del periódico deportivo AS, la conoció mucho mejor que yo y por eso escribió esta pequeña nota: "Los sábados, catch en el campo del Gas. Los sábados por la noche, el campo del Gas ofrece un singular espectáculo, que convoca a un público heterogéneo y divertido: el catch. Combates de aparente ferocidad excitan la emoción de los más ingenuos y provocan la risa de otros, dentro de un mundillo curioso y extraño que traslada al espectador a otra época. Son los últimos coletazos del catch, algo que en otro tiempo fuera un deporte que compitió en interés con el boxeo, y que ahora se ha convertido en un llamativo espectáculo de feria"
 
Catch as catch can significa en inglés «lucha como luchar puedas» o, si se prefiere, lucha como puedas. Es el nombre completo del catch o lucha libre americana. A pesar de lo que indica su nombre completo, tiene un reglamento que expresa algunas prohibiciones: los golpes con el puño y con el pie, los rodillazos en los genitales, los arañazos, los tirones de pelo, los mordiscos y los ataques a los ojos. El primitivo catch, pues, consistía en encerrar a dos hombres en un ring (idéntico al que se emplea en boxeo) y, con sólo esas limitaciones a su agresividad, dejarlos embestírse en busca de un vencedor. Durante muchos años, desde la belle époque hasta algo después de la segunda guerra mundial, el catch fue un espectáculo deportivo que compitió dignamente con el boxeo. En torno a los rings en que se practicaban los duros combates de catch se reunía un público tan numeroso y apasionado como el que arrastra el boxeo. Incluso hubo muchos hombres que practicaron ambos deportes de forma sucesiva. Cabe decir que en aquella época el boxeo estaba considerado por delante del catch por aquéllos que valoraban los superiores aspectos técnicos del deporte de los guantes de crin, en tanto que el catch era preferido por los amantes de una lucha más completa. Generalmente, el catch se surtía de jóvenes boxeadores fracasados o de veteranos faltos ya de los reflejos que exige el boxeo y que no son tan precisos en la lucha. Nombres inolvidables en la historia del boxeo como loi de Joe Louis, Jack Dempsey o Primo Carnera, se inscribieron, una vez conluida su actividad pugilística, en las filas de los practicantes del catch.
¿Cómo se practicaba? Las llaves, más o menos similares a las del judo, se alternaban con los golpes de antebrazo y con dolorosas presas. Un luchador podía perder por puesta de espaldas, por lesión (muy frecuente, porque las luxaciones se producían con gran facilidad) o por puntos.
Con el paso del tiempo, y la consiguiente retirada del hambre y de la incultura, el catch fue perdiendo practicantes, y hoy no cabe decir que exista ya como deporte. Sin embargo, acaso ha ganado en belleza. La lucha se ha convertido en algo muy distinto, pero sigue viva.
Sábado noche en el Campo del Gas. Como todos los sábados durante los meses de verano, hay lucha en este recinto, un campo de fútbol sin césped sobre cuyo terreno de juego se coloca un ring en el centro de un círculo de sillas. Los viernes, boxeo; los sábados, lucha. El campo del Gas está situado en uno de los barrios más castizos y de más antiguo sabor de Madrid, sumergido en la zona que ocupa el Rastro los domingos. Incluso es posible que si usted acude a presenciar el singular espectáculo encuentre ploblemas de aparcamiento, porque la calle del Gasómetro, en la noche del sábado, ya está ocupada por los tenderetes de los que a la mañana siguiente pretenden hacer su agosto.
El precio no es caro y vale la pena. A cambio de él, usted puede disfrutar de un viaje al pasado. De un espectáculo entre ingenuo, bufo y cruel, que tal vez ya no esperaba ver nunca, de un espectáculo que no sólo se ciñe a lo que ocurre entre las doce cuerdas, sino que se extiende fuera de ellas. El público de la lucha, heterogéneo, comprende desde el grupo de estudiantes que acuden al reclamo de la guasa que aquello supone, hasta los matrimonios de mucha edad y poca cultura que, ingenuamente, creen verdaderamente que dos hombres se están matando sobre el ring, pasando por el invertido entradito en años que busca no se sabe qué extrañas delectaciones de voyeur, por el grupo de niños que acuden allí a comer pipas, porque en Madrid ya no hay apenas cines descubiertos y por el diletante que disfruta con todo ese abigarrado mundo.
Lo primero que se advierte al comienzo del primer combate es que la ancestral dicotomía entre el bien y el mal es una de las bases del espectáculo. De los dos luchadores, uno es el malo y el otro el bueno, y muy pronto se aprende a distinguirlos. El malo es feo, bajo, gordo, casi siempre rapado al cero, pero con enormes bigotes y cejas y que es terriblemente tramposo. El bueno tiene mucha mejor pinta: un esqueleto bien hecho y un porte que en su juventud tuvo que ser similar al de Tarzán (ya no quedan jóvenes que practiquen la lucha). Es noble y se resiste a infringir las reglas. El malo empieza ganando el combate gracias a sus malas artes, que excitan la cólera del público más ingenuo: ¡Tramposo! ¡Sucio! Un árbitro de aire conspicuo vigila las incorrecciones, y sólo cuando el malo se ha pasado muchísimo se decide a amonestarle. Los primeros asaltos son un infierno para el bueno, que inspira la más profunda piedad a sus partidarios; el malo le ata a las cuerdas, le patea el escroto, le tira del pelo, le urga en los ojos y le tira fuera del ring. De cuando en cuando, el malo abandona su afanosa tarea de torturar al bueno y trepa hasta la segunda cuerda de un rincón para desafiar a la muchedumbre que le increpa; incluso baja del ring dispuesto a embestir contra las primeras filas. Los guardias, el árbitro, su segundo y los jueces de las mesa, salen a la carrera tras él y consiguen detenerle antes de que pueda consumar su ataque al público, y le devuelven al ring donde vuelve a entregarse al disfrute de castigar al bueno.
Ya temen los partidarios de éste que se encuentre moribundo, cuando milagrosamente renace, se deshace de una dura llave y lanza al malo fuera del ring. Por las sillas corre un escalofrío tan alegre como el que pasa por las butacas de un cine infantil en el momento en que aparece el Séptimo de Caballería. A partir de ahí, la pelea es un paseo para el bueno, que termina ganando de calle y deja en la más completa humillación al rival, a quien le toca retirarse avergonzado entre los gritos del público; ¡Ea, ea, ea! ¡El calvo se cabrea!
Naturalmente, la base del espectáculo es el malo, y cabe afirmar que todos los malos son verdaderas estrellas. Sus nombres son especialmente atractivos en el cartel (hay hasta un Gran Jefe Nube Blanca, que sale al ring con un espléndido penacho y que cuando se lo quita muestra un cráneo casi plenamente rapado, con una cresta de pelo en el centro, al estilo mohicano), y sin ellos el espectáculo no sería apenas nada. La lucha, además, presenta algunas variantes que mejoran las posibilidades de diversión; hay, por ejemplo, la fórmula del enmascarado, que suele tener un nombre rimbombante, algo así como «El Angel Cruel». Si «El Angel Cruel» pierde, sufrirá el castigo de tener que quitarse la máscara y mostrar su rostro al público. Esta fórmula alentó durante mucho tiempo el mito de que tras la máscara se ocultaba un delincuente común muy famoso y perseguido, que se vería atrapado el día que perdiese un combate.
Por desgracia, cuando esto ocurre, todo el suceso estriba en que «El Ángel Cruel» se convierte en un simple Ángel Pérez (yo añado como un Ángel Síseñor de los tebeos de entonces). Y la cosa no pasa de ahí. Existe también la lucha de pareja por relevos, que eleva al cuadrado las posibilidades de trampas y de maldades, y que también eleva al cuadrado el triunfo del bien sobre el pecado. Y existe, por último, y en España desde hace sólo un año, la lucha femenina.
Las mujeres que vemos luchar aquí no dominan tanto el arte del bien y del mal como los hombres, ni sus combates tienen la espectacularidad, los geniales vuelos y la crueldad de los de aquéllos, pero brindan muchas posibilidades. Evidentemente, produce un innegable morbo el combate entre dos mujeres de treinta años y cierta aproximación, al «buen ver» (todas ellas reúnen estas condiciones), y sus combates despiertan el ingenio machista: ¡Como suba yo vais a ver! ¡Deja algo p'al marido!... Sus peleas casi siempre se sitúan al final del programa, con la preferencia equivalente a la que se otorga a los combates de fondo en las veladas de boxeo.
Los luchadores pertenecen a grandes cuadras, y se contratan por temporadas. Cada «troupe» se presenta en la ciudad que le ha contratado con sus capas de colores, sus penachos y sus mil trucos ensayados una y otra vez hasta llegar a un altísimo grado de especialización. Concluida la temporada, recogen sus bártulos y se marchan a otra parte, con su carga de fantasía y sus reminiscencias de mundillo camp. No es posible hablar con ellos «porque son muy peligrosos», según afirman sus cuidadores, ni vale la pena intentar que nadie, ligado a este mundillo, reconozca que todo aquello no pasa de ser una broma; todos aseguran que los combates son serios. Sea como fuere, el espectáculo es precioso, y da pena pensar que tal vez esté dando sus últimos coletazos.
Todo eso es lo que yo ví, con mis propios y asombrados ojos en el Campo del Gas mientras me tomaba unas cervezas, con Andrés, en el ambigú. Se llama ambigú al quiosco de bebidas. En el Campo del Gas, el propietario del ambigú siempre hacía "su agosto" vendiendo como nunca. A José Manuei Ibar Urtaín le vi ganar pero no hizo nada de nada su rival y por eso engañó  ante la rechifla de todos los espectadores que gritaban !Tongo! ¡Tongo! ¡Tongo! mientras Andrés y yo guardábamos un silencio sepulcral porque sólo deseábamos ver luchar a las dos guapas que se zumbaron de lo lindo antes de salir tan amigas como entraron. Lástima que Urtain al final acabara como acabó tras ser engañado por todos y atacado cruelmente por el periodista deportivo José María García que no tenía compasión contra él como tampoco la tuvo contra el también fallecido Pablo Porta y un humilde ciclista andaluz que se esforzaba en ganar la Vuelta de España ante las desalmadas bromas de este periodista. Algún día José María García también tendrá que sufrir algunas burlas para que deje de ser tan engreído, vanidoso, soberbio y prepotente. Algún día de estos lo sacaré en El Chivatazo a ver si le gusta a él que se burles de su persona como hacía siempre que se cebaba contra alguien que le cayera mal porque él es feo, bajo y gordo.
En cuanto a Hércules Cortés fue todo un mito considerado como el hombre más fuerte del mundo. Tenía un cuello enorme y esa era la parte más fuerte de su cuerpo pero, lo que es la vida, murió en un accidente de tráfico rompiéndose precisamente el cuello (eso es lo que decían las crónicas de los diarios deportivos y de información general).
Este es el mito de Hércules Cortés: "Cientos de jovencitos, muchos de la mano de sus padres, acudieron ayer a Las Ventas para presenciar un espectáculo falsamente anunciado como lo nunca visto en directo en España. Los miles de seguidores madrileños que han descubierto con las transmisiones de Cuatro el espectáculo de la lucha quizá no lo sepan, pero hubo una época en la que un tal Hércules Cortés era el hombre más fuerte del mundo, un ídolo en Madrid, y un mito para los niños de los sesenta que sólo lo imaginábamos en el ring. El tal Hércules Cortés era un gigante vasco. Alfonso Carlos Chicharro de nombre de pila, que con eso del espectáculo pronto adoptó otro artístico para aparecer en aquellos carteles de la época, igual que el chicano Rey Mysterio, de los más queridos y jaleados por la afición mundial, como se demostró ayer en Las Ventas. Chicharro era de verdad un Hércules, y a finales de los sesenta, cuando ya era campeón del mundo de esta especialidad, tenía un programa de sobremesa en televisión en el que él echaba pulsos contra retadores anómimos. Siempre ganaba Cortés. ¡Qué tipo! Y claro, alrededor de su fama florecían en Madrid gimnasios que preparaban a futuras estrellas, y que vendían el espectáculo de la manera más directa. Recuerdo el día en que los chavales del barrio pegábamos patadas al balón de goma cuando nos rodeó una docena de musculitos. Y dos, liados a bofetadas. Nosotros, con los ojos chiribitas, pensamos que se mataban, pero en un pis pas los gladiadores se abrazaron y nos dieron unas invitaciones para asistir a su espectáculo, con una notable rebaja para el mayor que nos acompañase.
Pero la popularidad del pressing catch se diluyó el mismo día que se supo que Hércules murió con el cuello roto por América (1971). Se mantuvieron las veladas de manera agonizante algunos años más, para morir sin que nadie las echase de menos. Mi padre nunca me llevó a ver los combates de lucha, quizá porque entonces estaba mal visto como espectáculo para niños. Añado también los nombres de Luc Barreto (el luchador que despedazó a un oso con sus propias manos); el japonés Akio Yoshiara (aspirante al cetro mundial de los pesos medios que perdió ante nuestro Modesto Aledo) y Tarrés. Ya está. Hasta ahí llega mi memoria con mis amigotes de la Lucha Libre profesional.
Todo lo que estoy escribiendo pertenece al maravilloso y mágico mundo del Juego de Chapas; un mundo en donde me hubiese quedado agradablemente enganchado para siempre (como se lo prometí a Andrés y Andrés es testigo) antes que emborracharme por culpa de alguna chavala (que eso no lo he hecho yo jamás y sí que lo ha hecho "el otro" y no importa saber quién es "el otro" porque no merece ni la pena conocerlo) si no fuese porque me agradó mucho más casarme con mi bellísima y escultural chavalilla ecuatoriano-española que supuso que algunas chicas, por cierto que no me gustaban nada porque me gustaban las que estaban de muy  buen ver y no esas brujas, me retiraran su saludo y me insultaran... claro que yo respondía con silencio, sonrisas y hasta alguna broma que hacía reír a las guapas porque de las feas ni me acuerdo ni deseo acordarme.
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Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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