Reconozco que compro cajetillas de cigarrillos solamente por el extraño placer de encenderlos, no fumarlos y, eso sí, arrojar las colillas en los ceniceros y no como mucha gente que las tira en las aceras de las calles, en las puertas de entrada a las bibliotecas (por ejemplo) y en mucho lugares que no son, precisamente, para tirar las colillas de los cigarrillos que, además, se los fuman de verdad. 
Entrados ya en el contexto de las cajetillas de los cigarrillos que no fumo pues resulta que reconozco que de la multitud de estancos que hay en toda la provincia de Murcia, tengo algunos que me caen mejor que otros; pero destaco hoy, porque acabo de comprar una cajetilla de Coburn ahí, el Estanco Número 39 de la capital de Murcia. Lo regenta un matrimonio que me caen muy bien (tanto él como ella) porque siempre me atienden con cortesía y con amabilidad y es necesario saber que la cortesía y la amabilidad forman parte esencial del marketing tabaquero. 
Además de darnos siempre un saludo de "buenos días" o "buenas tardes" según estén ubicadas las agujas pequeñas y largas de los relojes -aunque varíen unos minutos más o unos minutos menos relojes son- tenemos alguna frase amable para amenizar a los que están a punto de comprarse tabacos más caros o una mayor cantidad de tabacos. Es una gozada comprar cajetillas de cigarrillos Coburn en el Estanco Número 39 y nunca olvidaré la amabilidad que tienen para conmigo aunque me encuentre en la estratosfera de Marte o dando una vuelta por el Paseo de los Melancólicos de Madrid, por ver si encuentro a mi hermana para hablar de asuntos familiares que buena falta nos hace a todos y a todas. 
Hablando de asunto familiares, cuando entro en el Estanco Número 39 de la ciudad de Murcia es como si entrase en un ámbito realmente familiar y no como si entrara en una casa donde me miran de arriba a abajo y hasta me echan a la calle aunque la compramos mi padre y yo. Cosas curiosas de la vida.