minutos finales
Publicado en Jul 25, 2009
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                      MINUTOS FINALES
Faltaban apenas dos minutos para el final del partido. Corner a favor. Tal vez la ultima oportunidad de llegar a ese gol único agónico y victorioso. Jorge Sebastián Benítez, ya se encaminaba hacia la esquina donde se encontraba la banderilla. Se pararía justo ahí. Acomodaría la pelota en ese cuarto de círculo, mientras el juez de línea, observaba que lo hiciera en el lugar correcto. Mientras caminaba, miro la tribuna, a la hinchada que enloquecía a gritos con su propio nombre en la garganta. Más bien le decían por su apodo como a tantos otros: CHIQUIIII, CHIQUIIIII. La masa de gente que se agolpaba en ese sector de la tarde parecía no tener otra cosa que hacer que gritar su nombre.
Jorge "chiqui" Sebastián Benítez, ya tomaba la pelota con ambas manos, la miraba como hablándole, antes de dejarla en la línea marcada. Así agachado, miro hacia el arco, donde un montón de figuras de distintos colores se movían, se pechaban, agarraban, se miraban inquietos. Todos esperando el vuelo de la pelota, Unos para impulsarla hacia el arco, otros con la idea de alejarla lo mas posible, ahuyentando así el peligro, y mantener el tanteador en cero. "El chiqui" acomodo la pelota y lentamente se irguió. Dio vueltas de espaldas y camino lentamente en dirección contraria a la pelota. Pensaba en esa pieza preciosa que debería impulsar en un vuelo directo tratando de encontrar la cabeza de algún compañero.
Por un momento pensó en el gol olímpico, símbolo de absoluta gloria. Aunque también sabía que eso seria lo más difícil. Pero no, no quería correr riesgos innecesarios en ese partido. Era preferible un centro donde otro compañero se llevara la gloria del gol. No era momento apara heroísmos. Estaba en posición. Una corta carrera y la pelota saldría disparada al encuentro de su cabeceador. Volvió a mirar el área, allí, donde todos lo miraban a él. Donde algunos le hacían gestos con las manos, gestos con la cara. La tribuna no paraba de corear su "chiquiiii, chiquiiiii", o el nombre del equipo. Ya vendría la señal del juez diciéndole que todo estaba en orden para recibir ese pájaro redondo que el enseñaría a volar. La tarde se había vuelto silenciosa de golpe, o sea que el ya no escuchaba nada. Después de ese centro ya no habría tiempo para nada más, el lo sabía, sus compañeros lo sabían.
La hinchada lo sabía. Por eso ese preciso y precioso momento, era tal vez el más importante de ese partido.
Su corazón decidió latir con más rapidez, acelerando el máximo permitido la velocidad en sus venas. Sus sentidos estaban en alerta máxima. El también, ya que de alguna manera  volaría con la pelota para darle esa dirección justa. Por un segundo, bajó la vista mirando su objetivo. Ésta seguía ahí, tal cual la había ubicado, esperando la caricia de su pie, el que le daría el toque justo con el efecto deseado.
Dentro del área, se sucedían las corridas, los apretujones, los manotazos disimulados, los agarrones de camiseta, sin que el árbitro llegara a notar, o tal vez se hacia lek el que no veía. Todos lo miraban a él, se notaba, él lo notaba. El estadio lo miraba a él. Nunca pensó que un minuto fuera tan largo. Parecia que el tiempo que estaba allí, solo, en esa esquina, hubieran sido horas. Miraba al juez por última vez. Después vería a esa masa de colores que se agitaba. Unos con un color único, que pretendían defender, otros como él con dos colores, con sus dos colores, que buscaban el grito triunfal.
Una corta carrera, el contacto del botín con el esférico y a esperar que éste cayera en el lugar preciso. Y estaba todo listo. El juez de línea había dado su visto bueno con una señal imperceptible. Una ultima mirada de control, el silbato a la boca, y el gesto hacia Jorge "chiqui" Sebastián Benítez, para que de una vez hiciera su remate.
Los músculos tensos, la mirada atenta, las manos eran un puño, las mandíbulas  apretadas.
Todo estaba en su lugar.
La tarde había interrumpido su pasar.
Hasta que un grito resonó en todo el estadio, atravesando tribunas posiciones y colores:
•-          Jorgito a tomar la leche ¡!!
El estadio de golpe recupero el silencio, transformándose en lo más parecido al patio. Las tribunas antes bulliciosamente pobladas se transformaron en aquellas platas que debían ser cuidadas de los pelotazos. La intensidad de los colores se fue trocando casi sin querer en un monótono color de pared lavada. El lejano y ansiado arco se volvió como en un sueño en algo ilusorio. Fue como si una niebla despiadada invadiera en un estallido lo que había sido unos segundos antes una fantástica tarde de emociones.
Ante tanta desolación solo quedo la certeza de que las madres no entienden nada de fútbol.
                                                                           
                                                            Sergio Golovchenko.      
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Descripción

relato corto

Palabras Clave: minutos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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