Sí, Glosagon (Diario).
Publicado en Jun 14, 2012
Si, Glosagon. Estoy de acuerdo en lo que escribes sobre las cartas. Yo todavía retengo en mi memoria algunas de aquellas cartas que a mí, también, me daba por escribir: Quizás una desde el pueblo conquense de Valverde de Júcar dirigida a mis padres para decirles que era un niño siempre soñador, observando al perrito abandonado que estaba siendo causa de un martirio por culpa de unos paletos inhumanos y al cual rescaté para llevarlo y cuidarlo en casa de mis tíos Ángel Orero y Amparo y que después se lo llevó un pastor; quizás la carta a un amigo de Instituto (Ortiz Vergara) que se fue desde Madrid hasta Barcelona para seguir jugando al fútbol en el equipo del Fabra y Coast; quizás alguna que otra para amores que eran del todo imposibles; pero, sobre todas ellas, esa colección enorme de cartas de un chaval enamorado que había conocido a su amor verdadero y que no se cansaba de soñarla noche tras noche, día tras día, mientras volcaba en las hojas en blanco todo un manantial de palabras surgidas del alma de un lugar donde siempre está recogido el abecedario completo de los enamorados: el corazón. Cartas que forman parte de una vida que parece que ahora muchos han olvidado. ¡Qué sensación más grande y más emocionante es ir escribiendo sentimientos que huelen a tinta y surgen de los más hondo de un espacio infinito llamado AMOR!. El color amarillento de esas cartas tan escritas con la verdad que cada uno tenemos más allá de la inteligencia de nuestro cerebro es el color que más me gusta repasar una y otra vez, blanquearlo de nuevo con mis ilusiones y darlas un brillo algo así como si las hubiese puesto a secar en el cordel donde están las ropas diciéndome que la vida del amor es eso mismo: salir a la luz del sol para escribir cartas que te acompañan siempre en los sueños nocturnos. UN ABRAZO.
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