DE TODO Y NADA
Publicado en Feb 11, 2009
Atrás dejé los cementerios solos,
las lápidas color ceniza, los huesos frágiles, turbios vestigios sin memoria de nadie, huesos en deuda y desahuciados por el casero infame, oh, sí, atrás. Atrás la negra vestidura de la maldición juglaresca tan venida a menos, tan grotescamente irrisoria ya, tan demodé. ¡Abismos lustrales, atrás! ¡Orgasmos purulentos, perras hambrientas, hímenes desgarrados, huecos insalubres, dioses muertos, gárgolas derruidas, atrás, atrás, atrás! ¡Vade retro caduca luminosidad metapoyética! ¡Von vogaje! Ahora, sólo ahora, solo, sólo el sol en venganza radioactiva, atómica, ultravioleta sobre la tierra a punto de parir flores incandescentes, verdes praderas augurales guardadas para la posteridad. ¿Por qué para la posteridad? Denme, denme el fruto redondo del artificio, la dulce pulpa regenerativa, la virtual virtud de las vírgenes engarzadas en la red sideral, en su vincular circuito sin fin. Denme las aguas destiladas en su pureza extrema, traídas en ánforas transparentes como el cristal, incorruptibles corazas de inmortales… Ah, déjenme rodar por la alfombra verde extendida, sobre la graba infértil, saborear su milagroso despliegue, su resplandeciente perfección. Y tararear algo así como un espasmo, como una canción primitiva, inidentificable, ininteligible, insípida. Atrás dejé los senderos nebulosos, las hórridas catacumbas. Atrás la hora de la siembra, la cosecha, la fiesta… Ahora, sólo ahora, solo, sólo el tiempo de la siesta, del absoluto ocio, del eructo (perdón), de la miel ya destilada, de la fruta puesta y servida, procesada… De todo y nada.
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Horacio Lobos Luna
Benjamn Torres U.