Core ingratto:
me tienes al borde del desvelo desde hace mil y un poemas,
ebrio de la cuestión que entornan tus ojos blandos,
sobrio de las respuestas al latir de tus erguidas miradas.
Son el portal de los días que no viví en consiente plenitud,
¿son tus ojos acaso?
Desnudas mi alma a latigazos de tilde escarnio con el vil tifón
de tu indiferencia a mis caricias, enmascarado profeta de tinta que sufre
al retoño constante de tu gélido rechazo bajo cero,
que es de lo que ahora estoy vestido.
En polvo, polvo de diamantes se sazonan las lluvias que vomitan
mis ojos al no entender la frigidez de tus acciones,
porque eres témpano amatista, eres frío, copos de mesura odiosa
para estas manos de seis uñas ociosas,
¿cuándo te volviste tan graniza?
Tú tan muerta, tan lívida, fría y yo que no controlo tanta calidez,
mándala de contrastes, ígneo suspiro, estepa de mis delirios, tundra maldita
¿me pregunto si en todas las vidas que tú y yo amamos la poesía diaria,
en todas, en todas se habrán invertido los papeles?
Sepultado en ataúd de hielo perpetuo, como congelado centinela,
espía de nieve, mirón, un mirón que si te vio,
que sigilosamente observa y aguarda
tras los iceberg de carne, de la aglomeración enmohecida de tus andares,
tortura en turno, el pregonar de lo que se me negó, el beso en público,
la prohibición de las manos entrelazadas, la censura del abrazo eólico
que desvanece el frió que tú no padecías cobijada en brazos ajenos,
¿cuánto sentir se me exiliaron a petición tuya amor ancestral?
No sabes cuánto anhelo la compañía de tus labios muertos cuando no estás,
pero los extraño más cuando te encuentras cerca,
pues los manifiestas cual lejano recuerdo,
 como arcaica memoria.
¿Mea culpa?:
yo alguna vez fui el cero absoluto y tú volcán encendido, tornado carmesí,
combustión carnal
duele la duda, y odio a tus celos así como amo toda tu existencia,
me enorgullece tu sonrisa y la fortuna más grata
son tus manos pálidas en mi rostro, ¿pero cómo puedo saber si estás aquí?
No me canso de tejerme a esta realidad, pues ya antes así como ahora,
me has anclado a este plano pero parecemos la imagen cóncava
y convexa de alguna broma del reflejo, necesito las aprobaciones
de todas tus vidas, de todas las pasadas en las que has estado conmigo,
para preguntarles si es que en las otras terceras muertes has regresado
cual blanca, y sombría ánima fantasmal de demacrado afecto.
¿Qué me convirtió a mí en ardiente azúcar?
Eres la cascada del destello y el vibrar de mi corazón humano,
pues soy tuyo a todas horas, y tú eres mía cuando lo necesitas,
pizcas al gusto, moderado, al hervor correcto que dictan las reglas,
las instrucciones, han sido mil y un poemas, mil y un vidas que nunca viví,
y si esta es otra, amada Ninfa dime tus dudas y no me dejes incompleto
el poemario ya es hora de que termines con lo inconcluso,
evítale más lágrimas al escarabajo dorado que tanto ansía ver concluido
este glaciar soneto sideral.
Te amo de mil formas, todas adheridas a los sueños donde
reencarnamos una y otra vez.
¿Cuántas veces más volverás? ¿Cuántas otras partirás?
Te deseo en caluroso amanecer, y al endulzado anochecer
al que me tienes acostumbrado, que me perdonen las estrellas el desvarió
y el escarabajo la reverencia, flor de seda, Ninfa de mis vidas pasadas,
me enferma la música cuando no encuentro el tono de tu sonrisa,
soy frágil mariposa en tu cobijo estelar, y poderoso dragón al brusco
movimiento de tus caderas, reconóceme, dame vida, carne,
sangre otra vez que mi batalla terminará cuando el cianuro sea fruta opcional,
ya no quiero ser de nuevo el motivo por el cual ladran los perros
en la noche mi amada capricornio.
Pues tal vez solo soy yo... disfrazado de un profeta de tinta...
con la máscara de un escarabajo
lagrimal que se ha hartado de tantas muertes a este amor
que no concilia el sueño como un tatuaje falso, polución absurda,
pesadilla rancia, una parodia de sus protagonistas
yo... tu Zafio Guardián... y tú... la bella Ninfa...
Pues soy un loco, uno que exaspera por aparentar ser un lascivo
amante eventual, un eslabón más al currículum de mi única razón de existencia,
ante todos los ojos no soy más que eso, una rémora que te limpia
los dientes cuando están manchados de deseo, una escalera
que sirve para atrapar a cualquier lucero cabizbajo...
Pues ante ti no tengo nombre aparente, ocasional "poeta",
un doloroso apodo, un transeúnte que anda sobre su legua en las avenidas
llenas de huellas ajenas de tu blanca ciudad, de tu urbe maravillosa,
necrópolis de hedores, piel congestionada,
un incognito signo interrogante con infame admiración,
la onomatopeya del viento, el antónimo de alguna sombra, un rumor,
clandestina prosa, eso soy ante los ojos de todos los que me ven contigo,
no soy más que eso, y puede que también ante los tuyos
mi opus alquimicum solo sea nada.
Qué condena tan injusta la del escarabajo apócrifo este,
¿qué profana nigromancia vierte sobre nosotros al hacernos
galaxias tan simples?
¿Que seré en tus pensamientos?
¿Que serán para ti mis letras?
¿Que significará para ti mi existencia?
Estos estigmas tan asfixiantes como rima barata impresa
en un vil seductor de fiestas venéreas donde acuden las más deplorables
almas que huyen de toda moral, con ninguna prudencia,
conjugando a todas, en poemas de una sola noche...
¿ha de ser horrible solo ser una noche para este "poeta" versátil ,no?
Los consejos recopilados a la deriva me cuelgan,
soy un estúpido ornato de palabras de aliento de gente que me ama,
o que me escucha, o que solo quieren ser más inteligentes
que yo aparentando la positiva fotografía en el marco pesimista
de la imagen sentimental con podrida metáfora.
Hoy sin cesar le grito al escarabajo,
¿qué es para él la reencarnación?
¿Cuántas lleva?
¿Alguna vez le otorgaron tanto frió como a mí?
¿Agorar es un bureo para él?
Callado, enmudecido ante la incoherencia de mi delirio literario,
sus ojos de grisácea curiosidad han de pensar lo que yo... nada.
Tengo miedo de que se trate de eso... la nada.
¡Ah! mi amada Ninfa en que ocupas tus momentos libres de mi,
si es que los tienes a diario o en lapsos cuando parpadeas rio arriba
o caudal debajo del efímero suspiro,
¿qué escribirás al aire cuando recuerdas algún enojo, alegría, o caricia torpe?
¿Extrañarás la música, tu libertad, algún platillo favorito, no lo sé,
buscarás algún oasis cristalino, o te pondrás a soñar?
¡Oh! mi bella Ninfa... estoy tan asqueado de escribir deseos
para alguien a quien no puedo ver...
¿Por qué no estás ahora?
¿Que no sabes que estoy muriendo por ti?