Gastar saliva por gastar saliva. Cuento de Alberto Carranza Fontanini
Publicado en Jul 26, 2009
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 Imprevistamente- mientras pega los envaces que requiere la singular producción del menjunje que contiene cualidades alimentarias sorprendentes y, a la vez, sin dejar de calcular la ganancia que obtendrán en los próximos pasos hacia la creciente abundancia, Lucio observa con intensidad a Luisa, quien teje y reteje las fibrosas capas del colorido papel que ( oh, hallazgo) encontró revolviendo en las bolsas de los residuos domiciliarios y ya que se acerca el invierno transformará en primoroso acolchado. Y aunque advierte la persistente mirada de su marido, se mantiene incomovible porque para ella no es cuestión de gastar saliva por gastar saliva. Tampoco para Lucio porque en realidad lo que menos quiere es que Luisa hable; mejor que Luisa no diga ni "mu" sino que lo escuche sin pleonasmos ya que para él tampoco es cuestión de gastar saliva por gastar saliva. Y dado que en esta cuestión de economizar se identifican como dos gotas de agua ella que teje y reteje el primoroso acolchado se limita a lanzarle una mirada incriminatoria porque lo ha interpretado erróneamente y considera que Lucio quiere obligarla hablar, es decir, quiere obligarla a gastar saliva por gastar saliva. Entonces Lucio, con expresión aventuradamente triunfal, sorbe el trigésimo mate de yerba usada diez mañanas seguidas y arriesga: " Se gasta mucho taco y mucha suela con estos once pisos por la escalera..."
_ ¡ Ajá!- responde ella con ironía-pero bajar por el ascensor consume mucha electricidad y acordamos no pagar  ni un centavo más por ese costoso fluido...
_ Pero reponer tacos y suelas cuesta bastante-argumenta Lucio viendo con ternura filial sus zapatos que no brillan pero llevan a cuestas sus diez buenos añitos-, a lo que hay que agregar , por más engrasado que esté, el desgaste del cuero debido a la fricción del empeine y el ante-pie.
_¿ Ahora te dio por la ridiculez de quejarte?- retruca Luisa- ¡Mirá mis zapatitos...bien calladitos los muy santos llegaron a los dieciocho años de uso abusivo. 
Ciertamente, Lucio envidia los zapatos impecables de Luisa y cómo logró esa sorprendente duración mediante su dieta vegetariana que la mantiene liviana como una pajarita que anda por todas partes a los saltitos y con esos saltitos constantes que la levitan a dos centímetros del suelo. Pero todo tiene su opuesto y cuando no anda a los saltitos (o sea la mayor parte del tiempo),denota el padecimiento en su cara por tener continuamente puestos esos apretados zapatitos que le provocan callosidades, juanetes y Hallus -Valgus en los dedos gordos que empujan y luxan los dedos chicos.
Por su lado, aunque Lucio dista de ser un tipo gordo, aparece muy hinchado por causa de su mal hábito de sorber mates todo el tiempo y de almorzar y cenar pan mojado de tres semanas, además de su ingesta de grandes cantidades de las sobras del " Dupero-doprotéico" que es un alimento inmunizador-energizante compuesto por restos de insectos intencionales (nadie más que ellos saben la fórmula de ese alimento por demás exquisito y que subyuga tanto a la clientela " in crescendo" de ese y de los restantes edificios de la vecindad), que Luisa y Lucio confiscan de cada venta.
Pues bien, Lucio cela a Luisa porque a ella no le cuesta prevalecer en todo y, aun apelando a su mejor afán competitivo, él rara vez logra descollar. Por eso,decidido a sacar ventaja piensa con instantánea velocidad y dice: " Tus zapatos estarán en mejores condiciones, pero con los míos mis pies se sienten como en su casa, en cambio los tuyos, para combatir las callosidades, te hacen gastar una lija al agua por día, lo cual es un despilfarro imperdonable, con el agravante de la renguera compartida por ambos pies alados que reflejan en tu cara un martirio insoportable durante y después de tus inquietos vuelos de pajarita."
Luisa lo mira desdeñosa. No dejará que él gane ni un tranco de pollo y ante semejante mordacidad apela a la indiferencia enfrascándose todavía más en la prolija costura del  primoroso acolchado del cual se permitirá mínimas distracciones cada vez que eche discretas miraditas al reloj que le recuerda la innecesariedad de perder el precioso tiempo, vale decir, ese tiempo que le queda para lograr la meta de enriquecerse dependerá del buen aprovechamiento de la suma de las horas.Luisa y Lucio pertenecen al tipo de personas que trabajan de día y de noche también, por lo que, desde que se dedicaron aquel " metiere-inmune-culinariun",precisaron  la manera de cazar los insectos que aún pululan por la autopista de la vecindad,sin los cuales ellos carecerían de la imprescindible materia prima para macerar sus jugosas y tan ponderadas comidas al estilo  "escara-hormi-ga-bajo."
Conviene, en este caso, clarificar el método usado para que tales insectos se conserven por tiempo indefinido, sin dejar de hacer hincapié en dos puntos principales. En primer lugar, cabe preguntarse si estos innovadores de productos vitamínicos-reconstituyentes, durante la incesante labor de recolección de insectos, acaso puedan afectar el equilibrio ecológico... La respuesta es un no rotundo y sostenido porque con el reciclaje de estos inocentes animalitos han contribuido a sanear de bacterias a una considerable parcela de la ciudad, con el agregado del generoso aporte de proteínas insustituibles y la mejoría inmunológica de los consumidores frente a las pestes de moda.
En segundo lugar, dándole aval a lo anterior se debería reconocer la utilidad del impensado descubrimiento científico. Vale decir, de una vacunación masiva económica utilizable en el futuro mediato para el resto del superpoblado planeta. Y también vale decir que, en primera instancia, los actuales consumidores por lo menos estan inmunizados gracias a Luisa y Lucio quienes consiguieron conservar en buen estado la materia prima compleja con Formol y el Formol mata todo y deja todo impoluto. No obstante, en contraposición, el Formol contiene una característica indeseable que ni ellos dos pudieron resolver. El inconveniente mencionado es que el Formol hace llorar a mares, como hace llorar la cebolla cruda pero peor.
Ahora bien,¿cómo se proveen de litros y litros de Formol a un precio irrisorio? El entusiasta y económico matrimonio acude cada mes al laboratorio del medio hermano de Lucio, quien para evitar aquellos dos fastidiosos cicateros, y con tal de sacárselos de encima, remata el Formol envasado en gruesos botellones que los destestables parientes acarrean muy orondos al irse.
Ahora bien,¿ cómo evitar llorar a mares a causa del Formol? Luisa, fue la que dio el primer paso feliz en ese sentido, al comprar unos tapones-antiparrás que astringen el desmadre de la glándula lagrimal.
Lucio, no pudo abstraerse todavía pero no pierde la esperanza de comprarlo dentro de poco en  lo del farmaceútico medio lelo que se equivoca en los precios siempre a favor del cliente ya que, después de todo,ella jamás se los prestará (y por supuesto,de ser suyos, él tampoco se los prestaría),y para evitar cualquier conato de tentación,los mantiene ocultos entretanto no le son de utilidad en su llorosa labor del envasado.
Ahora bien, respecto a los gastos fijos del departamento del onceavo piso, llegaron a un acuerdo satisfactorio: los lápices (con los que contabilizan en el viejo cuadernote heredado), que fueron comprados en una oferta de todo por dos pesos, durarán unos seis años más. La imprescindible y vacilante iluminación es provista por los cirios sustraídos de la parroquia al finalizar cada Pascua, de modo que la duración es anual. El costo de una T.V. (o de un radio u otro artefacto del hogar), lógicamente les es prohibitivo para sus economías.  Y en cuanto a la cocina de leña funciona con tronquitos, ramas y ramitas de los árboles que, con las tormentas, los desparraman en abundancia en la plaza central. Y así, y por el estilo, ocurre con cada bien mueble analizado al pormenor...
 Pero hoy Luisa se asombrará ante lo inesperado porque mientras ella teje y reteje las capas cada vez más densas, pegadas con engrudo, del acolchado, Lucio ha cavilado durante horas para hallar la solución a un dilema que lo trae de cabeza. Ese dilema se traduce en cómo hacer para no gastar los tacos y las suelas de esos zapatos que le son tan cómodos. Y de pronto una luz profana su conciencia y le hace exclamar (¡Eureka!) con alegría "¡Ya lo tengo!" y lo induce afanosamente a calzarse los amados zapatos y abrir el ventanal- cuyos goznes oxidados chirrian necesariamente-, y a lanzarse al aire a pedalear con energía mayúscula - sin mirar debajo del onceavo piso-, una hermosa bicicleta. Lucio pedalea en su bicicleta y la bicicleta se desliza por una rampa superflua y acaracolada y él no cesa de pedalear con la expresión de un místico, con el entusiasmo de un poeta, con la frenética y absoluta libertad de un loco y Luisa (que ha abandonado su teje y reteje por una impronta de insólita curiosidad), se siente arrebatada por aquella genialidad y llena de orgullo mira como su buen Lucio acaba de imaginar esa maravillosa invención; invención inimitable que le impedirá gastar los tacos y las suelas de sus queridos zapatos. Luisa apremiada por la emoción revive en su cuerpo gastado por la constante economía, la pasión del  idilio que tuvieron durante la juventud y llora con esas lágrimas que detesta -lágrimas que recorren sus mejillas teñidas por la constante ingesta de hortalizas, lágrimas que despiertan del sueño estigio el amor también dormido por la economía del sentimiento-, y en esa rara instancia en la que ella recupera el pasado amoroso, su grito de admiración es dirigido ahora a su amado Lucio: " ¡Mi Lucio, mi Lucio querido!" Pero él, abstraído en la libertad duramente conquistada, pedalea y pedalea porque no oye ni quiere oír, porque no quiere salir de su única obsesión;porque la obsesión que le permitirá economizar en los tacos y las suelas de sus amados zapatos  ya está en marcha bajando por la rampa acaracolada. Sin embargo Luisa persiste con tenacidad  porque de pronto se volvió turulata de amor y ese amor resurgido de las cenizas, ese amor encapsulado por la miseria, precisa inmediata satisfacción. Es un volcán que surge de la entrañas de Luisa la que la hace gritar:
 "¡ Lucio amado, ven, tómame entre tus brazos y poséeme, por favor, ven...!
Pero esta perentoriedad será inútil, será vana. Lucio ha borrado de su conciencia temporal todo lo que ella ha recuperado de su pasado y no la escucha ni tampoco la quiere escuchar. Aunque para Luisa - que nunca cede un tranco de pollo- esa endecha amorosa será un imperativo pasional que no se encauzará hasta que él la oiga. Por eso,Lucio,resignadamente, afloja el pedaleo de su bicicleta maravillosa y eleva unos ojos suplicantes para que Luisa  ya se calle, para que ya no hable ni "mu"... ¡Crasa debilidad que le hace perder la concentración del feroz pedaleo! Y así, simplemente por un detalle nimio, es que la bicicleta y la rampa se desvanecen en el aire y Lucio, desorientado, cae en picada desde el quinto piso a la vereda. Después, maltrecho, descalabrado, con una voz gutural que no reconoce ni él mismo, en un postrer esfuerzo masculla: " Pobre Luisa..., nunca podrá quitarse la manía de gastar saliva por gastar saliva."
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Descripción

Gastar saliva por gastar saliva.

Palabras Clave: Mezquindad al extremo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Creditos: Alberto Carranza Fontanini

Derechos de Autor: I.S.B.N:987-9009-01-0


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