No
Publicado en Jul 26, 2009
No me sentaré a la orilla de un río
o ante el mar políglota y sus sonatas a esperar que vengas, amada, como una profecía. No soy tan engreído o frívolo para eso. Se que en cada gota transitoria transcurre una mujer ventosa y humana que puede llevarlo a uno a la locura porque no aparece de nuevo para amarla pues el agua no se repite como espejos. Las gotas dulces o saladas producen agonías que suelen ser arteras y nefastas. Conoces cómo palpitan fuerte mis carótidas y que mi ego y mi furia me llevan a accionar. Tengo las pasos lascivos del gigante que va sobre el mar como un can por las islas. No soy de esos inmóviles a los que la lejanía anula. No puedo sentarme a media asta a esperar que tus esmaltes vengan en una botella perdida. Soy del linaje bermejo del indígena que levanta por bandera una lanza de trinos. Caminaré entre los elementos como un cíclope entre los nubarrones sordos y las nubes aciagas hasta dar contigo y tu alevosa melena. Puedo parecerte un árbol macilento: Perdóname si soy arrebatado, mi princesa. Mas no funciono como resignados galanes caídos. En mi sistema de arterias sulfúricas sentarme ante espejismos fluviales no es mi fuerte. Asumí el liderazgo de mi vida hace mucho. Me encanta besarte las orejas y llevarte en mis brazos nobles con mi fuego a un clandestino paraje de acordes milenarios para recorrer sin fin tu cuerpo interminable y hacerte vibrar como a una campana de plata. Eres mi igual y mi éxtasis. Así que no luches ni zapatées contra mí: Me reservo el derecho de buscarte y quererte.
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Richard Albacete
RICHARD
Susana del Rosal