Procuremos así, acercarnos al cuerpo
Publicado en Jul 01, 2012
Tenía la cara arrancada, un dejo de bestialidad, bella animalidad. Entendí que era la forma que adoptó su cuerpo con el tiempo, una especie de súbito síncope metafísico que nos arrastra a todos, irreductiblemente. Él dormía y yo estaba en silencio, experimenté fenómenos magnéticos de todo tipo; la luz en la ventana del día se disipó levemente mientras me apoderaba del caos físico, una especie de torbellino de fuerzas superiores, sentí miedo de no entender la extensión de su voz de sonidos fragmentados y que él no supiera de la intensidad del dolor de cuerpo que poseo. Respiré levemente en su oreja y supe que sólo podía quedarme con los signos detrás de sus gestos, algo que seguramente él no veía, pero yo sí, era un torbellino de fuerzas superiores que lentamente quebraba el manso sometimiento intelectual del lenguaje para dar lugar al acento del espíritu en vertiginoso descenso, la verdad. Nos vi desde arriba, éramos dos personajes imaginarios, un poco transparentes dada la ternura de la situación, pero estuvimos horas enteras al borde de un trampolín a la destrucción y la salvación, pensé que era una especie de exorcismo de almas, pero era la imagen espiritual de la peste.
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