BUENO, HERMANITA
Publicado en Jul 26, 2012
Para Getzemaní, hacia el laberinto de la ciudad Demasiado altos los muros del callejón, hermanita. Esa acuosa estrechez de ladrillos viejos forrados con musgo, me atemoriza. Caminaré sin mirar atrás para confirmar si me sigues. Aún como fantasmas cualquiera de los dos, no me dejarías solo. Oscurece, hermanita, de nuevo oscurece. Por este callejón, que ignoro a dónde me conduce, siempre será cualquier hora de la madrugada o del atardecer. Esto no es un laberinto. No puede serlo para ninguno de los dos, ¿verdad, hermanita? Me espantan los laberintos. Tengo miedo hasta del más pequeño de ellos, no porque me desoriente allí dentro sino porque cuando me resigne al extravío, encontraré entonces muchas salidas sin buscarlas. Jamás me habrías pedido entrar en uno. Cada vez más estrecho y alto. Reducido y alto. Oscuro como el color de tus ojos cuando no odias. Confío en ti y en las voces delante de mí. Frente a tu silencio, esas voces me intranquilizan un poco al no identificar el idioma. Algo grave susurran, en lengua desconocida para mí. Hermanita, ¿qué haces ahí crucificada?
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|