Luz Celeste (Novela - Comic - Guin Cine) - 12 -
Publicado en Jul 27, 2012
Jota Jota y Leda Melo de Carvalho están ya sentados en la sala-jardín del Hotel Meliá Florida de Madrid, con sus vermús todavía sin beber.
- Entonces... ¿te apetece un cigarrillo de los míos? Jota Jota saca su cajetilla. - ¡Dios mío! ¿Qué es eso? - Tabaco bien negro del que fabrican los indios de Norteamérica. - ¡Por favor, vaya ruina de tabaco! ¡Prefiero invitarte yo a uno de los míos! Leda Melo de Carvalho saca, de su bolso, una cajetilla de caro tabaco rubio norteamericano. - Si no hay más remedio. - Existe un remedio. Que fumemos los dos tranquilamente pero olvidemos esta absurda conversación y nos vayamos cada uno por su lado.- - No, Leda... me interesa de verdad hablar contigo. Te prometo que será muy interesante. - Eso espero... Él enciende, con su mechero, el cigarrillo que ella ya tiene entre sus labios y luego enciende el suyo mientras se acomoda lo mejor que puede en el banco de madera. - Ponte cómoda. - ¿Igual que tú? - Igual que yo. Fuera los convencionalismos y seamos informales para hablar con total naturalidad. Como un hombre y una mujer sin prejuicio alguno. Ella se convence de que Jota Jota es totalmente natural y se acomoda lo mejor que puede. Parecen un amigo y una amiga sentados un poco a lo salvaje y muy lejos de cualquier norma y etiqueta social del bien sentar para una señorita de mamá y un señorito de papá. - ¿De dónde eres, Leda? - De una ciudad brasileña llamada Macaus. ¿Sabes dónde está? - Por supuesto. Es la capital del Estado de Amazonas y del Amazonas es lo que me interesa hablar contigo. - ¿Entras ya en materia? - Para que perder el tiempo en rodeos verbales. De momento mi pregunta vital la dejo para después de comer. - Pero... ¿quién te ha dicho a ti que yo voy a almorzar contigo a solas? - Nadie salvo yo mismo... pero porque te interesa escucharme. - ¿Qué es lo que me interesa escucharte yo a ti? - Algo que no es lo habitual que hablas con el resto de periodistas. - ¡Tú dirás entonces de qué quieres que hablemos y que sea algo fuera de lo normal que hablamos entre los periodistas! - ¿Conoces algún pueblo amazónico que esté en peligro de extinción y que esté pidiendo ayuda y auxilio para sobrevivir? - Si sabes algo de eso, si que me interesa escucharte siempre que sea una novedad original. Efectivamente, conozco el caso de los yanomami. - ¿Has estado con ellos alguna vez? - No. Pero he leído mucho sobre ellos. - ¿Por dónde habita ese pueblo? - Por el Estado de Roraima. Entre Brasil, Cuyana y Venezuela. - Eso se desvía mucho de lo que yo esperaba. Me estás hablando de la cercanía del río Blanco. - ¿Se desvía mucho de qué? - Escucha, Leda, vamos a tomarnos el vermú tranquilamente y después te propondré algo que de verdad te va a interesar. - Espero que no me estés haciendo perder el tiempo. - El tiempo se pierde o se gana según entendamos para que´sirve el tiempo. ¿Tú crees que el tiempo para los yanomami es igual que para nosotros? - NO había pensado nunca en eso. - Porque hasta ahora sólo eres una muy famosa periodista de altos salones culturales. - Me interesa mucho seleccionar mis artículos en baso a la alta cultura de mis lectores. - Está bien. Buen método para llegar tan pronto a la cima y la fama a través de los más importantes medios de comunicación social. - ¿Me estás criticando? - No te estoy admirando... pero volvamos a la pregunta... ¿qué me respondes? - Lo de antes. No me he parado nunca a pensarlo. - Pues no. El tiempo para los yanomami no es lo mismo que para nosotros. - Explícame eso para que lo pueda entender. - Para los yanomami cada día es una angustia de supervivencia porque viven al filo de la navaja entre su existencia o su no existencia; mientras que para nosotros dos, aquí tan cómodamente viviendo, cada día es un placer de la existencia y no tenemos ningún temor de extinguirnos. ¿Comprendes la enorme diferencia? - Lo entiendo. Es la primera vez que alguien me lo dice de esa manera... pero lo entiendo. - Entonces vamos a comer. - ¿Quieres que compartamos la comida con mis amigos periodistas internacionales? Puede ser también muy interesante para ellos poder escucharte. - No. Lo que te voy a proponer sólo es un asunto que no me interesa que lo sepa nadie salvo tú. - ¿Ni tan siquiera esa guapa chica que te acompaña? - ¿Cómo sabes que me acompaña una chica guapa? - Os vi llegar al hotel y me fijé en vosotros. - Pues tampoco me interesa que se entere ella, por lo menos que no sepa lo más esencial de este asunto, así que si no te importa, y antes de que nos descubra, vamos a pedir que nos sirvan la comida aquí mismo si estás de acuerdo. - Eres bastante sinvergüenza ocultando eso a ella. - No lo creas así. No opines de esa manera tan a la ligera sobre mi personalidad en cuanto a las mujeres. - Está bien. Acepto.
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