MELODÍA PARA ÁNGELES
Publicado en Jul 28, 2012
Al acongojado ángel de piedra, sencilla piedra de río extraída del Santo Domingo en Calarcá, Quindío, Colombia, ¿qué podemos decirle, no para que sobrevuele primitivas ceibas del pueblo, sino para que comprenda lo pasajero de la carne? Ese ángel caminó por la playa, trazando con sus alas huellas en la arena. Le gustaba arrastrarlas sobre hojas secas, sobre piedras húmedas, sobre el polvo de caminos veredales quindianos. Nadie las seguía, aunque borrarlas era la manera de seguir tras ellas para descubrir al ángel. No era sexo ni amor cuanto este pretendía con quienes recorrían la playa. Ni mucho menos con los náufragos. ¿De qué me sirve que me amen?, preguntaba a los paseantes, quienes le dejaban allí en silencio, cargándose la irresoluble pregunta hasta el final de sus vidas. Por razones innecesarias de argumentar aquí, el ángel era de piedra real, no metafórica. Prefirió tal destino en un parque, antes que caminar solitario por la playa, imprimiendo huellas de pies y alas que a nadie incumbían. Estatua de mármol, lejano ideal irrealizable. Su naturaleza de piedra era inalterable. ¿Podremos decirle algo a un ángel así? Y si pudiera respondernos, ¿diríamos algo a partir de sus palabras? Alguien expresó que hay canciones especiales para vivificar ángeles de piedra. Incontables poetas y magos las conocen, pero no andan revelándolas al primero que lo solicita. Tienen también instrumentos especiales y saben en cuál momento interpretar la canción. Esto se puede comprobar en muchos parques o cementerios del Quindío, donde solo están los pedestales y soportes, porque los ángeles escaparon.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|