- ¿Le gusta el café?
- Excelente, Don Geovanni. Me parece que es colombiano.
- Se equivoca, señorita Carmen. Este café es ecuatoriano. ¿Y ahora qué me quiere preguntar? Si se refiere a algo de Teología o de Religión no pienso contestarle nada. 
- No me dirijo a usted como sacerdote sino como antropólogo. ¿Es usted de verdad un antropólogo?
- Sí. Soy un famoso antropólogo a nivel mundial. ¿Qué quiere saber?
- Quiero saber si existen tribus nativas cerca de un lugar ecuatoriano llamado Edén.
- Depende de qué lugar me está usted preguntando y dónde se encuentra ese lugar.
- Solamente quiero saber si hay tribus amazónicas en zonas que estén cerca de la localidad ecuatoriana llamada Edén. 
- NO se ha visto ninguna tribu por allí; pero quizás se está usted refiriendo a los tagaeri o a los taromenane, que son de la familia de los huaraoni.
- ¿Y esas tribus son peligrosas?
- Mucho más peligrosas de lo que usted se pueda imaginar, señorita. Son totalmente belicosos y hostiles porque odian la presencia de otros seres humanos ajenos a ellos. ¿Es que está usted pensando en ir por allí?
- ¡No! ¡Jamás! ¡Estoy intentando convencer a alguien de que no vaya!
- Pues convénzale lo suficiente como para que no cometa ese error. Puede ser mortal acercarse por allí.
- Ya he escuchado lo suficiente como para decirle que no cometa esa locura. ¿Hay aquí algún servicio de Internet?
- Al lado de Recepción hay una Sala de computadoras.
- Gracias por todo. El café estaba excelente.
- Pero señorita... ¡no se le ocurra por nada del mundo ir por allí!
Carmen ya no le contesta porque sale corriendo hacia la Sala de computadoras.
- ¿Puedo usar el Internet? Pago lo que sea. 
- No se preocupe, señorita. ¿Es usted periodista?
- No, caballero, todavía no lo soy; pero trabajo como ayudante de un investigador profesional con quien comparto también estudios de periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
- Es lo mismo que si usted ya fuera periodista. Puede usted usar el Internet. 
- Pago lo que sea.
- En estos casos es totalmente gratuito. 
Carmen se sienta, enciende la computadora y rápidamente encuentra lo que estaba buscando.
- ¡Aquí está! ¿Existe la posibilidad de hacer copias?
- Por supuesto que sí. La copiadora está al fondo. 
- Pues ahora le voy a demostrar a Jota Jota que lo suyo es una locura.