En un lugar escondido de la selva...
- ¡Os hemos reunido aquí a todos vosotros, Pequeños Brujos, porque es necesario tomar una decisión urgente!
- ¡No me avergüences más ante ellos, Inka Kurax!
- ¿Por qué no te callas? ¡Me resulta imposible creer que seas tan impotente, Huatuc!
- Insisto en que no podemos hacer otra cosa sino esperar. 
- ¿Esperar a qué? 
- Esperar a que Oomba Woomba Shoomba, el dios del fuego, vuelva a derrotar a Illapa, el dios de la lluvia. 
- ¿Qué decís todos vosotros?
Los Siete Pequeños Brujos afirman con sus movimientos de cabeza pero sin atreverse a decir nada.
- ¿Estáis todos de acuerdo en que hay que esperar?
- Si seguimos intentando forzar nuestras mentes tomando tanto yopo diario sólo nos puede suceder lo que a Jatun Layqa y ni yo ni ninguno de estos siete brujos tenemos ganas ni deseos de morir de esa horrible manera. 
- ¿Y si me nombráis a mí como Gran Brujo, Huatuc?
- Eso es del todo imposible, Inka Kurax. Tú eres el representante de la Justicia y el Gran Brujo es el representante del Poder.
- ¿Y cuál es el motivo por el cual no se puede ejercer ambas cosas a la vez?
- Nuestro pueblo jamás aceptaría eso. La Ley de Viracocha lo prohíbe. Y la Ley de Viracocha está por encima de todos nosotros. Si se te ocurre plantear eso al pueblo hasta te quemarían vivo. 
- Pero... ¿y si nombramos a Pacha Quisha como la Reina Mayor?
- Todos nosotros podemos aceptarla sin duda alguna y el pueblo también; pero sólo si ella lo acepta voluntariamente y sin ser presionada por nadie. Si la obligas de alguna manera a ello tú caerías en desgracia y te abandonarían para siempre en la selva muy lejos de nuestra ciudad. 
- Si es por la salvación del Pueblo Puka estoy dispuesto a ese sacrificio.
- No olvides que, al ser nombrada Reina Mayor, podría convertirse en diosa. 
- ¿Y qué hay de malo en eso, Huatuc?
- Que no lo admitiría jamás el dios blanco y seríamos todos destruidos. 
- De todas formas se lo propondré mañana mismo.
- Recuerda siempre que te lo he avisado. Sólo si ella lo acepta voluntariamente y sin presión por parte de nadie sería posible... pero las consecuencias serían desastrosas porque el dios blanco perdería todo su poder y éste pasaría a manos de ella. ¡El Pueblo Puka entraría en el camino de su destrucción total!
- No creo que el dios blanco se enfade por ello. 
- Entonces mañana mismo se lo propondremos en medio de la Fiesta Real. Sólo a través de una Fiesta Real cumpliríamos con La Leyenda de La Joya. 
- Podemos decir al pueblo que es necesario volver al matriarcado. 
- ¡Si se entera el dios blanco moriremos todos!
- Yo no tengo temor del dios blanco. Acepto mi sacrificio. Si tengo que irme del Pueblo Puka buscaré refugio con él y él me ofrecerá su cobijo. 
- Está bien. Si crees que el dios blanco es así de bondadoso así lo haremos. ¿Aceptáis todos vosotros esta idea?
Los Siete Pequeños Brujos afirmaron moviendo sus cabezas.