Piedraluna
Detrás del muro, en todo lo que no digo, hay una canción.
Algo dulce, las cañas suspiran en el jardín. Una sirena se envuelve en su cuerpo de algas. Brilla con luz propia, cercana al hielo, al fuego.
Se funden las especias en los calderos de la luna. Aroma a tierras húmedas, islas perdidas en el corazón del mar. Las aguas se abren, no tienen fondo, no tienen dios.
Hierven las estrellas, estoy partida, pintada en sepia por una tiza multicolor. Ceniza roja en los labios, lo efímero palpita detrás del ventanal, como eco de la primavera que pasó.
Una mujer remueve las olas, extrae un pergamino de nieve y busca a su niña entre las sombras. El bosque habla su propia lengua, nadie comprende. Una serpiente desnuda sus pieles entre las gemas del río. El arroyo muere en el jardín entre el avellano y la caléndula.
La tormenta de arena se lo lleva todo, quedan las piedras. Hogueras, ramas del ciprés, un reflejo sin tiempo de mis ojos en llamas. La sirena se convierte en pájaro volando hacia el plenilunio. Ahogo mi pena y repito una canción.
Luciana Forster