Sus letras se hicieron cada vez más pequeñas y compactas entre sí, buscando las profundidades de la página.
Abismos entre palabra y palabra por donde el autor pudiera precipitarse y perderse de la vista del lector, de sí mismo. De la historia de su país y del mundo. En particular, de la posteridad. Esas páginas blancas, con puntitos negros, bien podían ser la nieve.
Nieve densa con puntitos negros: las huellas del poeta amalgamándose entre ellas para perder el sentido que Robert les daba. Dijo el poeta  a Carl Seelig, subiendo una colina hacia Lichtensteig: "En los últimos años en Berna me atormentaron desordenados sueños: truenos, gritos, manos que me estrangulaban, voces alucinadas, de tal modo que a menudo me despertaba gritando. En una ocasión, me fui caminando a las dos de la mañana de Berna a Thun, a donde llegué a las seis de la mañana. A mediodía estaba en Niesen, donde, complacido, di cuenta de un trozo de pan y una lata de sardinas. Por la tarde volvía a estar en Thun, y a medianoche en Berna; naturalmente, todo ello a pie".
Sus diminutas letras representaban su destino, sus ideales, sus encuentros con el vacío, con el alejamiento de la realidad del mundo que le rodeaba. Sin saberlo, creaba otro lenguaje. Sin embargo, hasta allí descenderían a buscarle. Lo encontraríamos, por oculto que estuviese. Sus letras, sus palabras, sus frases y párrafos se minimizaron al máximo ayudados por la finísima punta del lápiz, para respetar sus silencios.
El deseo de la nada. Todo lo pequeño fue su camino para alcanzar la negación de lo concreto, de lo grande. Y Rober Walser siempre supo cómo descender. Conocía los caminos. Recorriéndolos, era más lúcido que cuantos le rodeaban en el sanatorio de Herisau. Por las calles de los pueblos, se volvía más pequeño. Para no chocar con ellas, Walser redujo hasta límites asombrosos la escritura de sus palabras.Para no lastimarse con ellas ni lastimar a nadie.
Bernhard Echte, aclara: "...el tamaño medio de las letras en las hojas de los microgramas es de dos a tres milímetros; en las últimas hojas de los manuscritos la escritura de Walser alcanza incluso valores que van de uno a dos milímetros".