Luz Celeste (Novela - Cómic - Guión Cine) - 32 -
Publicado en Aug 03, 2012
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- ¿Cómo está el café, Don Giovanni?
- Excelente, Leda.
- Ahora que estamos solos, Don Giovanni, me preocupa la situación.
- ¿A qué te refieres, Leda?
- Solamente tenían alimentos para tres días y sigo sin recibir noticias de ellos.
- Si han caído en manos de los tagaeri o de los taromenane ya deben estar muertos.
- Estoy segura de que no han muerto todavía.
- ¿Por qué estás tan segura, Leda?
- Le repito otra vez, Don Giovanni, que antes de eso habría yo recibido algún mensaje de Jota Jota.
- ¿Sabes que dirección tomaron desde aquí?
- Se internaron hacia el este.
- ¿Por el río Coca?
- No. Lo hicieron a través de la selva directamente.
- Dijo si buscaba alguna cosa concreta.
- Dijo que no sabía hacia dónde dirigirse.
- ¿Y te creíste esa mentira?
- ¡No me diga usted que me ha engañado!
- Relativamente, sí.
- Usted es el mentiroso porque yo estoy segura de que él sabe lo que busca. Lo que sucede es que los que son como usted no tienen más que envidia de los que son como él.
- Eso está claro. Lo reconozco. Busca lograr hacer un reportaje único y original sobre la vida en la selva. Yo no sería capaz ni de imaginarlo.
- ¿Por eso le tiene tanta envidia?
- Que Dios me perdone pero es verdad.
- ¿A qué clase de vida se refiere usted, honorable obispo?
- Por favor... ¡no me trates de obispo!
- ¡Ahora sí! ¡Ahora le trato a usted como un obispo envidioso de los muchos obispos envidiosos que existen! Ustedes, en sus lujosos gabinetes, sólo saben moverse por el mundo rodeados de toda clase de privilegios, seguridades y lujos. Èl, sin embargo, no es así no lo desea ser.
- Supongo que busca que busca escribir un reportaje sobre la esencia de la vida más allá de la muerte.
- Y ustedes los obispos... ¿no están siempre metiendo miedo con la muerte? Ya ve la gran diferencia que existe entre ustedes y él. A él no le da miedo hablar de la vida como una eternidad. Jamás nombra a la muerte como el final de la vida. ¿Cuántos de ustedes son capaces de hacer algo así?
- Está bien... pero creo que esa clase de buscar la vida es una mentira.
- ¡Qué clase de mentira? ¿Una mentira absoluta? ¿Una mentira relativa? ¿O una gran verdad?
- Una mentira, Leda, una mentira no es más que una mentira. ¿Quién te asegura a ti que se ha largado con ella a alguna isla paradisíaca para no volver jamás?
- ¡¡Como me haya engañado y le encuentre vivo le degüello por completo y se le acaba la vida de verdad!!
- Veo que ahora empiezas a dudar tú también de él.
- ¡No! ¡Es demasiado noble y honesto para mentir a una mujer si la considera bella!
- Calla, Leda. ¿Te contó algo muy especial?
- Citó lo de la Ley de la Atracción Universal enfocado desde la Comunicación Interpersonal entre un hombre y una mujer y de algo relacionado con las Teorías de Planck mas otras varias cosas filosóficas sobre la vida que no entendí.
- ¿Con sexo d epor medio?
- Eso dio a entender pero no lo explicó.
- ¿Te das cuenta, ahora, de que puede haberte mentido y se ha ido a alguna isla caribeña a gozar con su compañera?
- ¡No! ¡Le digo a usted que no! ¡Le digo a usted y quienes son como usted que solamente son unos envidiosos nada más!
- Pero existe esa posibilidad.
- ¡No! ¡No existe esa posibilidad! Él no es un oportunista ni un especulador de posibilidades de engañar a los demás como sí son muchos de ustedes.
- ¡Diantres! ¿Cómo puedes tener tanta fe en él si apenas acabas de conocerle?
- Llevo una carrera meteórica en mi profesión de periodista y conozco muy bien a los hombres. Muchos, como usted por ejemplo, especulan con las emociones y eligen las que más les conviene... pero él vive las emociones... ¿sabe usted la diferencia que existe entre especular con las emociones para elegir las que más conviene y vivir las emociones sin importarle nada más que vivirlas?
- Supongo que llevas razón, Leda...
- ¡No! ¡No suponga tanto señor obispo, no suponga tanto! Yo creo que me enviará ese reportaje, si es que está vivo, y lo elaborará sin especular con ninguna clase de sentimientos sino sintiéndolo de verdad.
- ¿Y qué tiene que ver lo profundo de la vida amazónica ecuatoriana con todo eso?
- Sobre ese aspecto del tema no me dijo ni una sola palabra comprometedora... pero le voy a confesar algo... ¡cuánto me gustaría a mí ser la compañera de él ocupando el lugar de la dichosa Carmen! Algo le empuja a ir a la Amazonia... algo superior le empuja a ir hacia allá... ¡y no tiene miedo!.
- ¿Busca algo o busca a alguien?
- Ni él mismo lo sabe.
- Él lo debe saber pero no quiere decirlo.
- Acepto ese punto de vista y por eso le admiro.
- Eso no es posible. No es posible admirar a un joven por ese motivo. Su compañera de aventura también lo sabría si es que están enamorados de verdad y, sin embargo, en mi entrevista con ella me dejó entrever que no tenía ni idea. Le sigue en esta clase de locura porque sólo es una jovencita sin conciencia de lo que hace.
- ¿Me está usted intentando decir que a su compañera de aventuras la ha mentido?
- Exacto.
- ¡No! ¡Se equivoca usted totalmente porque yo misma fui testigo de ver cómo le repitió varias veces que se volviera a su casa y que no fuera con él!
- Pero puede ser un juego. Quizás sea una manera de despistarnos para vivir una pasión amorosa entre ambos.
- ¿Una pasión amorosa entre Jota Jota y Carmen?
- No quiero encizañarte, Leda.
- Pues lo está haciendo, señor obispo.
- Puede ser que sí o puede ser que no exista esa pasión amorosa entre ellos. ¿Tú que crees con toda sinceridad, Leda?
- Soy mujer experta en amores y puedo afirmar que no existe eso entre ellos. Como me llamo Leda Melo de Carvalho que no entiendo nada. Yo soy sólo una periodista muy experta pero usted en un antropólogo y quizás sepa mejor que yo cómo funcionan la atracción entre un macho y una hembra aunque sean humanos. Dudo que sea cierto pero usted es ahora quien, sobre este tema y a partir de este momento, tiene la respuesta.
- Mi respuesta es muy clara. De amores no tengo ni la más mínima idea porque sólo me dedico a ser obispo; pero conozco muy bien a la juventud. Por eso te afirmo que, si no han caído en manos de los tagaeri o los taromenane quizás estén gozando de relaciones sexuales en el idílico paraíso de la selva.
- Es usted bastante cerdo, con perdón, señor obispo.., por pensar de esa manera.
- No sería la primera vez.
- ¿Los dos?
- Puede ser que los dos no estén gozando. Hay hombres que, a pesar de su juventud, usan sus encantos para seducir a las jovencitas. Ella parecía no entender casi nada de hombres.
- ¡¡Temo que esté sucediendo algo de eso!! ¿Cómo evitarlo?
- Solamente podemos esperar.
- ¿Hasta cuándo?
- Hasta que recibamos algún mensaje de él.
- Yo sólo puedo esperar hasta un total de diez días como máximo. Si cumplido ese tiempo no he recibido algún mensaje de él tendré que ir a buscarle.
- ¿Serías tú capaz de hacer eso?
- Desde luego que yo sola jamás; pero sí acompañada del ejército ecuatoriano, porque para eso soy íntima amiga, en el sano sentido de la palabra íntima, del Jefe Militar de la República de Ecuador.
- ¿Harías tú un atropello de esa magnitud?
- ¿Por qué no? ¿Cuántos atropellos de esa magnitud se cometen diariamente en le mundo de hoy, señor obispo?
- Muchos más de los que la conciencia cristiana puede permitir.
- Entonces no sería otra cosa sino una más. Así que hágase el gran favor de no seguir lanzándome indirectas y deje de hacerme dudar con sus sucias murmuraciones sobre Jota Jota y Carmen. ¡Odio las murmuraciones de los envidiosos!
- Está bien. Dejemos ese espinoso asunto, Leda. Supongamos ahora que han caído en manos de algunos desconocidos salvajes. No los encontraríamos jamás.
- Yo sí espero volver a verlos.
- Si les han atrapado los tagaeri o los taromenane ella puede que esté viva porque a veces atrapan mujeres para tener hijos con ellas; pero de él sólo encontrarías su cabeza pinchada en una estaca clavada en el camino.
- ¡¡Qué horror!! ¡¡Vaya muerte más trágica!!
- Si ha muerto sólo lo sabremos cuando veamos su cabeza.
- ¿Ha visto usted alguna vez algo así?
- Las he visto más de una vez. Por eso nadie me va a obligar a ir otra vez a esos lugares malditos.
- Entonces... ¿cómo es que él sí se ha atrevido?
- Eso es lo que nadie sabe ni nadie se lo explica. Es verdad que es un joven muy inteligente pero, a la vez, es un joven muy listo; por eso, hasta ahora, no ha cometido ninguna clase de delito contra la Ley... mas esta vez ha cometido un acto irracional.
- ¿Tres días son suficientes como para haber cometido un acto irracional? Es solamente una hipótesis nada más, Don Giovanni. Para usted como antropólogo quizás no sean suficientes porque se pasan meses enteros excavando sin cesar ni un segundo solamente para encontrar vejestorios huesos humanos... pero como obispo... ¿cuándo declaran ustedes, los muy religiosos, que se ha cometido un acto irracional?
Don Giovanni prefirió no responder.
- No voy a responder a eso porque depende de la conciencia de cada ser humano.
- ¿Tiene usted mucha o poca conciencia, Don Giovanni?
- La suficiente como para decirte que si han caminado una buena cantidad de kilómetros hacia el este y siempre en línea recta, tres días son más que suficientes como para decir que han cometido un acto irracional.
- No me cuente más. Ya es suficiente, señor Sanfilippo. Y Que San Filippo Neri se halla apiadado de ellos.
- Esto no es asunto de ningún santo ni santa y ni tan siquiera de ninguna Virgen María; porque esto no es un acto malo ni un acto bueno, sino un acto de valentía y servicio a la profesión. Por eso yo también les admiro. Sólo Jesucristo puede ayudarles, señorita Leda Melo de Carvalho.
- Está mucho mejor ahora. Que Jesucristo se haya apiadado de ellos. ¡Hasta el café me está sabiendo, en el día de hoy, amargo! Y eso que es café de mi patria.
- Leda, quizás la verdadera patria de los humanos sea la que él siente con el corazón y no lo que nosotros decimos con la boca. Quizás ha sentido la llamada de su patria y ha ido en su búsqueda. Sólo Dios lo sabe; pero mi conciencia me está dictando que algo de eso debe ser.
- ¿Qué tiene que ver Dios en todo esto?
- No sé que tiene que ver Dios en todo este asunto. Puede ser que nada, Leda, quizás no tenga que ver nada... o tal vez absolutamente todo. Esté todavía vivo o esté ya muerto lo que ha hecho ese chaval llamado Jota Jota tiene tanto valor que es muy difícil encontrar a un hombre que tenga tanta valentía como él. En mis funciones de sacerdote he conocido, bajo secreto de confesíón, cuando me hablan a escondidas para que nadie más se entere, a muchos hombres que se creen la crema de la sociedad mundial contarme tales cosas que reconozco que me dan verdadero asco cuando contemplo la clase de vida social que están viviendo. Hasta esa jovencita que acompaña a Jota Jota tiene mucho más valor que muchos hombres que parecen hombres de verdad y sólo son títeres nada más y hasta cobardes porque hablan mal por la espalda y no se atreven a decir nada en la cara de quienes sienten envidia porque sí demuestran ser hombres y mujeres verdaderos. ¿Sabes una cosa, Leda? Cada uno tiene que cargar con su propia conciencia y de eso nadie se va a salvar. Entonces, cuando llegan esas horas de descubrimientos insólitos, se ve quiénes somos cada uno y lo que valemos cada uno. No conozco a ningún hombre tan valiente, tan honrado y tan noble, como ese tal Jota Jota. Eso es lo que está haciendo que este café nos esté sabiendo tan amargo, Leda. En cuanto a mí corresponde, quizás deje definitivmaente mi vocación de sacerdote para dedicarme únicamente a ser antropólogo porque ya soy incapaz de seguir predicando la Palabra a tantos necios como he conocido. Posiblemente buscando misterios de la vida, como hace ese chaval, sirva mucho mejor a Dios.
- Padre Sanfilippo. Ahora que estamos hablando de jóvenes y jovencitas, estoy empezando a pensar que hay algo muy importante en este misterioso asunto y que es mucho más que un simple reportaje; por muy único y original que sea.
- Leda, he visto a muchísimos hombres elegantes, famosos, poderosos. Van bien vestidos, son muy correctos cuando actúan, hablan con gran elocucencia, saben mucho de rezos, dan el diezmo a sus iglesias... pero no tienen  ni un gramo de amor hacia los demás. Ese joven es diferente. Tan diferente que hasta muchos creen que es un loco. Pero ya dice Jeuscristo que quien ama de esa manera tan desinteresada y sin pedir nada a cambio será llamado loco. A los envidiosos, Jesucristo los llama sepulcros blanqueados y yo creo que hay muchos. Son como muertos vivientes y les gusta hasta deslumbrar a los más inocentes, sobre todo a las mujeres jovencitas y hasta adolescentes, andando muy erguidos y hasta autodenominándose grandes señores.
- ¿Y qué me dice de los periodistas? 
- En cuanto a los periodistas son muchos los que están hambrientos de reportajes únicos y originales, sedientos de fotografías para seleccionar las que más impacten en la sociedad; pero no tienen ni ética profesional ni moral suficientes como para ser llamados periodistas por mucho título universtiario que tengan y vaya Dios a saber cómo los han obtenido. ¡¡Pura mierda, Leda, pura mierda nada más!! ¡Patriotas y compatriotas de la mierda universal nada más, Leda, nada más!
- ¿Y qué pasa con esa mujer que le acompaña, padre Sanfilippo?
- De vosotras las mujeres periodistas es mejor no decir nada y guardar silencio.
- Hay de todo en la viña del Señor, ¿no es cierto padre Sanfilippo?
- Tú lo has dicho. En un gran puñado de garbanzos siempre existe el garbanzo podrido que, si lo mezclas con los demás, corrompe y pudre a los demás. ¿Te sirve esta parábola?
- Me sirve, padre Sanfilippo.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Novela, cómic y guión literario de cine al mismo tiempo.

Palabras Clave: Literatura Novela Relatos Narrativa Cómic Guión Cine.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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