Ikea y los niños (Cuento Infantil Vasco)
Publicado en Aug 05, 2012
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Todas las tardes, al declinar el sol, Ikea baja de la Peña Gorbea y se llega al pueblo de Zeánuri, de tan solo 1.297 habitantes, para entretenerse en contar cuentos a todos los niños y niñas de la población. Nadie sabe la verdadera edad de Ikea, pero muchos afirman que es un joven disfrazado de anciano. Posiblemente sea verdad; pero Ikea nunca dice nada a nadie sobre su edad, salvo a una bellísima jovencita, de tan sólo 16 años, que ha jurado no contarlo nunca a nadie.
Todas las tardes, cuando el sol declina, Ikea se sienta junto al Chopo del Ángel e inicia sus actuaciones, siempre, con un juego de naipes. El Mágico Solitario cuya solución siempre es favorable para la bellísima jovencita de los 16 años de edad. Después comienza con sus historias, sus cuentos, sus relatos, sus imaginaciones.
Narra que hace miles de años existían toros de fuego, caballos que volaban, enormes dragones y legiones de genios del aire que asustaban a todos los pobladores de los pueblos vascos y que, al llegar la noche, se aparecían en medio de los caminos para arrancar las cabezas de quienes se burlaban de ellos. Estos genios del aire siempre hacían una pregunta a los desprevenidos caminantes: ¿somos de verdad buenos o somos de verdad malos? Contestaran lo que contestaran los desprevenidos campesinos rurales terminaban por perder la cabeza; puesto que si decían que los genios eran de verdad buenos se las arrancaban por decir una mentira y si contestaban que eran de verdad malos se las arrancaban por decirles una verdad que no estaban dispuestos a escuchar.   
También narra la aventura de Pura y el Señor del Libro. Resulta que Pura era más mentirosa que la frutera del pueblo, la señora de Anboto que vendía pequeñas cerezas a los forasteros que venían desde Francia diciendo que eran picotas pero pequeñas por su dulce sabor... cuando la verdad era que las pequeñas cerezas de la señora de Anboto eran más agrias que su suegra, a la cual no podía ni ver en pintura porque la tal suegra, la madre de Anboto, era la mujer más guapa de la aldea y venían los más famosos pintores desde las comarcas cercanas y lejanas para pintarla. Pura, mucho más joven que la suegra de Anboto, estaba realmente envidiosa de la belleza juvenil de ésta mientras que ella se pasaba todo el santo año dándose potingues en la cara para ser la más guapa de todas. Asi que Pura decidió pedirle consejo al Señor del Libro. El Señor del Libro se llamaba Lópe López y López pero más vasco que Aguirregabiria, el edil de Getxo que se creía el más vasco de todos. El Señor del Libro que había demostrado que sus ancestros eran más vascos que los ancestros de Aguirregabiria, se encaró con Pura la envidiosa y le aconsejó que dejara de decir la enorme mentira de que la señora de Anboto tenía relaciones ocultas con Aguirregabiria. Por culpa de esta mentira Anboto estuvo a punto de matar, de tiro con escopeta, a Aguirregabiria, el cual se salvó poniéndose de rodillas y pidiendo perdon a Anboto por algo que él no había cometido. La envidiosa y mentirosa Pura un día desapareció de Getxo y nadie supo donde se había ido... hasta que la descubrieron en la capital de Bilbao vendiendo libros de Geografía. Había dejado de mentir y de tener envidia contra la señora de Anboto y, gracias al Señor del Libro, había aprendido a ser sencilla y soñadora. Ahora vendía libros de Geografía y soñaba con escribir aventuras que ella, ya imaginativa pero no mentiriosa, se ideaba ella en el país de Groenlandia, entre palacios de nieve perpetua y príncipes de hielo que luchaban entre ellos por conquistar su amor.  
Ikea también sabe distraer a los niños y las niñas de Zeánuri, más los que veranean todos los años allí porque son los nietos de los que tuvieron que marcharse del pueblo tras la victoria de Franco y los niños y niñas que sólo vienen de paso pero se encuentran a Ikea en plena faena, rodeado de todos ellos y ellas, contando la extraña y terrible historia de Zuya la Alavesa; una especie de bruja de las que se reunen en Zugarramurdi. Les cuenta Ikea cómo, en los akelarres dedicados al Diablo, Zuya se convierte siempre en macho cabrío y persigue, armando un tremendo ruido con sus pezuñas, a las niñas más guapas de Álava porque quiere succionarles la sangre de sus venas aortas para tener la eterna juventud. Pero existe un gigante llamado Anxo de Elejabeitia que ha juramentado acabar con Zuya. Y una noche negra, muy negra, más negra que la capa del carbonero Domaiko, el que vive en las afueras de Álava. Zuya se encontró, cara a cara con Anxo. Fue enorme el susto que se dio al ver a aquel gigantón, del cual se hablaban historias heroicas como las de que era capaz de levantar diez troncos de robles con cada una de sus manos. ¡Veinte troncos de robles sin caérsele ni uno solo al suelo!. Zuya la Alavesa quiso escapar de aquellas forzudas manos del gigantón Anxo de Elejabeitia pero no vio el barranco hasta que se despeñó en medio de la oscuridad en el Camino de Zalduondo e Ikea afirma, a todos los niños y niñas que le escuchan con la boca abierta y con ese miedo infantil que le produce risa inocente, que todavía nadie se atreve a pasar por el Camino de Zalduondo a solas sino siempre acompañados al menos de uno o dos perros porque Zuya se partió en 13 pedazos y los días 13 de cada mes cada uno de sus 13 pedazos se convierte en un vampiro y chupan la sangre de quienes tienen la osadía de pasar, en soledad, por allí los días 13. Sólo los perros son capaces de darles miedo y, por eso, todos los habitantes de Galarreta, Asparena, Araia, San Millán y el mismo Zalduondo, tienen al menos una pareja de doberman. Hay quienes afirman que cuando los vampiros de Zuya chupan la sangre de quienes caen víctimas de ellos desaparecen los cuerpos por completo debido a los buitres Txarranquios, que tienen una longitud de 5 metros entre el pico y la cola y sus alas extendidas miden 3 metros cada una de ellas. Estos Txarranquios son los buitres negros que graznan por las noches de todos los días 13 de cada mes del año.
Cuando Ikea observa que los niños tienen miedo y las niñas están asustadas, cambia de historia y comienza a contar un diálogo humorístico que ya es leyenda en el País Vasco: La Charla entre Basilio y Pacorro.
- ¿Qué es eso que está en el suelo, Pacorro?
- Pues no sé, Basilio... pero creo que se mueven lentamente.
- Son grises, Pacorro... ¿quizás dos enormes lagartos?
- ¡Bastante lagarto estás tu hecho, Basilio!... yo creo que has bebido demasiado chacolí.
- Mide bien lo que dices porque por cada chacolí me he echado al coleto tú te has echado dos.
- Coleta la tendrá tú, maruja, porque yo bien pelada tengo la cabeza del todo pero si  quieres decir que me he peído dos veces por cada una vez que te has peído tú te equivocas porque yo tengo mas cordura que tú, Basilio.
- Se dice gordura, Pacorro... y sí... ¡tienes el doble de gordura que yo!
- Me refiero a cultura y no a gordura... ¡a ver si aprendes algo porque me parece que tienes los sesos más delgados que los dedos de tus pies que parecen palillos mondadientes!
- Pues tú tienes los dientes bastante mondados. Los tienes tan mondados que todos se mondan de risa cuando te ríes.
- ¿Te crees tan gracioso como Gurruchaga? Porque para ser como Gurruchaga hay que estudiar muy poco... pero que muy poco... tan poco... tan poco... tan poco... que no tienes que utilizar para nada el coco.
- Mira, dejemos de hablar tonteras y acerquémonos a esos dos lagartos grises.
- ¡Pero si es que no se están quietos! ¿Cuándo más movemos el trasero igual distancia tenemos de ellos?
- Es curioso. Uno de ellos es más delgado que el canuto que usa Urrialdo para lanzar pelotillas de papel chupado a las chicas; y el otro es más gordo que la panza de La Maruchi.
- Me parece que estamos más equivocados que las lagartas. ¡Lagarto,lagarto, que me parece que ya sé que son!
- ¡¡Huyamos de aquí a toda vela, Pacorro!! ¡¡Por el camino abajo corren dos corricolaris colgando su badajo!!
- ¡¡Huyamos, Basilio, que nos persiguen!!
- Espera... espera... o me equivoco o estamos haciendo el loco.
- Eres más malo haciendo poesía que Urrialdo cuando ronda a la María.
- ¿Tú te crees acaso Gonzalo?
- ¿Te refieres a Gonzalo que camina con un palo?
- Palurdo...
- ¿Yo palurdo?
- Sí. ¿No sabes que Gonzalo es de Berceo?
- ¡Ah, ya! ¡Te refieres al que si le leo no le creo!
- ¡Quieto parado, Pacorro! ¡¡Socorro!! ''Socorro!! ¡¡Socorro!!
- ¡Tú también quieto parado, Basilio! ¡¡Socorro!! ¡¡Socorro!! ¡¡Socorro!!
- Espera un momento, Basilio... ¡qué raro!... ¡estamos quietos y no solo no nos atacan sino que también están quietos los dos!
- ¡Tate, Pacorro! Que me parece que...
- Si... Basilio... nos hemos jiñado a la pata abajo.
- Pero la tuya huele más mal que la mía.
- En cuestiones de plastas las tuyas son más grandes, Pacorro.
- ¡Calla, Basilio, calla! ¡No se lo cuentes ni a tu íntimo amigo Abarrategui!
- ¿Qué sucede? 
- Que no son dos grandes lagartos.
- ¿Qué dices? ¿Que esas dos monstruosas figuras no son dos grandes lagartos?
- No, Basilio, no. No digas ni media palabra a nadie pero esas dos monstruosas figuras somos nosotros dos.
- ¡Atiza! ¡Son nuestras propias sombras!.
Están alegres los niños y las niñas e Ikea entiende que llega el momento de hacerles meditar...  y narra lo del Dragón Arrogante. Cuenta que en toda la Euskal Herria mora un Dragón que, de tan fuerte y poderoso que se siente, va de arrogante por la vida disfrazado de herrero. De taberna en taberna el Dragón Arrogante invita a todos los abertzales para demostrarles lo que es, de verdad, ser poderoso, además de conquistador de mozas guapas, y no como ellos que alardean de ser los más fuertes de todo el País. Sobre todo le gusta demostrarlo en los juegos populares de la Semana Grande de la ciudad de Bilbao. Siempre disfrazado de herrero y diciendo que proviene de un caserío, allá en la Sierra de Ahuski. En la Semana Grande de Bilbao triunfa siempre en cortar troncos con hacha, arrastrar piedra, segar hierba, levantar piedra, correr como aizkolari, remar, boxear y todos los años la misma cosa: El Dragón Arrogante, disfrazado de herrero, como modelo y ejemplo para todos los niños y niñas del País Vasco. La fuerza bruta, la energía salvaje, la demostración de poder, la vanidad, la soberbia... hasta que, durante la Semana Grande de un año que ya nadie recuerda, apareció un labrador anciano y le retó a una competición de pelota a mano. El herrero le miró de arriba a abajo y soltó una sonora risotada; pero el anciano labrador no se inmutó por ello y le dijo que se apostaba toda su fortuna si él perdía a cambio de que él desapareciera para siempre de las Provincias Vascongadas si es que le ganaba. El Dragón Arrogante se sentía demasiado arrogante y juró que aceptaba las reglas. Y resulta que todo el juego de pelota a mano pasó a formar parte de las historias vascas cuando el anciano labrador Barandiarán, sin apenas moverse salvo unos pocos metros adelante, hacia atrás, hacia la derecha o hacia la izquierda le hizo gastar tantas energías al herrero, que se desesperaba en poder alcanzar y devolver la pelota que, magistralmente, era enviada por Barandiarán quien, que a  medida que avanzaba el juego, más fresco y más ágil se  sentía mientra el Dragón Arrogante se hundía física y moralmente. Era la lucha entre la Inteligencia y la Brutalidad, entre la Sencillez y la Arrogancia, entre la Humildad y la Soberbia. Tal fue el ridículo hecho por el Dragón Arrogante, que intentaba ganarse, aquel año, el amor de la Bella Easo, la zagala más bella de todo el País, que terminó desplomado en el suelo, tan fallecido que sólo tuvo fuerzas para soltar una mala palabra que espantó a todos los asistentes menos a la Bella Easo, quien con sus manos milagrosas, tocó el corazón del noble y generoso Barandiarán y lo convirtió en un joven lleno de vitalidad. Mientras el Dragón Arrogante dejó de existir en el País Vasco y se fue hacia la Isla de Thule para quedar congelado entre las nieves, la Bella Easo se casó con el ahora joven Barandiarán.
Ikea se emociona luego cuando canta a la amistad mientras los niños y las niñas aprenden qué es lo que significa este sentimiento: Era un amigo muchas veces de buen corazón las alas de la poesia versos de sentimientos le cambiaban. Cantador en las plazas lleno de soledad. ¿Donde estás, en qué prado pastor de Urepel subiendo por las laderas de las montañas te escapaste? Rota la valla liberaste la canción de todas las ataduras de las fronteras de los cuerpos intentando ser libre. Tu ultimo aliento fue
el verso mas profundo, nunca se pueden decir verdades tapadas el grito más fuerte... fuerte... ¿Donde estás, en qué prado pastor de Urepel subiendo por las laderas de las montañas te escapaste?
Y después, cuando ya se va a esconder el sol tras los montes, Ikea cuenta una fábula para que sus oyentes aprendan algo muy importante en la vida. Es la Fábula del Sabio Bigorri y el Tonto Tigorri. Bigorri está cruzando el Puente de Zuberoa montado en un grande, poderoso y bellísimo caballo de pelo tan blanco como las nieves de Peña Gorbea; en medio del Puente de Zuberoa se encuentra con Tigorri que, en sentido contrario, monta un pequeño, destartalado y feísimo burro de pelo tan negro como el interior de las Cuevas de Ikarburu. Tigorri le increpa a Bigorri por esa diferencia entre su elegante y fastuosa montura y la de él, tan vulgar y deprimente. Bigorri le pregunta a Tigorri cuál es el número más grande del mundo y Tigorri le contesta que no existe el número más grande del mundo porque el mundo de los números es infinito. Pero Bigorri le hace saber que el número más grande del mundo es el cero porque es una circunferencia tan perfecta como el universo y que dentro de él caben todas las cosas que uno se pueda imaginar. Tigorri se queda con la boca abierta y Bigorri le explica que por eso, porque él es sabio y Tigorri solo es tonto, existe esa enorme diferencia de cabalgaduras.
Todos los niños y niñas aplauden el ingenio de Ikea y le piden más fábulas; así que él les complace contando la de El Gallo Kokoli y La Gallina Kokola: Resulta que  El Gallo Kokoli, del caserío Gaztelu, estaba feliz en medio de sus gallinas; todo él orgulloso, vanidoso, soberbio, paseándose de un lado para otro y pavoneándose ante todas ellas como diciendo que él era El Gran Conquistador, el que las enamora a todas con un simple pasear delante de ellas. El Gallo Kokoli, todos los días, se dirige a sus gallinas luciendo todos sus plumones como si de los músculos de Tarzán se trataran. Pero he aquí que La Gallina Kokola estaba ya harta de ver cómo se jactaba ante todas las gallinas El Gallo Kokoli; así que, una buena mañana, cuando ya el alba hacía lucir todos los bellos colores del plumaje del Gallo Kokoli, el cual los mostraba totalmente orgulloso, La Gallina Kokola, tomando una manguera con su pico y abriendo la llave de paso con su pata izquierda hizo que cayera tal cantidad de agua sobre El Gallo Kokoli que todo el bello penacho de plumas de éste se quedó tan empapado y encogido que todas las gallinas del caserío Gaztelu observaron, atónitas, cómo todo su cuerpo era pura apariencia, que las plumas mojadas le habían convertido en lo que en realidad era: un escuchimizado y flacuchento gallo nada más en lugar de un donjuanesco pavo real como él se estaba pensando. A partir de aquel día las gallinas vivieron en paz, alegres y contentas de no tener que soportar la pesada pedantería de El Gallo Kokoli. La Gallina Kokola le había demostrado quién era en realidad. 
Y mientras los chavales se quedan serios, callados, y las chicas comienzan a reír con grandes carcajadas... Ikea logra hacer de nuevo el silencio cuando narra su tercera y última fábula: La novia que se quedó en el bar. Entonces cuenta a todos ellos y a todas ellas que hace muchas épocas llegó a Zarautz una joven tan hermosa que superaba, en mucho, a cualquier otra zagala de todas las provincias vascas. Era tanta su belleza que deslumbraba a todos los jóvenes casaderos; más ella se reía y se mofaba de todos porque los consideraba escasos de belleza y escasos de inteligencia. Se reía y se mofaba de todos menos de Pachi Andión Zumalacárregui, un joven carlista que acababa de llegar a Zarauz para descansar de sus duras batallas. Dura fue la batalla que tuvo que soportar la bella extranjera, proveniente de Escandinavia y que rompía corazones masculinos a los que nunca respondió si era sueca, era noruega, era danesa o era finlandesa. Su nacionalidad era uno de los muchos misterios que guardaba para utilizarlos como ganchos con los que atrapar los corazones de los mozos de las Vascongadas. Pero Pachi Andión Zumalacárregui era el único que le interesaba conquistar de verdad porque todos los demás decían y contaban de él sorprendentes y casi increíbles hazañas cometidas por este joven en sus luchas por los montes vascos. Atraída por dichas leyendas, fuesen media verdades o fuesen media mentiras, consiguió acertar a tener una cita con él en La Casa Vasca de la Avenida de Madariaga, en la ciudad de Bilbao. Ella creía que Pachi sería mucho más fácil de conquistar que todos los demás pues era aventurero, fantasioso e imaginativo... así que le contó una historia sobre sus orígenes que superaban, en mucho, las interesantes luchas que él decía haber tenido contra dragones, minotauros, unicornios y gigantescos polifemos. No se sabía cual de los dos creaba mayores imaginaciones pero el caso es que la ingeniosa extranjera cayó en la propia red que ella había tendido para pescarle a él. Al final de toda una tarde repleta de cuentos, historias y alguna que otra mentira para adornar alguna que otra verdad, el joven Pachi quedó con ella en que a la mañana siguiente la esperaría en el puerto de la Ría de Bilbao para irse juntos al país de procedencia de ella quien sonrió tras ver que le había conquistado de verdad. Sin embargo ni a la mañana siguiente ni nunca jamás encontró al muchacho. Y desde entonces todos los bilbaínos pueden verla en la Casa Vasca de la Avenidad de Madariaga, bebiendo chacolí tras chacolí y con su mente siempre extraviada. La presunción le había traicionado. Y ahora fueron los chavales los que rieron a grandes carcajadas mientras las chicas se quedaron en completo silencio.
Pero es al finalizar la tarde, cuando los últimos rayos del sol iluminan de colores anaranjados el suelo de la plaza mayor de Zeánuri, el momento que con más expectación esperan los niños, las niñas, los adolescentes y hasta algunos jóvenes y jovencitas que desean pasar el tiempo entre historias, cuentos y momentos para no pensar en nada de politicos, curas ni banqueros. El caso es que al final del día, Ikea siempre suele contar la Historia de Josechu El Vasco, que acompaña con dos muñecos de guiñol. Él y Ella.
"Érase una vez un niño de corta edad, más corta edad que los pantalones que usaba diariamente, llamado Joseba Orerocoechea de Julianostegui pero por todos conocido como Jeschu El Vasco; el cual solamente tenía como única obsesión ser, de joven, la gran promesa futbolística del Athletic Club de Bilbao, en cuyo equipo profesional estaba dispuesto a jugar hasta poniendo dinero de sus bolsillos, lo cual era casi imposible de creer porque en los bolsillos de su pantalón no llevaba nunca más que un lote de cromos y alguna canica que otra pero jamás ni una sola perra chica. Pero el caso era jugar en el equipo profesional del Athletic Club de Bilbao... cosa que parecía fácil porque quienes le veían jugar juraban y requetejuraban que era un verdadero ángel con el balón en los pies y un verdadero gran capitán cuando dirigía a sus compañeros desde cualquier lugar del campo, incluida la portería.
El caso es que el chaval se hizo juvenil y tuvo ocasión de hacer una prueba futbolística en las instalaciones de Lezama. El resultado fue catastrófico, desastroso, desanimador por completo para sus ilusiones porque, aunque logró que su equipo ganara por 14-0 a sus rivales, nadie del Athletic Club de Bilbao se fijó en aquel jugador que, con el dorsal número 8 en su camiseta de cuadros azules y negro y con su pantalón azul, había sido el verdadero causante de aquella proeza. El resultado de la prueba fue como si le hubiesen echado un cántaro de agua encima y, sin embargo, pudo haber sido la tarde de su triunfo final porque resulta que un ojeador del Real Madrid se le acercó para ofrecerle un contrato como jugador de los blancos del Santiago Bernabeu por la cantidad de dinero que él creyera que valía. Sin embargo Josechu El Vasco rechazó la oferta. ¡Jamás jugaría en un equipo profesional en el que tuviera que jugar contra el Athletic Club de Bilbao porque jamás buscaría venganza metiendo una buen tanda de goles a los creídos del San Mamés! Y como no era ningún santo se dedicó a vivir de bohemia en bohemia y de alegría en alegría. No. No era partidario ni de las borracheras para olvidar a los engreídos leones ni de las fiestas para conquistar amores. Él sólo pensaba en la Princesa que había sentido en su interior y que ahora acaparaba todos sus pensamientos salvo los días en que tenía partido de fútbol. Los días en que jugaba al fútbol eran mucho más especiales de los que cualquier princesa hubiera podido imaginar.
- ¿Qué haces caminando con las manos dentro de los bolsillos?
Levantó la vista y la vió. Acertó sólo a recitar su alineación preferida.
- Carmelo; Orúe, Garay, Canito; Mauri, Maguregui; Arteche, Uribe, Arieta, Marcaida y Gaínza.
- ¡Atiza! ¿Todos esos son tus amigos? ¿Tantos amigos tienes?
- Sí. Y no te olvides de López. López es el mejor de todos ellos.
- ¿Por qué crees que López es el mejor de todos ellos?
- Porque es el más humilde y mis amigos preferidos siempre son los más humildes del Athletic Club de Bilbao.
- ¿A quién te gustaría parecerte de todos ellos?
- Antes a Uribe; pero ahora a mí mismo, porque he aprendido que soy mejor que él y mucho más olímpico jugando.
- ¿Mejor que él jugando al fútbol?
- Mejor que él jugando al fútbol sobre todo si es con chapas.
- ¿Qué estás diciendo? ¿Dónde os colocáis las chapas para jugar al fútbol?
- ¡Las chicas no entendéis nada de estas cosas!
Ella soltó una carcajada antes de continuar.
- ¿Las chapas? ¿Tú juegas a las chapas?
- Juego a las chapas y, en mis horas extras, juego con chavalas como tú.
- ¡Qué juegas con chavalas como yo!
- Por supuesto. Para enseñarlas...
- ¡¡Sinvergüenza!!
- ¿Por qué soy un sinvergüenza si sólo las enseño a sonreír?
- ¡Menos mal! ¡Empezaba a creer que eras como todos esos que hablan de enseñarlas!
- Si no fuese futbolista hubiese sido domador de fieras.
- ¿Domador de fieras? ¿De qué clase de fieras?
- De chavalss como tú.
- ¿Tú eres acaso murciano?
- No. Soy más bien marciano.
- ¿Marciano de Marte?
- No. Marciano de Marcial eres el más grande.
- ¿Y ese amigo tuyo quién es, el poeta romano acaso?
- No. Nada que ver con Roma. Nada más y nada menos que Lalanda.
- ¿Lalanda es tu amigo?
- Sí. Solamente los domingos. El resto de la semana no.
- Los demás días de la semana... ¿quiénes son tus amigos?
- No son amigos. Sólo tengo una amiga y esa eres tú.
- ¿Y los domingos ya no soy tu amiga?
- Lo siento. Los domingos los tengo reservados para soñar de diferente manera.
- ¿Cómo que de diferente manera?
- Cortando las dos orejas y el rabo a mis enemigos.
- ¡¡Grosero!!
- ¿Desde cuándo es ser grosero cortar las dos orejas y el rabo de un toro si te aplauden, te ovacionan, te hacen saludar, te elogian y hasta te sacan en hombros por la puerta grande hasta llegar al hotel sin pagar taxi?
- ¿Y por qué soy tu única amiga desde el lunes hasta el sábado?
- Perdona. Tienes un pequeño error. Lo eres desde el lunes hasta el viernes. Los sábados los tengo también pillados.
- ¿A quiénes?
- A los guaperas que se las dan de ligones y voy yo y les quito las chavalas pero sin darme ni cuenta de lo que hago. Fiebre de sábado noche lo llaman.
- ¿Todos los sábados?
- Sí. Y algún que otro día extra durante todo el año.
- ¿Y por qué yo soy tu única amiga desde el lunes hasta el viernes?
- Porque eres la más guapa de todas.
- ¿De todas tus amigas?
- No. De todas mis enemigas.
- ¿Mujeres malas acaso?
- Sin el acaso...
- ¡Mujeres malas!
- Mucho peor que esas. ¡Mujeres pésimas!
- ¡Me pierdo, me pierdo y me pierdo!
- ¿Me dejas jugar a que yo voy y te encuentro?
- Si me prometes ser mi amigo también todos los sábados y todos los domingos.
- ¡Eso está hecho! Además inventaré el día número 8 de la semana.
- ¿El día número 8?
- Sí. El 8 es tu número y el 8 es también mi número. 8 más 8 suman 16 que es tu edad y como somos 2 resulta que 16 más 2 suman 18 que es mi edad.
- ¿Y cómo llamarás a ese día?
- ¡Jolín!
- ¿Y eso?
- Porque es una palabra compuesta por las iniciales de 2.
- ¿Quiénes?
- Quienes tú sabes.
- ¿Tú y yo?
- Seguro.
- Pero... ¿seguro, seguro, seguro?
- ¡Seguramente seguro!  
 
Y así termina siempre sus cuentos el famoso joven, disfrazado de anciano, Ikea de Peña Gorbea.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Cuento ambientado en el País Vasco español.

Palabras Clave: Literatura Cuentos Relatos Narraciones.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Infantiles



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