Luz Celeste (Novela - Cómic - Guión Cine) - 39 -
Publicado en Aug 06, 2012
DGS de Madrid...
- ¿Sigue usted, Doctor Don Diego Morales, El Lindo, sin recordar nada más? - Oiga, Jefe Superior del CNI, lo de El Lindo sobra. - ¡Aquí el que dice lo que sobra o lo que falta soy yo! ¿Entendido Doctor Don Diego Morales El Lindo? ¿Recuerda o no recuerda nada más? - He contado todo lo que sabía. No puedo contar más porque nada más sé sobre este asunto. - ¿Éste asunto o estos asuntos? Expliqueme usted, Lindo Don Diego, algo más porque usted está intentando ocultarme algo. - Le doy mi palabra de radiólogo que no conozco ningún asunto más. - Tengo todo el tiempo del mundo para esperar y sé esperar sin perder los nervios; así que o me cuenta usted algo más que me convenza lo suficiente o no nos movemos de aquí aunque nos den las doce campaanadas de la Nochevieja en el reloj que tenmos encima de nosotros y, teniendo en cuenta de que estamos en pleno septiembre, puede usted calcular fácilmente lo que nos podemos aburrir los dos mirándonos fijamente a los ojos. ¿Qué le sucede? ¿También le gustan a usted mis ojos? - ¡Necesito hablar con mi abogado! - Perdone usted, doctorcito, amorcito de mujeres fáciles... ¡pero recuerde que yo soy su abogado! Así que escúcheme algo más o la vida se le va a complicar más de lo que usted cree o más de lo que usted ha complicado la vida a algunas mujeres... ¿o no es cierto? El Doctor Dego Morales desvía la mirada t la conversación porque sabe eque ha sido descubierto... - Yo sólo creo en la Ciencia y, en noombre de la Ciencia es por lo que estuve de acuerdo en que me enviaran el plasma. - ¿No desea usted cambiar el tema y que hablemos de ciertas mujeresnpicando el anzuelo de sus encantso, señor encantador... de serpientes venenosas? - No. Prefiero hablar del plasma. - Pero resulta que es que yo no me creo que sea solamente un plasma sanguíneo. - Y yo le repito que no sé nada más. - O yo soy duro de oído o usted cree que yo soy más inocente que Espìnete el de la tele... - Prefiero no hablar nada más con usted porque me pone mal de los nervios. - ¿No me diga que empiezo a gustarle un poco? - ¡Prefiero no halbar de nada! - ¿De mujeres tampoco? ¿De repente se ha vuelto usted mariquita o desea que hablemos de jovencitas ya casadas y abandonadas después? - No debo hablar más de eso porque es muy urgente que vuelva a mi puesto de trabajo. - Su puesto de trabajo ahora ya no tiene ninguna importancia. - Escuche, Señor Joefer del CNI.. - Le he dicho más de una vez y le repito, porque me parece que es usted bastante tonto, que nos soy Jefe del CNI sino Jefe Superior del CNI. ¿Le es tan difícil saber la diferencia? No olvide, por favor, lo de Superior... porque resulta que existen hombres superiores, como yo, y hombres inferiores, como usted. - Está bien. Escuche usted, Señor Jefe Superior del CNI... ¡me están esperando en el Hospital 12 de Octubre de esta capital de España! - Yo mejor diría que ya no le están esperando. - ¿Qué me está usted insinuando? - ¡Oiga! ¡Yo no soy ningún mariconcete coom usted! - Quise decir, perdón, ¿qué me está usted queriendo decir? - Está bien claro que no insinúo nada. Lo afirmo. - Pues no llego a entenderlo. - Le estoy diciendo, cabeza de chorlito, que usted ya no trabaja en el Hospital 12 de Octubrwe de Madrid. - ¡Nadie me ha dado de baja de dicho hospital! - Yo sí. - ¿Usted? - Yo he avisado al Director General del Hsopital 12 de Octubre de Madrid y, de Jefe Superior a Director General, para entender de categorías que me parece usted que entiende muy poco de eso porque le falta, por cierto, bastante categoría como hombre, que usted ya no trabajará nunca más allí. - ¿Qué ha hecho usted? - Solamente lo justo y ahora, por lo tanto, tenemos todo el tiempo del mundo para descubrir la verdad de este asunto. - Pero... ¿de uqé asunto me está usted hablando? - Diden por ahí, por las calles de los barrios madrileños, que todos los maricas son sordos. Per como en todos los temas trascendentales, en este asunto sólo hay una verdad y a esa verdad es a ka que yo quiero llegar a conocer; así que relájese, tómese todo el café solo que desee, porque la leche ya se no s ha acabado, y espere a que no se me ponga la mala leche porque entoces sería mucho peor... ¿le gusta a usted la mala leche? El Doctor Diego Morales comenzó a temblar... - No... no... no... me conform con el café solo. - Pues eso.
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