Luz Celeste (Novela - Cómic - Guión Cine) - 40 -
Publicado en Aug 06, 2012
En Coca...
- ¡Vaya, vaya, vaya y vaya! ¿Pero quién tenemos aquí? - Está bien, Leda, no quiero que me gastes ni una sola broma. - Bueno, Carmen... pero te recomiendo que me cuentes todo lo sucedido y, de paso, antes de explicármelo, busca algo con lo que taparte. - No se preocupe, señorita, puedo prestarle yo una bata. - ¿Y usted quién es? - El capitán Atienza, jefe de este destacamento militar, así que puede usted pasar ahí dentro y ponerse una bata porque después tenemos que hablar durante un buen rato. Necesito explicaciones convincentes. - Yo no conozco a ningún Vicente ni he hecho nada con ningún Vicente. - ¿Está usted de bromas conmigo, señorita? - Nada de bromas. Yo necesito también saber qué ha sucedido. - Pues sea convincente. - Que le repito, capitán Atienza, que no conozco a ese tal Vicente no he hecho nada con el tal Vicente. - Perdónela usted, capitán Atienza, pero es que es andaluza y confunde convincente con Vicente pues ya sabe que los andaluces se comen las palabras. El capitán Atienza suelta una grosera risotada. - ¿Tanta hambre tiene usted, señorita andaluza? - ¡Pues sí! ¡Tengo mucha hambre porque he estado comiendo mal y poco! - No se preocupe por eso. Después de aclarar este asunto la llevaré al mejor restaurante de Quito para que coma usted todo lo que desee. Invito yo. - ¿Y usted se cree que yo voy a aceptar la invitación de un capitán cualquiera? Yo, desde ahora, ya no quiero saber nada de ningún capitán. Paso de todos los capitanes y en el futuro me buscaré a un general, de división, por lo menos. - ¡Venga, Carmen, dejate ya de soñar tanto con las estrellas de los militares, y cuéntame todo lo que ha pasado! - Lo que ha sucedido ni yo misma lo sé, Leda. - ¡Haga usted el favor de esperar fuera, capitán Atienza! ¡Esto es un asunto que ya no le incumbe a usted! - ¡A sus órdenes, señorita paulista! - ¡Yo no soy paulista! - Corrijo entonces. ¡A sus órdenes señorita brasileña! La verdad es que yo... - ¡La verdad es que usted no tiene por qué saber nada antes de que lo sepa yo! - ¿Y cuál es el motivo? - Un reportaje único y original que no quiero que nadie me lo arruine. El capitán Atienza comprende a la periodista Leda Melo de Carvalho y sale del despacho de su destacamento militar. - Ahora ya estamos solas las dos cara a cara, así que cuéntame toda la verdad, y nada más que la verdad, de todo lo sucedido en la selva. - Yo sólo sé que estoy viva de milagro. - ¿Que estás viva de milagro? ¿Qué diantres quieres decir con eso? - Sí, Leda. Él me salvó de la muerte hasta dos veces seguidas. - ¡Cuenta! ¡Cuenta! - La primera vez me salvó de una muerte por mordedura de serpiente venenosa que quiso morderme en la vena aorta. - ¿Y la segunda vez? - La segunda vez me salvó de una muerte mucho más segura todavía por culpa de una salvaje. - ¿Una salvaje has dicho, Carmen? - Sí, Leda. ¡Una salvaje que descargaba una energía imposible de soportar! ¡Si no es por él no estaría aquí contándotelo! - ¿Eso quiere decir que él sigue vivo? - La última vez que le vi estaba todavía vivo. - Entonces... ¿por qué no me ha enviado ningún mensaje todavía? - Porque nos robaron todo lo que llevábamos, incluido la máquina fotográfica y la mini computadora, además de todas nuestras notas y apuntes que teníamos y hasta un total de quinientas fotocopias de documentos muy importantes. - ¡Eso me interesa, Carmen! - ¿Qué te interesa saber, Leda? - Saber quiénes fueron los que os asaltaron. - Sólo sé que eran unos salvajes. - ¿Salvajes y no estás muerta? ¿Quiénes son esos salvajes que no te han comido viva? ¿Son salvajes o no son salvajes? - Ni lo sé ni tengo ya la más mínima gana de saberlo. - Te estoy pidiendo que me los describas. - Imposible hacerlo. Iban totalmente pintados desde la cabeza hasta los pies... menos ella... ¡ella se llevó a Jota Jota y éstoy segura de que ya le habrá comido el corazon! - Entonces díme quien y cómo es ella. - También es imposible describirla. Llevaba una máscara de yaguar que le tapaba todo el rostro menos los ojos. Físicamente estaba buenísima pero no pude verle el rostro. - Empiezo a oler, como buena periodista que soy, que posiblemente sea cierto que logre un reportaje único y original como él me ha prometido. - Quizás te baste sólo con esto que te he contado y el resto te lo inventas y ya está, Leda, porque yo ya no sé nada más. - ¿Cómo que no sabes nada más? - Sólo que descubrimos unas tumbas cristianas y... después... me taparon los ojos, me ataron las manos a la espalda y me llevaron a la Ciudad Oculta. - ¿Estás bien de la cabeza o has sufrido un shock emocional que te está haciendo delirar? - Ya no lo sé con total exactitud. Quizás sólo haya sido un mal sueño o una pesadilla nada más, Leda. - ¿Quieres decir que todo esto es solamente una invención tuya? - Yo no sé ni qué pensar; pero ni por todo el oro del mundo volvería yo a adentrarme en esa selva. - Entonces... ¿qué tengo que informar al capitán Atienza cuando pida explicaciones? - No le informes nada todavía... - ¿Por qué no puedo informarle nada todavía, Carmen? - Porque no es prudente hacerlo, - Como muy buena periodista que soy sigo diciendo que huelo el mejor reportaje de mi vida y cumplirá su compromiso para conmigo como tal me lo prometió. - ¿Te prometió casarse contigo? - ¿Casarse conmigo ese tal Jota Jota que tiene sólo 18 años de edad y yo ya tengo 25? - Como dices que se comprometió contigo... - No me refiero a esa clase de compromisos nupciales, Carmen, sino a los compromisos profesionales. Él no será ni para ti ni para mí. - Entonces... ¿qué es lo que esperas de él, Leda? - Ya te lo he dicho muchas veces. Solamente que cumpla con su compromiso de ofrecerme un reportaje periodístico completo. Con lo que me has contado tú sólo tengo para un pequeño prólogo nada más. Y no quiero inventarme nada sino que sea un reportaje real. - Está bien. Espérale si quieres pero yo creo que no volverá porque estoy segura que la salvaje se lo ha comido todo entero. - Esperaré todos los días que sean necesario porque yo creo que no... que quizás sea él el que se haya comido toda entera a la salvaje. Y ahora pasa a esa habitación antes de que regrese el capitán Atienza. Nada más entrar Carmen en la habitación para ponerse la bata, entra en el despacho el capitán Atienza. - ¡No me digas que se ha escapado! - Tranquilo, capitán. Sólo se está poniendo la bata que usted le ofreció... pero ni ella ni yo podemos darle ninguna información de lo sucedido. - ¡¡Cómo que no me van a dar explicaciones a mí que soy el capitán responsable de dar a conocer a mis superiores todos los incidentes raros que ocurran en este lugar!! ¡¡Con ustedes las mujeres hay que tener más paciencia que Job!! - Lo siento. Es necesario esperar a que vuelva Jota Jota.
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