Luz Celeste (Novela - Cómic - Guión Cine) - 42 -
Publicado en Aug 08, 2012
Real Observatorio Astronómico de Madrid...
- Observe la pantalla, Señor Director. - ¿Qué sucede, profesor Sigfrido? - Como investigador profesional, aunque no pertenezca ni vaya a pertenecer nunca al CNI porque no soy lo suficiemente inteligente para ello... ¡observe, Señor Director, observe la pantalla de la Computadora Central! Efectivamente, en esos momentos, la pantalla de la Computadora Central, la misma que utilizaron Jota Jota y Carmen, está apagándose y encendiéndose continuamente y sin cesar. - ¿No puede usted detener esa energía, Sigfrido? - Imposible. Está fuera de mi alcance. Además de que no soy tan inteligente y por eso jamás sería ni tan siquiera el barrendero del CNI, sólo estoy intentando volver a situarme en las coordenadas a las que ya había llegado gracias a las exploraciones informáticas que han llevado a cabo todo mi equipo de colaboradores y seguidores ya que yo solo soy un incapaz. - ¿A qué coordenadas había llegado su equipo, profesor Sigfrido Gil de Giles? - Acababsn de situarse en las coordenadas 16.18. - ¿Y qué es lo que ha sucedido? - No tengo inteligencia suficiente ni para comprender... ni mucho menos para entender... porque sé que soy muy corto de pensamiento y carezco de inteligencia para estas cuestiones. - ¡Esto ya es demasiado, profesor Gil de Giles, y espero que por haberme reunido con usted no me hagan cesar de mi cargo de Director de este Observatorio! - Pero´yo sé que hay una energía duplicada que nos borra todo lo que continuamente mi equipo de colaboradores y seguidores empieza a encontrar. De esta manera no hacemos más que comenzar y comenzar y comenzar sin llegar a ningún resultado. - Pero... ¿que está usted intentando descubrir, profesor Sigfrido Gil de Giles? ¿La cuadratura del círculo acaso? Porque conociendo la escasa inteligencia que le adorna su cerebro me parece que usted sabe menos que el burro de mi tío Benito. - No me compare con ese burro, por favor, porque yo al menos tengo estudios universitarios y los burros no tienen ni estudios elementales que ya es decir. - Está bien. No le volveré a comparar con el burro de mi tío Benito pero expliqueme algo que tenga sentido. - ¡No he podido todavía conseguir ningún dato concreto ni tampoco ningún dato específico ni tan siquera por aproximación alguna! - ¡Cómo se nota que es usted, profesor Gil de Giles, más corto de inteligencia que dar un corto circuito alrededor de un coche cuna para aprender algo tan elemental como que quien con niño se acuesta se levanta sucio si no le cambia los pañales a tiempo! ¿Qué tema está usted investigando? - La Ley de la Atracción Universal enfocada desde el punto de vista de la Comunicación Interpersonal en la pareja de hombres. - ¿Y no le parece a usted bastante absurdo? ¿Tiene alguna idea de lo que está haciendo? - Ni la más mínima idea. Lo reconozco. Soy bastante impotente como para saber usarla. - ¿Además de marica es usted también impotente, profesor Sigfrido Gil de Giles? Explíquese a ver si consigo entenderle, politiquero de pacotilla, que me parece que está usted más confundido que un político en medio de unas lavanderas intentándolas convencer de que son princesas. - Sí. Soy bastante marica y bastante ansioso de ser un diputado. - ¡Está usted totamente ido! - Eso quisiera yo. Irme de una vez por todas y salir de este avispero pues estoy como si un montón de avispas me estuviesen persiguiendo el trasero. Para saber usarlas bien hay que ser infinito... - ¿Se refiere usted a las coordenadas 16.18 o a las avispas que le persiguen el trasero quizás porque les atrae como la miel a las moscas, profesor Sigfrido? Y hablando de Sigfrido... ¿también es usted frígido? Perdone el chiste pero es que la ocasión lo amerita. - ¿Qué está pasando con usted, Señor Director? - ¡Eso explíquemelo usted, profesor tragacantos... que me parece que usted canta mucho por la garganta! ¿Cuántos tragos se ha dado antes de venir a hablar conmigo para contarme indecencias de hombres? - No sé utilizarla ni bien ni mal sino de manera invertida. - ¿Se refiere a la Ley de la Atracción Universal o a otra cosa? - Que no sé como meterla... - Meter en dónde. - En el hueco. - ¿De qué hueco me está usted hablando? ¿Del que hay por delante o del que hay por detrás? - ¿Qué le sucede, Señor Director? Ahora expliqueme usted a mí. Yo estoy hablando de la Tarjeta de Acceso al Sistema. Ustedes la llaman TAS. - A eso mismo me refiero yo. A los huecos de la Memoria Interna. - Seamos más humanos, por favor. - O sea, ¡que se confirma lo que yo sospechaba! - ¡Soy un humano acabado! ¡¡Soy una personas acabada!! ¡¡¡Soy un hombre acabado!!! - ¡Es usted una verdadera ruina! - ¡¡¡Soy un ser acabado!!! Al Director del Real Observatorio no le queda otra alternativa que darle un temendo guantazo para cortar aquel ataque de nervios. Y se lo da con ganas. - ¡Perdón, profesor Gil de Giles, pero es la mejor manera de detener los ataques de histeria! - ¡¡¡Soy un profesor acabado!!! El Director del Real Observatorio Nacional de Madrid no tiene más remedio que propinarle otro enorme guantazo al profesor que está ya salido de sus casillas. Y se lo propina con ganas. - ¡Me va a perdonar usted pero este es el mejor sistema que existe! El profesor Sigfrido comienza a gemir, porque los dos guantazos han sido de grado superior para estar en correspondencia con sus estudios superiores, y vuelve a la realidad pero se encuentra mareado. - ¿Sistema? ¿Qué Sistema? ¿Dónde está el Sistema? Al Director del Observatorio no le queda más que cogerle por las solapas y zarandearle bruscamente contra la pared. - ¡Este es el Sistema! ¿No están viendo usted y todos sus colaboradores y seguidores la Sala de Computadoras? ¡Este es el mejor sistema para hacerles entrar en razón! ¡¡Razone usted ya como Dios manda, profesor Sigfrido Gil de Giles!! - ¿Cómo Dios manda? - Si... ¡Como Dios manda y ordena para poder vivir de manera ordenada! ¿Puede usted ordenar ya sus ideas y decirme que han encontrado sus investigadores, Sigfrido? - Ellos nada y yo tampoco. No tengo explicación alguna pues soy muy corto de ideas como ya le he dicho hasta la saciedad. - ¿Saciarse usted? ¡Usted es demasiado ansioso como para saciarse! - ¡Estoy totalmente frustrado! - ¿Porque es usted demasiado feo o porque no ha sido nusted nunca jamás guapo? - Por las dos cosas. Soy demasiado feo y jamás en la vida he sido ni tan siquiera un poco guapo. Ahora sólo soy un vejestorio impotente. - ¿Cómo ha descubierto usted que es impotente? - Porque ella no responde a mis intenciones. - ¿Qué intenciones son esas? ¿Buenas? ¿Malas?. En ese mismo momento se apaga totalmente la Computadora Central y estalla una tormenta sobre la ciudad de Madrid, apagándose todo el sistema eléctrico del Observatorio. - ¿Qué es esto, profesor Sigfrido? ¡¡Ha fundido usted todo nuestro sistema eléctrico, inútil, incompetente, ignorante!! - ¡Yo no he tocado absolutamente nada que no debiera tocar aunque me hubiese gustado hacerlo! - ¿Qué tontería está usted diciendo, profesor Gil de Giles? - ¿Reconozco que soy bastante gil... pero esta tormenta no tiene ningún sentido lógico y además el cielo estaba totalmente despejado! - ¡Pues mire usted ahora por la ventana! ¡Sólo hay nubes oscuras y más negras que su podrida conciencia, profesor Sigfrido... y además está cayendo una tormenta impropia del mes de septiembre! - ¡Es como si hubiésemos entrado en una dimensión desconocida! ¡¡La tormenta no se ha originado en Madrid pero sólo se ha producido en Madrid!! ¡¡¡Esto es como para volverse loco del todo!!! - ¡Lee usted demasiadas revistas tontas y absurdas como, por ejemplo, Mundo Desconocido! ¡Es usted un infantiloide! - ¡Déjese de cuentos infantiles porque yo ya soy más viejo que la tartana de la que escribió Vicente Blasco Ibáñez! ¡Esto parece más una película televisiva de aquellas que hacía Narciso Ibáñez Serrador! ¡Parecen historias para no dormir! - ¿Las coordenadas 16.18 son de una dimensión desconocida? - Al parecer, a pesar de la poca inteligencia mía y la de mis colaboradores y seguidores, me esfuerzo inútilmente en encontrar una respuesta a la Ley de la Atracción Universal! Esto se ha convertido en prohibido para cualquier investigador que desee introducirse en su estudio. - ¿Y a qué cree usted, profesor Gil de Giles, que se debe esa anomalía? - Soy muy corto de inteligencia como le vengo diciendo siempre; pero quizás no sea una anomalía como estamos todos equivocadamente pensando... porque nada de esto viene en el Vademecum de las Ondas Astronómicas ni en el Manual de Anomalías Mecánicas. ¡No existen referencias sobre esas coordenadas! -¿Quiere usted decir que es una Anomalía Natural? - O que no es ninguna clase de anomalía en absoluto. - ¿Cómo podemos describir esto en nuestros informes? - No tengo ni idea de cómo explicarlo. Mi inteligencia es muy corta. No sé qué decirle al Centro Nacional de Inteligencia dode, por suepuestísimo, jamás me admitirán en su plantilla. Repentinamente cesa la tormenta y la luz eléctrica vuelve a encenderse y, con ella, la Computadora Central. - ¡Es curioso, profesor Sigfrido, pero todas las demás máquinas han seguido funcionando sin ninguna clase de interrupción! - Eso quiere decir, de lo poco que puedo entender yo porque soy muy inteligente para estas cosas tan elementales y otras cosas´muy raras, que escapa de nuestros conocimientos. - Exacto. Escapa de nuestros conocimientos y es mejor no informar nada al CNI ni a la Comunidad de Científios de la Tierra porque haríamos un tremendo ridículo y ya es bastante ridículo esto de trabajar con usted. - ¿Podemos recuperar la Memoria Interna? - ¡Es usted, además de corto de inteligencia, bastante torpe, profesor Gil de Giles! - ¿Por qué razón? ¿He hecho alguna pregunta capciosa? - ¡Por supuesto que es capciosa! Le he repetido varias veces que es imposible pero parece que usted o no entiende lo que le digo o es tonto de verdad. ¡Algo la ha borrado por completo! ¿Se ha enterado usted ya o se lo tengo que repetir enésimas veces más? - Entonces es mejor no intentarlo más veces porque podría producirse una descarga energética tan potente que destruiría todo el Obsevatorio de Astronomía por completo y sin dejar piedra sobre piedra. - Como Director General de este Observatorio le tengo que decir que, desde ahora mismo, profesor Sigfrido Gil de Giles, le prohibo terminantemente y para siempre que usted y también sus inútiles colaboradores y seguidores, entren aquí a investigar ni sobre este asunto ni sobre cualquier otro tema. ¡Inútil! ¡Inútiles todos ustedes! - Eso ya lo tengo muy asumido y lo admito totalmente estando de acuerdo con usted. ¡No quiero morir todavía! - Pues entonces es mejor que guarde silencio absoluto cuando mañana dé usted la conferencia a todos los científicos que han llegado desde muy diversos puntos de este planeta. - ¿Se puede suspender esa conferencia? - Imposible. Ya no podemos suspenderla y usted tendrá que dar la cara aunque sea por primera vez en su vida. - Entonces me limitaré a repetir lo mismo que todos ya sabemos y les informaré que no tenemos ninguna novedad ni ningún tipo de avance relacionado con la Ley de la Atracción Universal. ¡Haré el ridículo más completo que usted pueda imaginarse! - ¡Estoy de acuerdo! ¡Va usted a hacer el ridículo más espantoso posible después de haber dado tanta publicidad sobre dicha conferencia! - ¡He hecho tantas veces el ridículo, Señor Director, que una vez más ya no tiene importancia ni me importa! Repetiré por enésima vez lo que ya todos sabemos. ¡Vamos a hacer todos el ridículo más espantoso posible porque no tengo nada que decirles ni muy interesante, ni algo ineteresante ni nada interesante! ¡No tengo que decir nada en absoluto que pueda interesar! - Tendremos que hacer el ridículo... y esperemos que no nos pasen factura por daños y perjuicios cometidos contra sus bolsillos. ¡Usted ya me entiende, profesor incompetente! - Lo entiendo perfectametne, Señor Director General. ¡Esto me pasa por meterme a ser investigador de asuntos de los que no tengo ni la menor idea! Total... ¡¡que sólo he encontrado unas alforjas vacias cunado pensaba encontrar un verdadero tesoro!! - ¡Sí! ¡Es usted bastante burro! ¡No le vendrán mal las alforjas para que las cargue usted de por vida, inútil! ¡No es usted más inútil porque ser más inútil que usted es tan imposible que entra de lleno en la ciencia ficción! ¡Eso le ha ocurrido siempre, profesor Sigfrido Gil de Giles, por ser un verdadero percebe! - Espero que no nos reclamen nada... - ¡Que Dios nos pille confesados, profesor incompetente! ¡Por lo menos en lo que se refiere a usted! ¡Yo me lavo las manos, como Pilatos, en todo este asunto! Máximo ridículo no se puede hacer. - ¿Y me va a dejar usted a mí completamenente solo ante el peligro como le sucedió a Gary Cooper, Don Boni? - No me llame usted Boni porque acabo de romper mi amistad con usted. Llámeme solamente, y a lo máximo posible, Señor Director General. ¡Ni Boni ni Bonifacio sino solamente, y a lo máximo posible, Señor Director General si es que vuelvo a dirigirle a usted la palabra algún día pero lo dudo! - Diablos. ¿Acabo de perder su amistad? ¿Con quién me quedo yo ahora? - Con Dios. Quédese usted a solas con Dios a ver si Dios le salva. Así que ya puede usted irse preparando para la hora de la verdad y a ver cómo resuelve usted ahora esta penosa situación a la que hemos llegado sólo por la culpa de querer ser usted un político de primera magnitud y, movido por su ambición y avaricia, el mejor investigador del mundo sin tener ni idea de lo que es un iuvestigador ni cómo se debe investigar.¡Tanto decir que es usted un experto en temas de Comunicación Interpersonal en las parejas formadas entre hombres y mujeres y no tiene usted ni tan siquiera idea de lo que queire decir dicho término! ¡De este espantoso ridículo no le salva a usted ni las monjitas de la caridad ni ese tan famoso seguidor suyo al que llaman Motorista Super Star que me he enterado ya de que sólo es un viejo vigilante de la Sala de Computadoras del Hotel Meliá Florida de esta ciudad! ¡Despidase ya mismo de su título de profesor en comunicaciones sociales porque yo no pienso, para nada ni por todo el oro del mundo, salir en su defensa! - ¡Estoy perdido! ¡¡Estoy perdido!! ¡¡¡Estoy perdido!!!
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