Génesis
Pongo en tus manos la llave del bosque, que tus palabras descubran el manto de la noche.
 La Vía Láctea serpentea entre mis dedos como un pequeño dragón. En el caldero se cuecen las horas. Algo está despertando, entra en mi y precipita. Dos alas, un espejo roto.
Viajo en un navío, una mariposa que vuela por las orillas del tiempo.  
 Mi morada es un poema, una senda entre los mundos. Un círculo de arena, voces en el río de los días.
Escucho tus ecos, flecha que silva en el corazón del viento.
Busco una playa de oro blanco entre el cielo y las dunas.  Llueve en mi pelo, en mi larga trenza de algas. La lluvia lame los senos del bosque, las raíces palpitan. De lo muerto, vuelve la vida, sangra en las ramas del manzano.
Mi corazón es hijo de la noche. En el centro del bosque, un pozo sin fondo incendia la tierra. Nacen planetas y pájaros. El alba se acerca, soplando en el río con su flauta de ámbar, demoran los ecos y el viento en las hojas parece dormido.
Luciana Forster