Mairu de Madrid (Diario).
Publicado en Aug 10, 2012
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Hostal Mairu Madrid. Calle Espejo, 2. Cerca de Ópera, Puerta del Sol y Plaza Mayor de Madrid. El hostal Mairu Madrid es una propiedad boutique que se encuentra a pocos metros de la Puerta del Sol y a una poca distancia andando de las estaciones de metro Ópera y Sol, museos, monumentos y centros comerciales. En los alrededores también se pueden encontrar el Centro de Arte Reina Sofía, el estadio Bernabéu, la plaza monumental de Toros de las Ventas, Sobrino de Botín y la Casa Encendida. La propiedad se encuentra en el histórico centro de Madrid, a 5 minutos andando del Palacio Real, la catedral de la Almudena y la Plaza Mayor. Esta propiedad también está cerca de la Real Academia de Bellas Artes San Fernando, la Plaza Mayor, el mercado de San Miguel, el Museo del Prado, el parque del Retiro y el museo Thyssen-Bornemisza. Este hostal cuenta con confortables unidades que están bien decoradas y equipadas con diversas instalaciones modernas. El hostal Mairu en Madrid no dispone de restaurante. Sin embargo, los huéspedes pueden visitar los restaurantes cercanos que ofrecen platos deliciosos. El hostal Mairu Madrid ofrece un personal profesional para asistir a sus huéspedes con un agradable servicio y cálida hospitalidad. Durante el tiempo libre se pueden explorar las atracciones de la ciudad o ir de compras en los alrededores. Mi paso es por ello más que veloz, de manera que, pasada la iglesia de Santiago, me sitúo en la calle del Espejo, en cuyo número 1 vivió Francisco de Goya y su esposa Josefa Bayeu. Y donde nació su hijo Vicente Anastasio. Cuatro plantas tiene esa casa, que se ubica ya dentro de los límites del Madrid de los Austrias. Junto a la calle Mayor, muy cerca de la antigua Puerta de Guadalaxara, que dicen los cronistas de la Villa que fue uno de los accesos más importantes del Madrid medieval. Y que dejó de existir en 1582 al ser derribada la vieja muralla. La noche es luminosa. Hoy ha sido un día sin lluvia, tras una semana inclemente que me ha hecho olvidar la hermosa nevada del domingo 10. Hace frío, pero la temperatura no es extrema. Luego invita a pasear. Mi destino lo dejo al azar. Porque son calles que no sólo conozco, sino que me llevan. Efectivamente así fue, así pasó, así lo cuento yo:
Dias 2, 3 y 4 de julio del inolvidable y caliente año 2012. El Año de los Juegos Olímpicos de Londres. Estoy pasando tres maravillosos días junto a mi Princesa y, además, por portarme bien educado me da permiso para tener todas las tardes libres. En completa liberación, sin atadura alguna, salgo a la calle, solo con mis pensamientos, estos tres días. Es como hacer tres tours por dentro de la Memoria. Es imposible no recordar, al pasar por la Calle Mayor, muy cerca de La Mallorquina, a las inolvidables chavalas de la Academia Cima. Con ellas pasé momentos tan increíbles que resulta que fueron verdad. Y es que la mejor realidad que existe, paseando por estas calles del castizo Madrid, es recordando que es gerundio.
Desde la Puerta del Sol existen varios caminos interesantes. Por ejemplo paseo por la Fuencarral, entre mujeres que es mejor olvidar del todo, y llego a la Gran Vía. ¡Gran Vía ésta en la que te encuentras contigo mismo acompañado de, por ejemplo, Andrés! Recuerdo a Andrés y la historia aquella de la Academia de Inglés. Aventura inolvidable para Andrés pero yo paso del tema porque se equivocó tan lamentablemente que en vez de quedar con las dos pimpollas rubias y de cabellos largos (lo cual no significaba que por eso no fueran inteligentes como afirmaba el misógino Schopenhauer) me presentó a otras dos que ni fú ni fa. Y también paseo por Mac Donald y me acuerdo, inevitablemente, de mi Princesa y la hamburgesa para bebé. Aquello me hizo gracia y me reí un montón con lo que dijo Ella, aunque sus amigas no se enteraran de nada. ¿Estaría ya pensando en el primer bebé? Seguramente que sí... pero sus amigas estaban más despitadas que un par de monjas en Pasapoga.
Paso por la Valverde y entro donde entré aquel fabuloso día en que "El Pampero" quedó frustrado e impotente. Estoy seguro de que la impotencia todavía le dura al "Pampero" y a su "querido". Así que dejo, en el bar de al lado, mientras tomo mi café con leche, un dibujo que es mejor no reproducirlo porque puede rozar lo impublicable y buscarnos un lío de aquí te espero con el siguiente mensaje (textualmente cierto y verdadero): "Para 2 H P - No teníais ni media hostia". Levanto la cabeza y veo a un achacoso encorvado y más feo que El Demonio. No tengo nada más que decir sino que sonrío y salgo hacia el Circulo de Bellas Artes.
¡Qué gloriosas tardes pasé yo en el Circulo de Bellas Artes de Madrid! Recuerdo el baile que no bailé porque la chavala de turno me dijo que era muy bajita para mí. No me importó su rechazo porque yo tampoco estaba por la labor de bailar. Le dije que era guapa y me marché, con Luis y Carlos, con las manos metidas en los bolsillos de mi pantalón y silbando alguna canción del verano. Quizás la de "Cuando salga la luna, cuando salgo voy a verte, no te quiero ver a oscuras ni sin luz para quererte". Quizás. Dejémoslo en un simple quizás. Tampoco puedo olvidar mi lectura pública sobre Pintura Argentina que dejó boquiabiertos a todos los allí asistentes porque me sabía hasta lo de Prilidiano Pueyrredón y quiénes ganaron las Medallas de la Academia de Pintura de Buenos Aires sobre los mejores pintores de bocas, de narices, de dedos y de otras partes del cuerpo humano. Y esto también fue verdad y sigo recordando que aquí, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid estuve comiendo con mi amada Princesa y mi querida madre. Y es que del amor al querer siempre existe la distancia que mi Princesa quiera imponerme. Así que dije a mi madre: ¡Me voy con Ella y olé!
En la Calle Huertas me encuentro después de haber paseado por la Puerta de los Leones de Madrid. Esta es la mejor manera que tengo de describir el Congreso de los Diputados y como no quiero meterme en zarandajas políticas antes y después del famoso 23-F me piro por donde están los pubs para jóvenes desesperados que buscan ligar con jovencitas desesperadas. A mí me ocurrió así no por mí sino por la otra, la Mercedes que no me gustaba. Otra cosa bien distinta hubiera sucedido en La Fídula si hubiese sido alguna de las dos Mercedes que si me gustaba mucho pero... ¡claro está y está más claro que el clarete que me tomaba yo en El Ancino de los Vinos de la Calle Bailén!... la que más me gustaba desde siempre era mi propia Princesa. Y ya está. Superado el momento de recordar a las Huertas y no me refiero a las de Molinos de Papel sino a los pubs de esta calle madrileña, me entran ganas de comprar un "Guajiro" y no paro de dar vueltas por las calles aledañas al Teatro Benavente o por lo menos el que está en la Plaza de Benavente, hasta que encuentro un estanco donde lo consigo. Con el puro bien encendido tiro hacia la Plaza de Canalejas, paso por donde "La Cubana" (buenos desayunos recuerdo yo de haber tomado allí) y al pasar la calle me dijo el callejero que pasar por el Banco ya no cuesta dinero (que es una adàptación de una canción infantil que la convierto en canción juvenil) y recuerdo a las que me gustaban de la O.P. ¿Operación Príncipe acaso? Pueden ser las dos cosas: Oficina Principal de Madrid y Príncipe. Porque al pasar por la Príncipe me entra la risa al ver Sésamo y las inolvidables noches pasadas allí. De este local tengo tantas aventuras que mejor las escribo en otra página de mi Diario.
Otra cuestión interesante de estos tours por las zonas castizas de Madrid es el largo paseo (de ida y vuelta por supuesto porque siempre vuelvo sano y salvo a donde está esperando mi Princesa) hacia El Rastro. No veo ni rastro de los tenderetes así que me doy la vuelta, una vez llegado a la ferretería donde el Boni, el Maxi y yo (los burros delante para que no se espanten) compramos un mogollón de bolas para tener suficientes balones con los que jugar al fútbol (me refiero a las chapas), y subo hacia el Instituto San Isidro con las manos metidas en los bolsillos de mi pantalón para dar a entender que estoy tan enamorado de Ella como siempre. Siempre no es mucho tiempo sino un tiempo necesario para mí. El tiempo vivido con los estudios de Bachillerato del San Isidro de madrid me hace rememorar las tardes gloriosas jugando en el Esparta de San Isidro (camiseta amarilla y pantaón azul con medias azules y las vueltas amarillas al igual que Las Palmas de Gran Canaria).
También tengo tiempo de acercarme a mi querida Calle de Juan Duque y, en el bar cercano al número 16, me pongo a tomar otro café con leche en la terraza. Ya es de noche y estoy esperando a ver si veo al taxista o a Tínin, del portal nñumero 16, peor no veo a ninguno de ellos. Menos aún al comandante. Así que tengo la sensación de que el tiempo s eha detenido en ese portal y recuerdo a varias chavalillas de las que veía pasar por las aceras o de las que me encontraba en el autobús. En fin. Otra buen experencia es inolvidable: mis dos cafés con leche tomados en Casa Ciriaco después de comprobar que el Bar La Amarilla está cerrado por vacaciones y la historia de la Torre de Luján donde estuvo preso el rey francés. Estoy seguro de que alguna relaciñon debe haber entre Casa Ciriaco (donde me permiten leer tranquilamente el ABC) y Ciriaco, aquel legendario defensa del Real Madrid. Cito una de las alineaciones más famosas de entonces (a los cuales no vi jamás jugar en directo porque yo no había nacido todavía y, además, me faltaba todavía mucho antes de nacer): Zamora; Ciriaco, Quincoces; P. Regueiro, Valle, Bonet (Sauto 45´); Lazcano, Leoncito, López Herranz, Hilario, Emilín (Diz 45´). Otro recuerdo diferente es el de Ciriaco del Elche Club de Fútbol, al cual si lo tuve en cromos.
En la Calle Espejo, al lado del Hostal Mairu se encuentra la famosa Casa Garijo (toda clase de instrumentos musicales) y al lado de esta calle se encuentra la Calle Santiago, muy célebre entre los siglos XVI y XVIII porque era paso obligado para llegar al alcázar y porque en uno de sus portales viviño el pintor Francisco de Goya y Lucientes. Cierro mi Diario mientras salgo a dar una vuelta nocturna con mi Princesa; con la cual a veces como bocadillos de calamares en la Plaza Mayor, recordando tiempos de nuestro intenso noviazgo.
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