El madrigal de Laura (Cultura)
Publicado en Aug 11, 2012
¿Sabéis quien fue el poeta que escribió el "Madrigal a Laura". Nada más y nada menos que Gutierre de Cetina. ¿Quién fue este poeta? Consultando fuentes eruditas del Internet obtenemos la siguiente investigación sobre Gutierre (no Gutiérrez sino Gutierre) de Cetina:
Gutierre de Cetina (Sevilla, 1520 - México, 1557), poeta español del Renacimiento y del Siglo de Oro español. De familia noble y acomodada, vivió un largo tiempo en Italia, en donde fue soldado a las órdenes de Carlos I. En ese país entró en contacto con la lírica petrarquista que tanto habría de influir en él; leyó a Tansillo, Ludovico Ariosto y Pietro Bembo, pero su lírica se inspira fundamentalmente en la del toscano Francesco Petrarca, en la del valenciano Ausiàs March y en la del toledano Garcilaso de la Vega. Pasó mucho tiempo en la corte del príncipe de Ascoli, al que dedicó numerosos poemas, y frecuentó también a Luis de Leyva y al insigne humanista y poeta Diego Hurtado de Mendoza. Adoptó el sobrenombre pastoril de Vandalio y compuso un cancionero petrarquista a una hermosa mujer llamada Laura Gonzaga. A tal dama está dedicado el famoso madrigal que ha pasado a todas las antologías de la poesía en castellano: Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué si me miráis, miráis airados? En este cancionero abundan los sonetos cuya fórmula consiste esencialmente en la traducción de un pensamiento amoroso de Ausiàs March o de Petrarca en los cuartetos y un desarrollo posterior personal en los tercetos. En 1554 volvió Cetina a España y en 1556 marchó a México, donde ya estuvo entre 1546 y 1548, con su tío Gonzalo López, que se dirigía allí como contador general. Allí se enamoró otra vez de una tal Leonor de Osma, y bajo su ventana fue herido de muerte en 1557 por un rival celoso, Hernando de Nava, en Puebla de los Ángeles. ¿Quién fue realmente Laura Gonzaga? Vamos a salir de dudas volviendo a investigar fuentes eruditas de Internet. A través de dichas fuentes podemos saber que Laura Gonzaga fue una condesa de la que estuvo enamorado nuestro Gutierre de Cetina y que, además del famoso maddrigal ya citado, también compuso, en su honor, el siguiente poema: Laura, si cuando en la gran selva Idea hizo el juicio aquel pastor troyano, donde a Venus fue dado el soberano premio a pesar de la una y otra dea, fuérades vos, ante vos fuera fea la más hermosa, y presumiera en vano haber lo que están vuestro y que tan llano confesará cualquier dama que os vea. Si Zeúxis de vos sola tomara cuanto bueno entre mil tomar pudiera, cuando en Crotón la bella imagen hizo, más gracia, más beldad, más ser mostrara, y a Juno más perfecta pareciera: ¡tanto el cielo de vos se satisfizo! Como véis Gutierre de Cetina emplea unos modos de hacer versos de manera bastante difícil de comprender y es que, por aquel entonces, y estamos hablando de los Dos Siglos de Oro de la Literatura Española, la censura era muy dura y cruel con quienes osaban escribir con claridad. Por eso los poetas que se enamoraban de mujeres ya casadas, aunque no tenían nunca relaciones amorosas ni sexuales con ellas (que normalmente eran bellas mujeres de la clase alta de la nobleza) se conformaban con lo que conocemos como amores platónicos. Hemos citado el famoso madrigal a Laura. ¿Qué es, en Poesía, un madrigal? Acudimos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española por si tenemos dudas y dice así: proviene de la palabra italiana "madrigale" (y ya sabéis lo mucho que influyó la poesía italiana en los poetas españoles del tiempo en que escribía Gutierre de Cetina) y significa "Poema breve, generalmente de tema amoroso, en que se combinan versos de siete y de once sílabas" (Por extensión y ampliación del conocimietno podemos también saber que se llama madrigal a una "composición musical para varias voces, sin acompañamiento, sobre un texto generalmente lírico" Transcribo, a continuación, el madrigal a Laura Gonzaga completo (tal como lo aprendí yo cuando tenía solamente unos 10 años de edad y gracias a mi ilustre profesor Don Florencio Lucas Rojo): Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos. La segunda vez que se enamoró locamente nuestro Gutierre de Cetina ya se encontraba en México y lo hizo de otra dama cortesana, de la alta nobleza, llamada Leonor de Osma (que seguro que también estaba ya casada como era costumbre en aquella época que ocurriese con los enamoramientos platónicos de los poetas). Investigando este dato resulta que obtenemos nuevas aportaciones para saber algo más sobre nuestro poeta estudiado (por ejemplo, que también fue militar). Otra fuente cultural nos dice lo siguiente: Gutierre de Cetina (Sevilla, 1520 - Puebla de los Ángeles, México 1557), poeta y militar. Pertenecía a una familia noble y acomodada. Nace en 1520, aunque algún historiador cree que pudiera haber nacido en 1510, siendo el primer hijo de Beltrán de Cetina y Francisca del Castillo y tuvo ocho hermanos más. En 1537 se traslada a Valladolid. Como soldado sirvió en Italia para Carlos I, allí se desplaza en 1538 bajo el mando del virrey de Sicilia, Fernando Gonzaga. Participó en la fallida expedición contra Argel de 1541, tambien intervino en acciones en Alemania, Bélgica y Francia. En Italia frecuentó la corte del príncipe de Ascoli, en donde coincidió con Luis de Leyva y Diego Hurtado de Mendoza. Vuelve a Sevilla en 1546. Entre sus amistades, además de los mencionados, también se encontraban la princesa Molfeta, Jorge de Montemayor y Jerónimo de Urrera. En varias ocasiones, 1546, 1548 y 1556 viajó a México, acompañando a su tio Gonzalo López, Procurador General de la Nueva España. En este país, en Puebla de los Ángeles encontró la muerte en 1557. Se dice que murió a manos de un rival, celoso, Hernando de Nava, cuando cortejaba a Leonor de Osma, el hecho tuvo lugar el 1 de abril, falleciendo a resultas de la septicemia provocada; si bien otros biógrafos señalan que este lance corresponde a un error de identificación, recibiéndo éste las puñaladas sin ir dirigidas al poeta. ¿Cómo vivió y cómo murió, realmente, nuestro Gutierre de Cetina, conocido a niveles literarios por todos los entendidos, como "El poeta del madrigal"? Pues, investigando, encuentro el siguiente documento fechado en marzo de 1954: Acerca de Gutierre de Cetina: Gran huroneador de archivos fue don Francisco Rodríguez Marín, y el destino premió su constancia deparándole el hallazgo de no pocos documentos que han ayudado a desentrañar enigmas de la historia de España. Nada menos que ciento veintidós acerca de Cervantes, hasta entonces inéditos, público con notas en 1914; y con anterioridad había obsequiado a don Cristóbal Pérez Pastor, meritísimo investigador asimismo, con la copia de otros doce hallados por él. Sobre escritores españoles de los siglos XVI y XVII también encontró abundante documentación, parte de la cual insertó en 1919 en el Boletín de la Real Academia Española, en 1923 la reunió en un volumen. Cúpole en suerte uno de esos hallazgos que bastan a colmar de satisfacción la vida de un erudito; en 1905, en el Archivo General de Indias, de Sevilla, dio con el proceso seguido en Puebla y en la Audiencia de México contra Hernando de Nava, por las heridas que en la noche del 1° de abril de 1554 le causó al poeta Gutierre de Cetina, cuatro siglos se cumplirán mañana, de fecha a fecha, y no exactamente de día a día porque ha de tenerse en cuenta la reforma del calendario en 1582. Rodríguez Marín, en el citado Boletín y en su libro, publicó in extenso todo cuanto en el proceso tiene interés informativo, y extractos o resúmenes de lo demás. Don Francisco A. de Icaza reprodujo las principales actuaciones en su ameno y docto libro intitulado Sucesos reales que parecen imaginarios, de Gutierre de Cetina, Juan de la Cueva y Mateo Alemán. Afirma ahí el sapiente erudito mexicano que poco o nada habría que añadir al estudio de Gutierre de Cetina si quienes acerca de él han escrito hubiesen efectuado "las investigaciones biográficas y esclarecimientos críticos que de su saber y diligencia eran de esperar". Como no fue así, aún quedan abundantes lagunas en su biografía, a pesar de haber sido colmadas otras varias por la sagacidad de los investigadores. Icaza no concede importancia a esas lagunas, pues afirma: "Podemos saber ya cuanto de interesante ofrece la vida de Cetina; los detalles vulgares que se ignoran nada cambiarían de su personalidad, dado caso que se diese con ellos alguna vez, y, no obstante, hoy como ayer, el poeta sigue siendo únicamente Cetina el del madrigal. Ésta es una de tantas advertencias como la realidad impone. Cuatro o cinco versos desfigurados o corregidos por el recuerdo popular viven y perduran, mientras se olvidan los más presuntuosos poemas, para la burla y escarmiento de vanidades literarias". Holgaría precisar que la expresión "cuatro o cincos versos" vale ahí por "unos cuantos"; el admirable tiene diez. En 1895, don Joaquín Hazañas y La Rúa publicó en Sevilla una utilísima obra en dos tomos donde resumía lo que de Cetina sabíase entonces, y recopilaba cuanta producción suya era conocida: "Doscientos cuarenta y cuatro sonetos -dice don Ernesto Marimée en su Compendio de historia de la Literatura Española-, de los que muchos están dirigidos nominalmente a contemporáneos más o menos ilustres; once canciones, diecisiete epístolas, interesantes por los detalles bibliográficos, y una anacreóntica, de las mejores escritas en España". Además, el madrigal por antonomasia, y otros cuatro. Don Narciso Alonso Cortés, en sus interesantes Datos para la biografía de Gutierre de Cetina, publicados en el susodicho Boletín, número de enero-abril de 1952, opina que son de Cetina algunos de los poemas incluidos por Hazañas en su recopilación. Don Lucas de Torre ha corregido el texto de varios y ha dado a conocer, así como don Rafael Lapeza, otras poesías inéditas. En prosa escribió Cetina un humorístico Diálogo entre la cabeza y la gorra, aquélla de poco seso, dotada ésta de prudencia. Según Alonso de Cortés, es traducción del italiano; tampoco cree de su pluma la burlesca Paradoja en alabanza de los cuernos, que otros críticos tienen asimismo por traducida de aquel idioma: "es trabajo de no pequeña erudición -dice un comentarista-, pero escrito con tal desenfado y tan abundante en oportunos chistes, muchos de los cuales han tomado de allí otros autores, que su lectura jamás se hace pesada". Cetina tradujo a Ovidio y a otros latinos, así como a poetas italianos. Hazañas incurrió en un error, que Icaza rectifica; pero sus dos volúmenes constituyen el punto de partida de los trabajos ulteriores. El poeta fue un hijo primogénito de Beltrán de Cetina y de su esposa Francisca del Castillo. Era de familia acomodada y de limpio abolengo. Tuvo cinco hermanas y tres hermanos. Como en su tiempo el uso de los apellidos era de todo punto caprichoso, de los nueve hermanos sólo tres, Gutierre, Beltrán y Leonor, llevaron el de Cetina; Mencía usó el de su abuela paterna, Mencía de Alcocer; los restantes se llamaron "del Castillo", Gutierre vino al mundo en Sevilla. Sensatas consideraciones mueven a don Narciso Alonso de Cortés a suponerle nacido hacia 1510, "más bien antes que después". En su mocedad con el nombre poético de Vandalio, alusivo a Andalucía, cantó sus amores, a lo largo de diez años, con una dama no identificada, a la que llama Dórida y que residía en Sevilla. Hacia 1537, fue a Valladolid, donde a la sazón se hallaba el Emperador Carlos V. Allí se enamoró de una dama a la que celebraba bajo el nombre de Amarillida. En 1538 pasó a Italia, y sirvió como militar en misiones de confianza a las órdenes del virrey de Sicilia, don Fernando Gonzaga. Con él participó en la fracasada expedición de Carlos V contra Argel, en 1541, a la que también asistió Hernán Cortés. Guerreó contra Francisco y sus aliados en Alemania, en Bélgica y en Francia. Hacia 1545 se enamoró de la joven condesa Laura Gonzaga, que pocos años después contrajo matrimonio con Juan Francisco Trivulcio. Icaza opina que ese infortunado amor -"sombra de amores", dice el poeta- le inspiró el famoso madrigal. Asimismo, Icaza ha indicado que las voces de "lauro" y "laureado" en algunas de las poesías, sobre todo en una epístola al Príncipe de Ascoli, en otra a la Princesa de Molfetta, aluden a la condesita Laura. Cetina retornó a su ciudad natal en 1546. De su residencia en los alrededores de Sevilla data la comedia en prosa, hoy perdida, intitulada La bondad divina, de la que Francisco Pacheco, en el comentario del retrato de Cetina por él incluido en su Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones, dice: "en cuya representación se gastó una gran suma". Añade que el poeta estuvo en México "algunos años e hizo algunas obras y en particular un libro de comedias morales en prosa y verso". No se ha encontrado ese libro. Se cree que Gutierre de Cetina vino a México a principios de 1547, acompañando al Procurador General de la Nueva España, Gonzalo López, casado con Antonia del Castillo, hermana de la madre del poeta; el 21 de septiembre de 1546 se le había otorgado permiso a López para hacer el viaje con dos sobrinos suyos. Ya en 1535 habían venido tres: García, Beltrán y Andrés. Después vino Gregorio. Se supone que Gutierre, volvió a España en 1548 y retornó a México en fecha posterior. Tuvo amistad con destacados personajes. Hemos mencionado algunos. Mencionaremos asimismo al Duque de Sessa, al poeta Baltasar del Alcázar, el de la jocunda Cena, al virrey de Nápoles, don Diego Hurtado de Mendoza, supuesto autor del Lazarillo de Tormes. En torno a su vida la posteridad acumuló errores, y no ha sido fácil allegar datos para desvanecerlos. Vaya una muestra de lo que hace poco más de un siglo se creía saber: don Antonio Gil y Zárate, en el compendio histórico que completa su Manual de literatura publicado de 1842 a 1844,que alcanzó repetidas ediciones, resumía su información biográfica en el siguiente párrafo. "Fue persona muy estimada entre los ingeniosos sevillanos: nació a principios del siglo XVI, abrazó la carrera de las armas y se distinguió en las guerras de Italia; estuvo luego en México, y por último volvió a Sevilla, donde murió por los años 1560". Sábese que Gutierre de Cetina fue herido de dos cuchilladas en la cara por Hernando de Nava, quien lo confundió -al menos, eso dijo- con su rival en amores, Francisco de Peralta. Más espacio del que ahora queda disponible requiere la relación del atentado, y hemos de dejarla para otro artículo, tanto más cuanto que se ha puesto en duda -como en él lo explicaremos- que el Gutierre de Cetina herido en Puebla en 1° de abril de 1554 fuese el poeta. No deja de ser significativo que se ignore la fecha, el lugar y circunstancias del fallecimiento de persona tan bien relacionada y principal. Los historiadores modernos de la literatura española discrepan; ¿cómo no habían de discrepar los historiadores? Algunos, tal don Angel Lacalle, anticipan hasta 1557 la fecha, que Pacheco fijaba en 1506. A esta última se atiene don Ernesto Merimée. Don Juan Hurtado y don Angel González Palencia, en su excelente Historia, ponen un prudente signo de interrogación junto a la cifra 1557. Otro pone también Fitzmaurice-Kelly, pero junto a 1554. Rodríguez Marín opina que, murió "antes de mediar el año 1557", basado en la petición de indulto de Gonzalo Galeoto, de la que fue dada cuenta a la Audiencia de México el 5 de junio de 1557; el cómplice de Hernando de Nava le menciona así: "Gutierre de Cetina, difunto". ¿Falleció de resultas de sus heridas? Es muy probable, más que por la gravedad de ellas, por la septicemia que pudo producirle el lodo donde cayó al ser herido, cuando no se la produjese la estopa y los huevos batidos que le aplicaron a modo de "curaciones". Más no se explicaría, con esa hipótesis, lo que Pacheco escribió medio siglo después: "Últimamente de su muerte hay diferentes opiniones, pero la más cierta es -¡oh, infelicidad humana!- que se acostó bueno y amaneció muerto, sin saber de qué ocasión, a los cuarenta años de su edad, el de 1560". De Cetina dijo el doctísimo polígrafo colombiano don Miguel Antonio Caro que, "es el Homero del madrigal español, no porque hiciese muchos, sino porque nos dejó uno perfectísimo". En verdad, acertó a dar con él voz armoniosa a una queja que ha resonado en innumerables corazones, desque hay enamorados y esquivas. Su gloria es legítima y perdurable. Marzo de 1954 Más material de estudio sobre el tema. He aquí la aportación de Mirta Eva Ruíz, poeta y narradora argentina. Buenos Aires - Diciembre de 2008: Gutierre de Cetina (Poeta del amor): En aquella época luminosa del Siglo de Oro Español, en que aún resonaba el látigo de las olas sobre las carabelas - que dieron lugar a una nueva historia en el mundo - , también salpicaba la literatura de nuevos matices. Así se vio en la tinta de algunos poetas, como es el caso de Gutierre de Cetina. Aquel sevillano nacido alrededor de 1520, en el seno de una familia noble y acomodada, fue llamado, por algunos historiadores, "Poeta de la Colonia". Militar de profesión, fue "hombre de armas y letras". Estuvo en la Corte de Carlos V, por lo que tomó parte en las guerras que se estaban llevando a cabo en Alemania, Francia y el Mediterráneo. En la corte, muestra sus dotes de galán ante las damas. Vivió largo tiempo en Italia, antes de partir para México en 1546. Su presencia en tierras de América lo enriqueció en experiencias de amantes y galanterías, convirtiéndose en el "Poeta del amor", como dieron en llamarlo. ¿Pero fue realmente Gutierre de Cetina un poeta de la Colonia? Decididamente no; así la opinión de la mayoría de los historiadores que recopilaron su obra. Sin embargo, en el afán de enriquecer los anales de la primitiva literatura americana, muchos estudiosos lo integraron a ella, sin otras consideraciones. Su incursión por las nuevas tierras no necesariamente lo convierte en tal, por dos razones fundamentales: 1 - En los numerosos poemas escritos, es posible descubrir muchos elementos que lo identifican con la literatura hispana. 2 - El poema puede ser colonial, cuando a sus coordenadas "temporo-espaciales", une otra condición: la de no haber podido escribirse sin América. Es decir, que el tema nacional sea preponderante, y no esté desplazado por otros temas anecdóticos o axiales. En la poética de Cetina, por ejemplo, casi no aparece el tema americano. Es sabido que el poeta compuso la mayoría de sus obras importantes en Sevilla, antes de partir para México. En verdad, el abordaje de la vida y obra de Cetina difiere entre los distintos autores; y la recopilación de la misma no ha sido tarea fácil. El esplendor de la cultura española, esencialmente el Renacimiento del siglo XVI y el Barroco del siglo XVII, se extiende desde la publicación de la Gramática Castellana de Antonio de Nebrija (1492), hasta la muerte de Calderón (l681). En la aurora de su apogeo, destelló la obra de Miguel de Cervantes y Lope de Vega. Si bien Gutierre de Cetina no es de la talla de éstos, ni de tantos otros destacados, no debiera ser considerado un poeta ignoto ni menor; aunque su literatura haya sido oscilante. Su obra está compuesta por cinco madrigales, doscientos cuarenta y cuatro sonetos, once canciones (todas amorosas), nueve estancias, diecisiete epístolas (dirigidas a sus amigos), una sextina y una oda. Todos estos poemas fueron recogidos e impresos en Sevilla, en 1895, por don Joaquín Hazañas. En prosa compuso: "Discurso sobre la poesía castellana" y "Diálogo entre la cabeza y la gorra". Cuando era joven, utilizaba el sobrenombre de "Vandalio" y cantaba amores a una dama sevillana no identificada, a la que llamaba Dórida. Hacia 1537, en Valladolid, donde residía el emperador Carlos V; se enamora de otra dama, a la que llama Amaridilla. En 1545 se vuelve a enamorar; esta vez de una joven condesa: Laura Gonzaga, que contrajo matrimonio pocos años después, con Juan Francisco Trivulcio. Algunos historiadores comentan que el infortunio de este amor le inspiró una de sus obras más destacadas: el famoso Madrigal, cuyo comentario se hará más adelante. Es en México donde, hipotéticamente, encuentra la muerte, víctima de un ataque con arma blanca, al ser confundido con otra persona. Hay diversas teorías sobre este suceso. El proceso judicial consta en el archivo general de Indias de Sevilla, donde se reflejan todas las declaraciones al respecto. Aunque no se conoce la fecha exacta de su fallecimiento, se supone que fue en 1557, cuando contaba aproximadamente cuarenta años. Hay quienes sostienen que volvió a España, para que su tierra fuese su sepulcro. Perteneció a la llamada "generación de petrarquistas"; junto con Boscán, Garcilaso, Hernando de Acuña y Diego Hurtado de Mendoza: llamados así por el esfuerzo que hacían para encontrar un nuevo lenguaje poético. También formaba parte del grupo de Ausías March. A semejanza de los grandes autores que produjeron sus obras en momentos de sufrimiento, así también lo hizo Gutierre de Cetina. Sus quebrantos amorosos fueron motivo de que, en sus creaciones, la belleza poética se traduzca en vocablos plenos de desilusión y desengaño. Se ha dicho que ha resultado muy complejo seguirle los pasos a este poeta sevillano; más aún, dilucidar parte de su vida y de su obra. La ordenación de esta poesía se hace difícil, porque siendo obra de intimidad, apenas deja transparentar la circunstancia de su motivo y su escritura. De todas maneras, tuvo oportunidad de vivir un tiempo en Sevilla, donde escribiría y retocaría parte de su producción. La universalidad de la obra de Cetina es definitiva. Si bien no se puede identificar lo hallado como rotundamente verídico, es mucho lo que se discierne de este autor, basándonos en sus poemas. Además, se señala cómo la experiencia vivida por un autor-poeta está ligada a su creación. No se puede ignorar la vida y el contexto social en el que deambuló. El verso, en sus manos, fue un mediador en la expresión de sus sentimientos. Por tanto, casi todo, es considerado material autobiográfico. Un análisis profundo de su obra nos lleva a inferir, que el poeta era un petrarquista, toda vez que sigue un código ya establecido. Estos poetas, en general, despreciaban los romances. No obstante, se observa en Cetina tres de ellos, aconsonantados; siendo aún, el de menos concesiones a lo tradicional. La poesía cancioneril dejó sus huellas, como se puede observar en los versos octosílabos del poema: "Ojos claros y serenos", que le dieron mayor fama y le hicieron partitura para ser interpretado en vihuela: Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquél que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ¡ya que así me miráis, miradme al menos! Este madrigal ha sido una de las composiciones de más valor significativo en cuanto a su contenido y belleza, hecho por el cual pasó a la posterioridad. Por otra parte, teniendo en cuenta que Cetina fue buen imitador (muy común en aquella época), es importante su adopción de las formas poéticas italianas que, en él, alcanzan destacadas dimensiones, desde dos vertientes. Por un lado la que corresponde a la teoría literaria; y por otro, su forma particular de creación. Por ejemplo, en la Canción V, comparándola con la de Ludovico Ariosto, Cetina cambia los nombres originales; también modifica las referencias temporales. En otras, adopta el motivo; pero dándole una significación opuesta, acorde a su propia experiencia. Así es el caso del verso donde nos dice que amó: por pensada elección no por destino (soneto II, V 14); a imitación de otro de Petrarca, donde se observa que termina con la idea opuesta de éste: "Amor la spinge e tira non per elezione ma per destino". Siendo Cetina petrarquista, es imprescindible tratar sobre la métrica italianizante en su poesía. El uso del endecasílabo es la característica principal en la nueva modalidad de la poesía española. Diego Hurtado de Mendoza y Hernando de Acuña la adoptaron, concluyendo la obra iniciada por Boscán y Garcilaso. Desde el punto de vista rítmico de la métrica silábica, el endecasílabo prima en la obra poética de Cetina. También se destaca la presencia de la polirritmia y cómo se mezclan los ritmos endecasilábicos, con ciertos efectos estilísticos. Según Begoña López de Baher : "El empleo de una determinada combinación de ritmos es, en los buenos poetas, un medio para lograr, consciente o inconscientemente, la más plena efectividad creadora de la expresión"... En su realidad poemática, Cetina no comunica sus sentimientos en forma directa, sino ajustándose a códigos preestablecidos. Las teorías amorosas que surgieron en el siglo XVI fueron producto de seguir a Platón y a Petrarca, pero con diferentes apreciaciones e influencias de Marsilio Ficino, León Hebreo y Bembo Castiglione. También hay otras corrientes que influyen en la teoría amorosa, como la del amor cortés en postrimerías de la Edad Media; la corriente realista castellana y la Ovidiana. Este complejo de movimientos propicia que los poetas españoles plasmen "un amor espiritualizado e idealizado". Interpretan el amor como un ansia de belleza y sufrimiento, que también se da en Gutierre de Cetina. En síntesis: 1 - Cetina se caracteriza básicamente por el tema del amor; sobre todo el amor como constante sufrimiento, y éste será tan imperecedero como su causa. Que el amante está predestinado para amar a una determinada dama (esta tradición se halla presente desde el amor cortés). 2 - La ausencia, común en la lírica renacentista, que aflora en diversos poemas suyos. 3 - Su lamento, por lo que vive en el presente, respecto de su felicidad en el pasado. El tema del bien perdido, es uno de los principales ejes en su poesía. 4 - Vacilación entre contrarios: la esperanza y la desesperanza. 5 - El recelo, el temor; cuando afirma que la inseguridad lo mantiene temeroso. El recelo "el peor de los sufrimientos". 6 - El binomio que se da en el amor como engaño-ilusión. El poeta-amador escoge seguir amando a su amada, sin hacer esfuerzo para salir de esa situación. Es como si gozara de su sufrimiento. 7 - La muerte por amor. El pensamiento de la muerte queda enraizado en la tradición del amor cortés, cuya complicación conceptual, no está exenta de cierto masoquismo. 8 - Falta de desahogo en el hablar: el silencio impuesto. Dado que dentro de esta misma línea - que él ha seguido - el amado no puede decir el nombre de la amada; impide que el poeta se desahogue. La poética de Gutierre de Cetina está llena de exaltación del amor y de la belleza. Sus comparaciones son vivas, apasionadas, como en este fragmento de: Yo diría de vos tan altamente:... "Ante vos las estrellas como delante el sol, son menos bellas. El sol es más lustroso, más a mi parecer no es tan hermoso. ¡Qué puedo decir, si cuanto veo, todo ante vos es feo!..." El amor, en todas sus facetas, es lo que inspira su obra. Además, siempre los ojos, como vimos en "Ojos claros y serenos". También en este poema: Cubrir los bellos ojos con la mano que ya me tiene muerto. En el Soneto VI: Ojos cuya beldad entre mortales hace inmortal la hermosura mía... (Y tantos más, que podrían citarse). No importa si lo miran con desdén, con desaire o miran a otro. En cuanto al adjetivo "rabioso" que utiliza con frecuencia; creo que es una forma de enfatizar algo muy fuerte, muy vivo o desesperado; así parezca una antítesis dentro de su estética. Su manera de entender la muerte, como única salida a su pesadumbre. Pero cuando en su Elegía dice: "en la muerte del cuerpo no hay partida:"... Podría interpretarse que la muerte, más allá de única salida, también trae resignación; cuestión que no pasa cuando el amor se aleja. Cómo se verá, hay un batallar constante de sentimientos. Son muchos los puntos importantes de este autor que quedan sin ser mencionados; pero se debe reafirmar que su obra ha sido un gran aporte para la literatura española. Hizo innovaciones a la técnica poética y supo expresar, por medio de las palabras, los más bellos sentimientos. Sin lugar a dudas, podría decirse que no sólo es el poeta del amor, sino también el de los ojos, ya que ha sido el que mejor ha tratado este tema en su lírica. El encanto de mirar, la comunicación que conlleva, el reflejo del alma; la forma, su luz, la belleza de la mirada femenina medida con palabras. Gutierre de Cetina tal vez no llegó al verso acrisolado por la depuración, como Garcilaso; pero sí fue pródigo, difuso, desbordado; con poemas muy difíciles de olvidar. Desde arcanos caminos nos deja la estela de su lumbre. Sin enceguecer, ilumina. Gutierre de Cetina por Francisco Arias Solís.- GUTIERRE DE CETINA (1520-1557) "Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos". Gutierre de Cetina. LA VOZ INMORTALIZADA POR UN MADRIGAL Gutierre de Cetina se ha inmortalizado por su célebre y bellísimo Madrigal por unos ojos a una hermosa mujer llamada Laura Gonzaga. El Madrigal de este poeta sevillano figura entre "Las cien mejores poesías líricas de la lengua castellana", escogidas por Menéndez Pelayo entre lo mejor de la literatura española antigua y moderna, pero son muy pocos los que se interesan por los versos de Gutierre de Cetina. Y, sin embargo, sus composiciones poéticas deben figurar entre las más destacadas de su época y, algunas, entre las más avanzadas: "¿Para qué es ocupar la fantasía / en desear mandar, y en grandes cargos / andar embebido noche y día? / Los años de los ricos, ¿son más largos, / por ventura, o viven más quietos, / o muertos no han de dar de sí descargos?" Gutierre de Cetina nace en Sevilla hacia el año 1520, en el seno de una familia dedicada al comercio y la administración, y proyectada hacia las Indias en busca de mejor fortuna. Poesía en clave bucólica de quien se autodenomina Vandalio ("el andaluz") que entona sus quejas amorosas en las riberas de su Betis natal, reconstruyeron los años juveniles de Gutierre de Cetina, que se enrolará pronto en los ejércitos de Carlos V. Italia será el necesario impulso fundamental de su vida en la década 1538-1548, años claves en la política imperial. Cetina participa en la campaña del Adriático en 1538 y en la cuarta guerra franco-española en 1543-1544, empresas bélicas que se combinan con el ocio al amparo de los príncipes de Molfeta o de los marqueses del Vasto. Es la dimensión europea del poeta-soldado la que une este autor con los otros poetas italianistas de la época imperial: Garcilaso, Hernando de Acuña, Diego Hurtado de Mendoza... Junto a esa dimensión Cetina encarna la aventura americana, donde encontrará su final. En viaje de negocios en 1544 con un tío suyo, y cuando iba a Veracruz "a embarcar cierta plata para enviar a Castilla", una enfermedad le retiene en Puebla de los Ángeles (Nueva España), donde -en un lance propio de la comedia de capa y espada- es seriamente acuchillado en la oscuridad y por error, a consecuencia de lo cual muere en 1557. Sin embargo, ya Pacheco escribe que "de su muerte ai varias opiniones". La estancia en Italia proporciona a Cetina el conocimiento directo del lenguaje poético surgido a la sombra del gran Petrarca y de la revitalización de los clásicos. "Si pusiera intención en la fuerza -escribía Fernando de Herrera- como en la suavidad y pureza ninguno le fuera aventajado... en número, lengua, terneza y afectos ninguno le negará lugar con los primeros". Cetina se prodiga en una poesía que le sirve para cantar sus desesperadas quejas de amor (a Dórida, a Amarilada, a Laura) y bucear en su propio autoanálisis sentimental. Pero para esto último Cetina también se hace eco de otra herencia importante, de raíz hispánica en este caso, la de Ausias March, con la que conecta a la perfección en su espíritu atormentado, construido de puro intelectualismo y pasión reconcentrada. Así surge un cancionero amoroso (de madrigales, sonetos, canciones, sextinas) en una evolución matizada hacia el desengaño. Y junto a él, otro mundo poético en Cetina que también tiene su importancia: el de las epístolas, a caballo entre la comunicación culta y la noticiosa familiar, que presenta un mundo vivaz presidido a menudo por la sátira. El mejor Cetina nos llega a sorprender en ocasiones como en los sonetos "Como de duro entalle una figura", "Como teniendo en tierra bien echadas", "¡Ay sabrosa ilusión, sueño süave!", "Dulce, sabrosa, cristalina fuente", "Este andar y tornar, ir y volverte", "Amor mueve mis alas, y tan alto"... El resto de la obra de Cetina, aunque desigual, no alcanza la sencillez espontánea de los madrigales. Sus canciones se salvan por una dúctil musicalidad semejante a la de los sonetos; y en la Epístola a Hurtado de Mendoza hay fragmentos vigorosos donde asoma una punta moralista, frecuentemente citada al hablar de los antecedentes de la Epístola moral a Fabio. Y como dijo el poeta sevillano: «Que si otro puso al mar perpetuo nombre / do el soberbio valor le dio la muerte, / presumiendo de sí más que podía, / de mí dirán: "Aquí fue muerto un hombre / que si al cielo llegar negó su suerte, / la vida le faltó, no la osadía". Según nos dice Jesús Ponce Cárdenas: Entre los poetas españoles del Emperador ocuparon un lugar destacado ingenios tan dispares como Garcilaso de la Vega, Diego Hurtado de Mendoza, Gutierre de Cetina y Hernando de Acuña. Todos ellos mantuvieron una activa vida cortesana (militar o diplomática), al tiempo que cultivaron un tipo de poesía imbuida de italianismo, surgida precisamente de sus diferentes experiencias vitales en centros como Nápoles, Venecia, Roma, Palermo y Sicilia. Andanzas de Cetina en las cortes italianas: trazados de una red poética: Narciso Alonso Cortés, « Datos para la biografía de Gutierre de Cetina », Boletín de la Real Academia (...).- Los vínculos de Gutierre de Cetina (Sevilla, h. 1515-México, h. 1555) con la corte imperial de Carlos V y con distintos centros culturales como Milán, Barcelona, Palermo y Venecia hacen de este poeta un privilegiado testigo de la política carolina en el Mediterráneo, al tiempo que lo erigen en directo conocedor de las novedades que se estaban gestando en diversos círculos literarios de Italia. Tal como pusieron de manifiesto los estudios de Narciso Alonso Cortés y Marcel Bataillon, la estancia del ingenio hispalense en los dominios italianos de la corona española comprendería, aproximadamente, un decenio (1538-1548)1. Durante aquellos años convulsos, el escritor desempeñó distintas funciones ya bajo las órdenes del Proveedor General de los Ejércitos -don Francisco Duarte-, ya sirviendo directamente al recién nombrado virrey de Sicilia y posterior gobernador de Milán -don Ferrante Gonzaga-. En el arco de una década, los desplazamientos documentados de Cetina permiten situarlo entre Corfú y Otranto (expedición del Adriático de 1538), en el periplo que le lleva de Palermo a Génova y de Génova a Barcelona, con posterior marcha hacia Toledo (1539), el viaje de regreso a Sicilia ese mismo año (Toledo-Palermo, 1539). El rastro de sus idas y venidas por Italia se pierde durante el quinquenio que va desde 1539 hasta 1543, aunque algunos textos permiten pensar que el escritor estuvo radicado en la corte virreinal de Sicilia entre 1539-1541. La escritura poética vuelve a dar noticias ciertas en 1543, cuando se produce el nuevo desplazamiento de las huestes de don Ferrante Gonzaga desde la Italia septentrional (Trento) hacia las tierras de Alemania y Francia (campaña contra Francisco I); ya que Cetina refiere a Diego Hurtado de Mendoza desde los endecasílabos de una carta en verso sus andanzas con las tropas. Concluida la contienda, tiene lugar el regreso a Sicilia del virrey y su ejército, estableciendo un alto en Lombardía (Vigevano-Palermo, 1545). El último escrito exhumado hasta la fecha sitúa una vez más a Cetina a las órdenes de Ferrante Gonzaga, ya gobernador de Milán, y da algún pormenor sobre un último viaje de Italia a Castilla para preparar la visita del príncipe Felipe al Milanesado y otros enclaves (Milán-Valladolid, 1548). El primer documento oficial que permite ubicar a Cetina en Italia se custodia en el Haus-Hof-und Staats-Archiv de Viena. Se trata de una carta que el Proveedor General Francisco Duarte manda a don Francisco de los Cobos, Comendador Mayor de León. Dicha misiva, escrita desde Corfú el 10 de octubre de 1538, daba importantes noticias acerca de los desplazamientos de la flota de Barbarroja en las inmediaciones de Lepanto, al tiempo que en ella se analizaban las perspectivas abiertas desde la batalla naval de Preveza y el proyecto bélico de la "empresa de Levante". Allí se lee: "Para que Vuestra Señoría sepa lo que a Pulla y a Nápoles se ha escrito para que de allí se provea, envío con la presente una copia a la letra de las cartas que se han enviado al señor Visorrey de Nápoles y a Scipión de Soma y la copia de la instrucción que han llevado Gutierre de Cetina y Antonio Panis, que son partidos agora para Otranto con las cuatro naves que han de cargar los bastimentos. Y por ello podrá ver Vuestra Señoría más menudamente la provisión que acá tenemos y cómo y dónde nos pensamos remediar y por no tener tan sobrado el tiempo como querría para podello escribir todo puntualmente en esta carta me remito a las dichas copias". Para Marcel Bataillon, "sería imprudente excluir la posibilidad de contactos anteriores del poeta c (...) Ruth PIKE: La carta de Francisco Duarte a su poderoso superior da alguna noticia acerca del papel desempeñado por el joven Cetina (quien a la sazón contaba con unos veintitrés años de edad) en tanto correo de confianza de un alto funcionario imperial3. Se cree que el origen hispalense de Duarte, Factor de la sevillana Casa de Contratación de las Indias, y la presumible relación amistosa con el padre del poeta, don Beltrán de Cetina, responsable del cobro del Almojarifazgo de la capital andaluza, debieron de ocasionar estos primeros contactos con el personal de la corte y el desplazamiento a tierras itálicas. De hecho, ambas familias, los Duarte y los Cetina, estaban emparentados lejanamente, ya que habían contraído lazos matrimoniales con otro rico linaje mercantil sevillano, los Alcocer. La siguiente documentación que permite definir los pasos del poeta por predios itálicos se custodia en el Archivo de Simancas y se refiere directamente a los despachos enviados al Emperador por el virrey de Sicilia, don Ferrante Gonzaga (Mantua, 28-I-1507-Bruselas, 16-XI-1557). Tanto don Martín Alonso de los Ríos como Gutierre de Cetina tenían la misión de portar a Carlos V las peticiones del virrey (fechadas a 21 de diciembre de 1538). Se abordaban allí distintos temas: desde la acuciante necesidad de reforzar las tropas en Sicilia hasta la urgente situación de la plaza fuerte de Castilnovo, sin olvidar los preparativos de la Empresa contra el Turco y el castigo apto para los amotinados en la isla. Durante el viaje, el poeta enfermó y se vio obligado a guardar convalecencia en Génova, mientras los despachos fueron entregados únicamente por Martín Alonso de los Ríos. Tras haber recobrado la salud, finalmente llegó a Toledo (con ulteriores demandas de su patrón) en un momento impreciso durante la primavera de 1539 y allí fue recibido por el Emperador. Una carta dirigida Al Virrey de Sicilia recoge las instrucciones de Carlos V a Ferrante Gonzaga a propósito de las tropas, la tregua y la restitución de Castilnovo. Por cuanto ahora nos atañe, se dice allí: Narciso ALONSO CORTÉS reproduce en apéndice a su artículo un interesante "Extracto de los despachos (...): "Gutierre de Cetina, a quien enviasteis con Martín Alonso de los Ríos y se quedó en Génova por su indisposición, aunque a todo lo que él traía en comisión se os respondió cuando despachamos a Andalot, es venido aquí después a solicitar la provisión de dinero y se vuelve ahora con lo que se provee. Y a lo que toca a Alonso de Alarcón, que está preso en Messina, en que el dicho Cetina nos ha hablado de vuestra parte, platicándolo con el príncipe, si les pareciere y satisficiere, lo podréis mandar soltar [...]. Gutierre de Cetina vino acá estos días pasados a solicitar la provisión del dinero y otras cosas para las cuales le despachasteis. Y habiéndose hecho lo que se ha podido, como entenderéis por las cartas que se os escriben, se vuelve con la resolución que se ha tomado. Acá no se le han dado ningunos dineros para las postas de la venida ni de la vuelta, proveeréis que allá sea satisfecho de lo que hubiere gastado, demás de lo que se le dio cuando partió, y tenedlo por encomendado. De Toledo a XXIV de mayo de 15395. El párrafo citado presenta cierto interés por varios motivos. En primer lugar, evidencia que el escritor debía de contar con la confianza del virrey Gonzaga, ya que estas líneas invitan a pensar que en las instrucciones recibidas algunos asuntos pudieron ser abordados directamente con el Emperador (la aludida prisión de Alonso de Alarcón) al tratar de boca ("nos ha hablado de vuestra parte"), pero acaso sin ser consignados en una petición escrita. En segundo término, como "hidalgo" perteneciente a una familia sevillana de mediana fortuna, los gastos ocasionados por el viaje desde Palermo a la corte imperial y el regreso a Sicilia fueron asumidos por el poeta, quien sólo percibiría los gajes correspondientes al alcanzar la capital sícula. Finalmente, el despacho escrito por Ferrante Gonzaga debía de encarecer las prendas del emisario, ya que en la respuesta del Emperador se afirma sobre Cetina: "Tenedlo por encomendado". Sobre la figura de Ferrante Gonzaga, es de obligada consulta el estudio reciente de Massimo ZAGGIA, (...): "Pese a que este asunto no ha gozado aún de la debida atención crítica, no parece exagerado afirmar que la cercanía de Gutierre de Cetina a una de las figuras más relevantes de la política imperial en Italia, Ferrante Gonzaga, debió de tener no poco peso en su carrera militar, en sus refinamientos áulicos y quizá también en su experimentación poética6. De hecho, varios estudios históricos recientes señalan cómo durante la década que gobernaron Sicilia (1535-1546), en torno a la pareja virreinal formada por don Ferrante y doña Isabella de Capua llegó a forjarse "una cierta actividad cultural que halló su máxima expresión en las formas externas -tan netamente renacentistas- de una vida de corte relativamente brillante"7. El entorno cortesano de Palermo y Milán en el que estuvo integrado Cetina explicaría su cultivo de formas poético-musicales como el madrigal, la redacción de una mascarada en octavas compuesta previsiblemente para los festejos del carnaval y no pocas referencias a damas y caballeros de aquel espacio áulico en sus versos (Juan del Río, Bárbara Visconti8, don Luis de Leyva, Laura de Limé, Hipólita Gonzaga...). Por otro lado, al examinar el conjunto de poemas que Cetina directamente refiere a aquella realidad -militar y áulica- que conoce tan bien destaca en primer término un importante conjunto formado por tres misivas en verso. Redactadas en poco menos de un lustro, tales cartas van dirigidas a varios miembros de la más selecta nobleza hispano-italiana: don Luis de Leyva, príncipe de Áscoli (epístola de 1542), don Diego Hurtado de Mendoza, embajador imperial ante la República de Venecia (epístola de 1543) y doña Isabella de Capua, princesa de Molfetta y virreina de Sicilia (epístola de 1545). Al examinar el importante corpus de los sonetos (amorosos y celebrativos), debe situarse en primerísimo plano el uso renacentista de la máscara pastoral, según los usos de una extendida práctica literaria que hace que Cetina (Vandalio) se dirija a sus corresponsales poéticos bajo el preceptivo senhal bucólico10. Así en sus textos aparecen consignados los nombres de Pireno (el secretario Gonzalo Pérez), Lavinio (don Luis de Leyva, príncipe de Áscoli), Sesenio (don Gonzalo Fernández de Córdoba, duque de Sessa), Iberino (don Jerónimo de Urrea), Lusitano (Jorge de Montemayor) y el misterioso Tirreno (sobre cuya verdadera identidad nada se ha podido avanzar). Y termino laobligada lectura de este texto (de cara a los exámenes de septiembre) he aquí mi propio Análisi de Contenido del Madrigal de Laura (que se refiere a Laura Gonzaga, el verdadero amor secreto de Gutierre de Cetina) que dice así: "Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos". ¿Qué vemos en primer lugar? Lo que ya se ha dicho de que canta a los ojos de ella; por una razón social importante: en aquellos tiempos la iglesia católica censuraba todo lo que se relacionara con los poemas dedicados a las mujeres en cuanto a las partes del cuerpo feemnino que debían estar tapadas por orden arzobispal derovada de las decisiones papales y sin contaer, para nada, la opinión de muchos hombres que no ncomulgaban con esa censura. Es por eso que los poetas sólo podían fijarse en el rostro de las mujeres y, dentro de eso, lo que más llamaba atención eran los ojos. Veamos que dice de los ojos de Laura Gonzaga este autor. Comienza llamándolos claros y serenos. Estamos, entonces, ante una dama de ojos posiblemente azules celestes y, por ser una dama perfectamente educada en las mejores escuela y universidades de la alta clase de la nobleza, era mujer tranquila, serena como dice Gutierre de Cetina y hasta , muy posiblemente rubia; lo cual, nos hace pensar, que fue motivo de su descontrolado amor por ella (antes de que se casara con otro rival del poeta). Debió ser una dama muy alabada por los cortesanos e incluso por las gentes del pueblo y por eso el poeta señala lo de "si de un dulce mirar sois alabados". Entendemos que era mujer de mirar lánguido y nostálgico. Sigue refiriéndose a los ojos de ella y a la gran admiración que despertaban en quienes tenían la oportunidad de verlos (lo cual no debía se un alto número de personas sino que estaba más bien reservado para los nobles cortesanos entre los que se encontraba Gutierre de Cetina). Pero he aquí que a la susodicha Laura Gonzaga no debía atraerle mucho el físico o la manera de ser de este galán de damas de alta alcurnia y le solñia mirar con ira... por lo cual escribe Gutierre de Cetina lo de ¿por qué, si me miráis, miráis airados?. Aquí tenemos una curiosa forma de ser de las mujeres de cierta clase social y es que, de manera hipócrita, sí que miran (o miraban) disimuladamenrte a los poetas del amor y se fijaban en ellos si es que merecían la pena de mirarlos pero, claro está, que las normas sociales se imponían a los deseos amorosos y por eso esas miradas airadas escondían, en su interior, deseos de estar con él. Ahora bien, el poeta se confundía pues no entendía de tales cosas ya que con las demás mujeres no le ocurría esto. Basta que fuese la que más le interesaba enamorar se encuentra con esta doblez de intenciones de la dama y se confunde creyendo que le ha rechazado. Esto lo aprovechó su rival, más astuto que Gutierre de Cetina para casarse con ella. Otro error que comente Gutierre de Cetina es que pide mesricordia y piedad ante ella (Si cuanto más piadosos, / más bellos parecéis a aquel que os mira, / no me miréis con ira, / porque no parezcáis menos hermosos). Gutierre de Cetina no está lo suficientemente preparado como para saber que a una mujer que le gusta ser enamorada no se le puede dedicar poemas pidiendo que tenga misericordia y piedad porque lo que les agrada es que el hombre se les plante bien plantados y entonces esta estrofa debería haber sido, por ejemplo, escrita de esta manera: "Si cuanto más valiosos, / más bella sóis cuando miráis, / miradme otra vez con disimulo / para que yo siga con mis deseso ardorosos" o, por ejemplo, podría haber intercalado, en el madrigal, un soneto (que es manera de romper los límites impuestos por los académicos), y así hubiera conseguido el sí de ella. Imaginemos que el soneto intercalado podría haber sido el siguiente y siempre de manera directa y no con la cortedad que mostró Gutierre de Cetina: "Mi siempre amada Laura Gonzaga / estoy dispuesto a acudir a la cita / porque el sueño no se me quita / sino que cada vez más a mí embriaga. / Estad preparada que os haré visita / porque mi rival solo os empalaga / con tanta ridícula pose que vaga / errabundo cuando me tiene a su vista. / Más verdad está en mi daga / que corta a toda esta plaga / de presuntuosos de conquistas. / Esperad vos a que deshaga / a esa piltrafa que os halaga / con sus tontos bailes en la pista. Otro gravísimo error, y este ya irreparable del todo, es cuando Gutierre de Cetina pierde sus nervios y su compostura galana y escribe el exabrupto de: "¡Ay, tormentos rabiosos!". Debéis preguntaros a vosotro mismos ¿cuándo un hombre rabioso puede seguir interesando a una verdadera dama si demuestra, además de celos, una violencia rallana en la iracundia? Ahí es donde Gutierre de Cetina pierde toda clase de oportunidades con Laura Gonzaga y le pone en bandeja el triunfo a su rival. Ella, que estaba en principio muy interesada en Gutierre de Cetina se da cuenta de que un hombre con el que no vale la pena unirse en matrimonio porque, al ser ella tan bella de ojos (y supongamos que del resto del rostro y del cuerpo entero también) ella se da cuenta de que si se casa con Gutierre de Cetina va a sufrir un verdadero infierno el resto de su vida (porque en aquel entonces no existía ninguna facilidad para pedir el divoercio) y hubiese tenido que o vivir enclaustra en la casa de Gutierre de Cetina o salir a la calle siempre con un par de "carabinas" al lado. Después os comento lo que significaban las "carabinas". Pero para terminar su madrigal, no le queda más remedio al pobre derrotado Gutierre de Cetina que repetir lo de "Ojos claros, serenos" que es un piropo que ya llega demasiado tarde porque Laura Gonzaga ha dewcubierto la verdadera y oculta naturaleza celosa y machista de Gutierre de Cetina, el famoso galán de todas las cortes a donde acude. Y, para terminar el madrigal, al poeta perdedor no le queda otra desastrosa salida que escribir: "Ya que me miráis así, miradme al menos" lo cual demuestras una total falta de personalidad con respecto a las mujeres verderamente valiosas puew debía haber acabado con algo como: "Ya que no me queréis, que os mire el memo" que hubiese sido una manera valiente y decidida de hacer saber a Laura Gonzaga que existían, en la vida de entonces como en todas las épocas, muchas otras mujeres que merecen la pena cortejar. Ese final, tal como lo he escrito yo, hubiese podido concederñe la victoria a Gutierre de Cetina al demostrar que no estaba tan "colado" por ella como para perder la dignidad suplicando que le vuelva a mirar. Ese desplante del "Ya que no me queréis, que os mire el memo" es un desplantre de torero valiente y con personalidad; pero Gutierre de Cetina desaprovechó, en el último verso de su Madrigal a Laura el último cartucho que le quedaba. Bien. Pensad entonces que cuando se quiere enamorar a una mujer que ya os ha conquistado hay que tener la suficiente templanza de saber templar como los buenos toreros. Llamndo memo a su rival de una manera bien firme y bien comuesta y dando a entender que otras mejores que ella podría enamorar, el poeta Gutierre de Cetina pierde todas sus oportunidades. Veamos, ahora, ¿qué significaba la palabra "carabina" en aquel entonces y en cuanto a cuestiones de amor se trataba? En el mundo de los amoríos, si consultáis el Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España hallaréis que, coloquialmente, se refería a "mujer de edad que acompañaba a ciertas señoritas cuando salían a la calle de paseo o a sus quehaceres". Es por eso que lo he citado cuando os he efectuado el Análisis de Contenido de este famoso madrigal al llegar el verso en donde Gutierre de Cetina comete el clamoroso fallo de demostrar que es un machista celoso y que, por ello pierde la partida ante su rival. Ladtimosa manera de perder ante un ser tan anónimo y alelado como Juan Francisco Tivulcio; un simple y simplón "pelucón" de la Corte que se aprovecha de los fallos lamentables que comete el donjuanesco Gutierre de Cetina. Para comprender mejor este fracaso del poeta galán de las cortes españolas, italianas y mexicanas, os presente el siguiente texto y os defino dónde se encunetra el fracaso de este elegante poeta: "Gutierre de Cetina(Sevilla, 1520 - México, ¿1557?) Poeta español que fue una de las figuras más significativas del Renacimiento. Su lírica, inspirada esencialmente en Petrarca, se desarrolla en torno al refinado artificio del amor visto en su más típica abstracción. Entre los poetas españoles italianizantes, Cetina es, después de Garcilaso de la Vega, el más notable y el más perfecto, y no se le puede negar el derecho de ocupar el lugar más destacado del parnaso español después de la media docena de celebridades de su época". Hay dos puntos en donde debemos fijar nuestra atención para comprender y entender su fracaso en cuanto a su amada Laura Gonzaga. El primero de ellos es que, aún sinedo un gran poeta, se limiarta solamente a ser un imitador de Petrarca, con lo cual -a pesar de ser brillante- no llega a la altura de los verdaderos genios que crean sus obras con su propio sello persoanl y no copiando, de principio hasta el final, el arte de otros poetas por muy importante que sea Petrarca. Eso demuestra falta de autoestima personal y eso no les gusta a las mujeres qude verdad vale la pena enamorar. Y el segundo detalle, y esto es muy importante tener en cuenta, es que si habéis leído bien, se limita a hacer poemas muy buenos pero tratando el amor de manera simplemente abstracta. Y ya se sabe que si lo abstracto no puede convertirse en una lectura concreta, en el amor se lleva todas las de perder quien no es capaz de escribir poemas concretos. Porque si hubiese sido concreto y no tan "abstracto petrarquista" hubiese enamorado definitivamanete a Laura Gonzaga (el gran amor de su vida). Como última consideración social que podemos aportar, de momento, al estudio de este autor y su famoso madrigal puede servirnos la siguente sentencia: "La mujer perfecta nunca se enamora del hombre perfecto". Esta sentencia tiene una clara lectura literaria y social: la mujer perfecta rechaza al hombre perfecto porque quedaría epatada por él y eso una mujer perfecta no lo consiente. La mujer, cuanto más perfecta es y está construida por la Naturaleza, ama mucho más y mejor a un hombre que tenga imperfecciones pero que sea un hombre verdadero y no un galán donjuanesco que se cree que tiene a todas en su pañuelo y se enfada o entra en iras cuando una le pone a prueba con otro rival. Es una maniobra que se ve en muchas obras literarias (no sólo en poesía) y como ejemplo os remito a que leáis enteramente mi Novela Histórica titulada "Morir por ti siempre" que no solamente es un canto a la vida sino que si la leéis por completo os daréis clara cuenta de como los hombres que se creen perfectos fracasan ante alguno que, mucho más joven, se presenta ante la chavala que ama de tal manera que no se inmuta ante la arrogancia del maduro galán de turno sino que le derrota simplemente dando liberacíón a la chica que ama. Animáos a leer mi Novela Histórica titulada "Morir por ti siempre" y lo comprenderéis con plenitud y sin duda alguna.
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