Apreciado Cemento: Me entusiasma verlo por estos predios. Le sigo, silencioso y discreto aunque a veces estuve pronto a terciar en las bravatas de unos y otros, a través de sus propios textos y de las anotaciones al margen que con frecuencia hace a múltiples textaleros.

Desde cuando llegó a mis haikus, (hace seis meses, al descubrir yo ocasionalmente a TEXTALE y registrarme el 13 de febrero del año en curso), hasta este momento, pasando por aquellos que de una u otra manera han estado en su mira crítica, aprecio y valoro, entiendo su trabajo, a veces exagerado, desproporcionado con aquellos que dan sus primeros pasos por este ilímite camino de la literatura.

Muchas veces lo leí cruel, ambiguo, demoledor con personas que necesitaban frases de apoyo y directrices más ecuánimes. De un tiempo para acá, en sus apreciaciones y su manera de catar el buen vino o el vino sencillo, se observa a un Cemento más humano, menos prepotente, más comprensivo sin pérdida de su sentido crítico.

Tienen sus valoraciones, sus acercamientos a la prosa o al verso profesional o novel de quienes por Textale trasiegan, una visión más amplia para consigo mismo (¿misma?) al afrontar las colaboraciones de quienes hacen parte de esta familia plural y encantadora en todos sus niveles culturales, académicos e intelectuales, y para con aquellos a quienes fustiga, aconseja o alaba. Tenemos algo semejante, me parece, y es el deseo de orientar, de ayudar a que muchas personas profundicen por ellas mismas, cuando les señalamos un autor determinado, un libro, un tema musical, algún detalle científico, filosófico o estético que contribuya a decantar un estilo, a alcanzar un tono personal, a expresarse mejor. Esto es lo que descubro en el nuevo Cemento.

Gracias, amigo, por su acercamiento. Yo no lo hice antes porque desconfío ciento por ciento de quienes no muestran su perfil con claridad. Falsas fotos. Falsos datos que nunca se encuentran en lugar alguno de internet. Heteronimia facilista para jugar o para molestar, como sucede con tantos en este portal. Bien, que cada cual juegue su juego, me gusta pero no tengo tiempo para participar en muchos de ellos.Respecto a lo mío, ahí está, fácil de encontrarlo a partir del perfil que se incluye en TEXTALE y que desemboca en mis Blogs. En otros sitios de este maravilloso universo.

Soy profesor en una escuela para niños, en un corregimiento de Calarcá, Quindío, llamado Barcelona. Cuando el terremoto de 1999 desoló a mi región, aquella destruida escuelita recibió la ayuda de Juan Manuel Serrat para reconstruirla. Trabajo con niños de grado tercero, estratos 1 y 2. Niños de 8 a 10 años de edad. lPor aquí, en mis Hojas de diario o en los retratos urbanos, dejo testimonio de numerosas anécdotas laborales convertidas en literatura. En esta etapa de mi trabajo intelectual, lo reconozco con orgullo, Textale ha sido fundamental para comunicarme, para encontrar gente con la cual poco a poco vamos conociéndonos y compartiendo.

Gracias, de nuevo, por su acercamiento. Lo valoro en todos sus matices. Si no la ha escuchado, lo convido a que goce con esa bella canción llamada "Amor herido" musicalización del poema de García Lorca, donde se hace referencia a un "bisturí de cuatro filos" , en versión de Ana Belén. Así eran sus comentarios anteriores, querido (¿querida?) Cemento. Ahora, su bisturí tiene los filos justos cuando se aproxima al trabajo literario de los textaleros. Si alguna vez visita a Colombia y decide venir al Quindío, a Calarcá, recuerde que tiene un hermano con las manos perfumadas de yerbabuena, de poleo, de albahaca o tomillo, para recibirlo en este lugar del mundo