La hora de los infinitos (Reflexiones)
Publicado en Aug 27, 2012
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Hola, amigas lectoras y amigos lectores. Todos  los seres humanos somos como puntos concéntricos de un variado y múltiple  sentir. Según vamos viviendo siempre hay un momento en que encontramos la hora  de los infinitos. Esa hora en que, en verdad, nos hacemos eternos. No estoy  hablando de la Muerte ni tampoco de lo que puede haber después de la Muerte.  Estoy hablando de la Vida. De ese encuentro con el eco de nuestra propia voz que  se convierte en luz de plena consciencia. Es esa hora única en que hallamos el  porqué de nuestras existencias en los vacíos supremos del espejo cotidiano en  que nos contemplamos cuando queremos vernos por dentro. Ningún filósofo, ningún  pensador, ningún poeta lo ha podido explicar jamás... pero hay un hora única  (que a pesar de ser única se repite continuadamente), en donde hallamos la  explicación de nuestras enigmáticas búsquedas. Nos ocurre a todos. No importa  quiénes seamos. Nos ocurre a todos ineludiblemente de vez en cuando. Pero es  imposible traducirlo en expresión comprensible para los demás.

Es la hora  de aquellos infinitos en donde las líneas paralelas de nuestra personalidad (el  sí y el no de nuestras esencias) se unen en un punto de luz. Pero no podemos  explicarlo porque nos agobia el peso de su presencia. Sin embargo, todos somos  capaces de sentirla muchas veces en nuestra vida. Es la certera virtualidad de  saber que hemos podido comprender momentáneamente. La respuesta a  nuestra inquietante interrogación vital. Después, esa hora se hace fugaz y  etérea, se pierde en el ámbito de nuestro pensamiento y somos incapaces de  poderla retener para poder explicárselo a los demás. Y seguimos viviendo  olvidándonos de ella hasta que de pronto, en algún otro momento, se nos vuelve a  hacer luz. Es el continuo juego de ser un ayer convertido en un  mañana.

Sé que estamos designados a desaparecer en el momento en que el  Destino así lo tenga determinado pero mientras tanto, mientras vivimos nuestra  eternidad signada por el enésimo segundo de nuestro presente, estamos siempre  persiguiendo y percibiendo ese eco de luz, esa hora de los infinitos en que lo  podemos comprender todo acerca de nuestra personalidad. Lo que sucede es que no  podemos, por más que lo intentemos arduamente, atraparla en una expresión  verbal, gestual o escrita que sea completa; y por eso no podemos hacer  comprender a los demás la verdadera intensidad de nuestro propio yo. No hay  vocabulario oral, gestual o escrito que contenga todas las palabras, los gestos  o los signos posibles para poderlo describir.

Vivimos un presente  continuo que instantáneamente se nos escapa por la espita de nuestra composición  extracorporal. Yo tampoco sé expresarlo, sino simplemente sentirlo. Es la hora  de los infinitos que se nos cruza varias veces en el camino de nuestro  discurrir. Y es imposible que algún pensador, algún filósofo o algún poeta lo  pueda atrapar y lo consiga sustentar en un fragmento real. Es por eso por lo que  el ser humano, el hombre o mujer que hay dentro de nosotros, no puede ser  explicado por nadie sin caer en determinismos y errores de interpretación.  Nosotros mismos, que entendemos esa hora en que encontramos nuestra verdadera  personalidad, somos incapaces de poder mostrarla en plenitud. Todos somos algo.  Todos somos alguien. Y sin embargo todos somos incapaces de definir con total  exactitud lo que somos. Y nos debemos conformar con las diversas, múltiples y  muchas veces contradictorias aproximaciones que de nosotros mismos ven y  observan los demás. Por eso todos los seres humanos somos, en cierto modo,  ampliamente desconocidos.

Pero en esa hora de los infinitos, esa hora que  no podemos atrapar en su plenitud, es cuando deberíamos detener la marcha de  nuestras inquietudes y, despojándonos de todo revestimiento circunstancial,  poder romper la incomunicación y poder decir a los demás lo que realmente,  profundamente, hondamente somos.

Sentimos la necesidad profunda de vivir  hasta agotar el último de nuestros momentos, pero la pregunta incesante que en  estos instantes se me plantea es saber responder con acierto qué es,  verdadermaente, lo que somos. ¿Somos ciertamente una realidad tangible o solo  una ilusión, una ficción, un sueño más o menos profundo?. ¿Somos verdaderamente  una creación de algo o de alguien o somos simplemente un reflejo irreflexivo que  proviene de la Nada?. Esa hora de luz, esa hora de los infinitos que abre, en  algunos momentos de nuestras vidas, nuestras mentes hasta hacerlas lúcidas,  capaces y locuaces con nosotros mismos, me hace pensar que somos ciertamente  trascendentes. Y sin embargo me queda latiendo la sempiterna duda de si es veraz  o quimérica tal trascendencia.

Lo que al final llego a determinar, aunque  no sé si es una equivocación del pensamiento, es que necesitamos seguir  existiendo dentro de nosotros aunque los demás no puedan comprendernos  totalmente. Y que es importante seguir experimentando con los fragmentos reales  e irreales de nuestra existencia para poder hallar una configuración personal  tangible y fungible que pueda darnos a entender la validez de todo esto que nos  ocurre, incluyendo particularmente esa hora de los infinitos en que, al fin,  descubrimos el eco de nuestra personalidad. Posiblemente radique ahí, en ese  enigma de comprensión e incomprensíón alternativas, el verdadero motivo de  querer vivir, el verdadero interés de nuestra existencia, el verdadero porqué de  todas nuestras luchas internas y externas. Si algún ser humano puede atrapar  indefinidamente la hora de los infinitos y explicarla con verdadera nitidez es  que ese ser humano es Dios.

Mientras tanto, mientras no llegue ese  momento histórico culminante que convierta a la historia humana en una  comprensibilidad absoluta, debemos seguir gozando con la comprensibilidad  relativa de cada uno de nosotros mismos. No es conformismo. No es tirar la  toalla ante lo inexplicable. Es, por el contrario, la verdadera emoción y  emotividad de la vida, la verdadera dimensión que nos hace repetirnos una y mil  veces que somos algo y somos alguien. Y que, por consiguiente, somos capaces de  sentirnos ampliamente verdaderos en esos momentos en que la hora de los  infinitos nos ilumina con su destellante presencia.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Reflexiones de carcter social y cristiano.

Palabras Clave: Comunicacin Divulgacin Conocimiento Reflexiones Pensamiento Realidad Verdad Fe Cristianismo.

Categoría: Conocimiento

Subcategoría: Instrucciones



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