carta a un asesino
Publicado en Sep 01, 2012
Amigo mío:
Desde aquel día que te fuiste, aquel día que decidiste tu futuro por actos crueles e inhumanos, sin embargo ¿Porque decidiste abandonarme?, ¿Por qué no me llevaste contigo?, el día que te conocí aun lo recuerdo, en ese día lluvioso, en el que mi vida perdió su significado y casi perdía la luz que tenia por un acto cruel de violación, pero sin embargo, en ese tiempo aun eras humano, cuando te vi que caminabas tranquilamente creía que no me salvarías, ellos me habían amordazado con la intención de abusar de mi, pero decidiste detenerte, voltear la mirada hacia donde estaba yo y sin dudarlo fuiste a salvarme, ¿Por qué?, yo pensaba que me merecía sufrir tal cruel escena, cuando ellos te vieron acercándose, sacaron sus armas para que te acobardaras, sin en cambio, tu mirada, aquella que no podía verla por una gorra que llevabas puesta pero sin en cambio mostrabas una sonrisa común y honesta, levemente perturbadora, en ese momento yo pensaba que te agradaban esas personas, que ibas a violarme junto con ellos, pero me había equivocado, continuaste caminando hacia ellos, aquel abrigo que usabas y que ahora usas, largo y grande, lleno de mugre y con una serie de remendadas. La tormenta empezaba a ponerse más fuerte, como si Dios indicara que alguno de los presentes en aquel callejón estaría en peligro, tu cabeza inclinada en aquel momento decidió colocar su mirada en frente de ellos, incluso sintiendo tanto miedo por la situación, pude ver aquella mirada tuya, no era algo natural, incluso sin tanta iluminación en ese lugar, pude haber realmente lo que eras, tenias unos ojos llenos de muerte, una expresión deseosa por ver la sangre, tu mirada era la de un maniático, ¡Dios!, en qué situación me había metido?, sacaste de tus bolsillos en el abrigo un simple par de cuchillos, ellos se rieron de ti al pensar que estabas en desventaja y te empezaron a disparar, por un acto del destino, no parecía que te hubieran dado, en ese mismo momento, tu ya estabas detrás de ellos, tu cuerpo no dudo ni un segundo y los apuñalaste mientras con la otra mano los degollabas, en ese entonces tu crueldad era pura, ellos no esperaban morir de esa forma, yo seguía ahí amarrada, viendo esa escena, volteaste la cabeza hacia mí, cerré los ojos para evitar ver el cuchillo con el que me matarías. Pero en vez de eso, lo usaste para cortar con lo que me habían amarrado, volviste a guardar tus cuchillos te agachaste para mirarme a la cara y preguntarme que si me encontraba bien, tu mirada asesina en ese momento no estaba, parecía una mirada cálida y amable, aun seguía lloviendo, te quitaste el abrigo y lo colocaste encima mío, debo admitir que me había sonrojado, pero vi que una bala te había dado, después te habías desmayado por el desangramiento, decidí llevarte a mi casa, era lo menos que podía hacer por haberme salvado la vida, atendí tu herida y espere a que despertaras al pie de mi cama, sin embargo, me había quedado dormida y cuando desperté ya no estabas, pero no te fuiste sin decirme una palabra, escribiste una nota donde decías tu dirección para que te pudiera escribir, antes de terminar leerla pensaba que te podría ir a ver, sin en cambio en la nota me habías dicho que eso no podía ser posible, que era mejor que te escribiera. Te escribo para decirte que aun te quiero volver a ver, no para entregarte a la policía, simplemente porque necesito volver a verte, cada noche pienso que tú también quieres verme, por favor, ven a visitarme algún día. Atte:
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Eliza Escalante
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