Luz Celeste (Novela - Cómic - Guión Cine) -59-
Publicado en Sep 02, 2012
-Recuerdo yo, Luz Celeste, un día...
Ella camina de la mano de Él mientras escucha sin dejar de reír. - ¿Qué recuerdas de aquel día? - No me refiero a ninguna de mis muchas aventuras por la jungla vietnamita sino a cuando mi madre asaba castañas. - Cuenta, cuenta. Quizás sea más interesante que alguna de tus muchas aventuras por la jungla vietnamita. - ¿Te parece más interesante el tema de mi madre asando castañas que esquivando yo la mortífera cantidad de bombas que caían cerca de Saigón? Luz Celeste contesta pero ya con un ataque de risa... - ¡Jajajajaja! Me parece más importante lo de tu madre asando castañas porque el arte de asar castañas es mucho más importante que te tiren diez bombas los vietnamitas y no hayas muerto todavía. - ¿Y si te digo que fue en Cuc Phuong, un lugar donde existen hasta 43 puntos diferentes para salvarse de las bombas enemigas? - ¡Jajajajaja! - Pues, para que te enteres, las famosas junglas de Vietnam están increíblemente llena de vida. Al caminar por ellas descubres una abundancia de flora y fauna que ni te imaginas y entonces yo... Ella resiste la risa para no molestarle... - ¡Para, para, Jota Jota! - Nada de parar que se nos va a hacer demasiado tarde. Y entonces yo, rodeado de comunistas por todos esos 43 puntos que te he citado... - ¡Para, para, Jota Jota! ¡Me interesa, ahora, mucho más tu aventura de cuando tu madre asaba castañas! - Entonces escucha bien. Te lo contaré mientras seguimos caminando. Ella atiende con sus ocho sentidos, mientras Él deja de asirla con la mano y la abraza por la cintura y van tan juntos y unidos que no parecen dos personas sino una sola. - - Eran fiestas de vida enardecida. Al olor y sabor de las castañas se reunía toda la familia en unos conciliábulos que podrían titularse algo así como "conversaciones alrededor del brasero". Allí alimentábamos nuestra más tierna infancia mientras mi padre fabricaba sus propios cartuchos de caza, recargándolos de pólvora y perdigones, para salir el domingo en busca de conejos, palomas, perdices y codornices. Por aquel entonces nosotros disfrutábamos de juegos aprendidos en los Tambores Lejanos o El Puente sobre el río Kwai y sólo los vecinos de enfrente tenían un televisor en blanco y negro. Mientras yo oía las voces de los locutores de la radio, la Escala en Hi Fi me sonaba a lejana música hawaiana retrotraída desde Nueva York, una ciudad tan lejana como el famoso paralelo asiático de las Coreas. - Jota Jota, sigue... por favor... - Cuando mi madre asaba las castañas nosotros coloreábamos con nuestros lapiceros "Alpino" dibujos de aventuras extraterrestres en tiempos en que Diego Valor luchaba contra los "mekones" y las chicas eran algo así como fantasmagorías mistéricas... excepto La Toti y la Piluchi que luchaban entre sí por ser el foco de atención de toda la chavalería del barrio; aquel barrio colgado entre el parque del Retiro y la avenida del Doctor Esquerdo en un Madrid lleno de árboles de "pan y quesillo" hacia cuyas ramas saltábamos con afán de sentir que estábamos creciendo... - No te detengas ahora, Jota Jota, por favor... - Cuando mi madre asaba las castañas nosotros nos lanzábamos cuesta abajo hacia la barriada de Vallecas montados en patinetas de madera confeccionadas con la artesanía de la "buena memoria" y arrastrábamos la melancolía de los cánticos escolares mientras escuchábamos a los niños de San Ildefonso "cantarinear" las bolas del Gordo... un Gordo que nunca se asomó por el barrio mientras todos nuestros padres (y los tíos venidos del pueblo) se desmigajaban la vista recorriendo las largas series de la "pedrea". - Es muy intenso de verdad, Jota Jota, sigue más... - Al olor y sabor de las castañas entonábamos villancicos mientras tocábamos zambombas, panderetas y botellas de anís del mono mientras el tío Pedro "El Olivos" siempre se emborrachaba y daba muestras de su excelente humor a la par que hacía equilibrios circenses sobre aquellas sillas de madera en donde yo emulaba a Federico Martín Bahamontes cuando iniciaba mi particular Tour por los acontecimientos cotidianos. - No, Jota Jota, no te detengas todavía... - Entonces, cuando mi madre asaba las castañas, la vida era tan hermosa que sólo era necesario amarla... al igual que a aquella princesa nacida en el río Amazonas que me tenía desvelado todas las noches en que yo soñaba con peces de colores nadando en las abruptas aguas donde nadaban los animales cocodrilianos que yo había estudiado en los libritos de la colección Pulga. Y los vecinos de enfrente, para darnos en las narices con su "artefacto" televisivo en blanco y negro, nos contaban que acababan de ver el último gol de tacón de Alfredo Distéfano y que el Real Madrid acababa de golear al Stade de Reims, ciudad que por entonces a nosotros nos sonaba a queso "gruyere" y "foia gras". - Sé que te queda algo más, así que continúa. Quizás lo que te falta sea lo más hermoso de todo... - Cuando mi madre asaba las castañas la vida era tan bella que sólo se llamaba Infancia... - ¿Has terminado ya? - Perdona, Luz Celeste, estaba un poco distraído... sí... ya he terminado... - ¿Y qué fue lo más hermoso de aquella bella Infancia? - En eso mismo estaba yo pensando... - ¿Qué era? - Tú y solamente tú. - Muy bonito, Jota Jota. - Pero más bonito es mirarte a los ojos. ¿Sabes que veo yo en tus ojos? - Cualquier cosa... - Cualquier cosa no, sino ese Universo donde escribo yo todos mis versos. ¿Te hago una demostración espontánea para que sepas que es verdad? - Pues ahora sí es necesario que me lo demuestres. - 56 ideas enhebradas en un cuento con Princesa. Sobre la mesa del escritor están labradas las palabras que sobrepesa en las noches reclamadas. Existe un porqué en la almohada que siempre es lo que versa formando palabras habladas. Sigue el cuento con sus hadas volando con las aladas imágenes de quien no cesa en crear nuevas baladas. Son canciones encantadas que van, como la presa, dejando letras apuntadas en la mente de quien piensa. Poeta de cuento que pasa con luces apagadas pero que siempre se embelesa al ver lunas anegadas de narraciones soñadas sobre piel trigueña y tersa. Es muy larga esta intensa forma de ver bien pagadas las sílabas de la inmensa poesía que regla y, arreglada, se asoma la luna excelsa. El niño sigue la empresa de contar sueños que piensa hacerlos batalla sellada. En la atmósfera dispersa un beso sabor a fresa en la selva rumoreada se posa en la alborada de la escondida y espesa escena tan arbolada. La lluvia trae la esperada silueta enamorada de la Princesa traviesa. Cuánta luz se atraviesa alumbrando la cascada donde se baña a la inversa la narración anunciada. Está la selva ablandada por el agua que regresa de la montaña sagrada y a las flores atraviesa. Al llegar la regalada canción del alma que besa una flecha queda clavada en la madera acorchada y queda la niña elevada como aventura alcanzada cual amorosa promesa. Al acabar de recitar el poema, a Luz Celeste le brillan sus hermosos ojos. - ¿Estás llorando, Luz Celeste? - Pero de alegría. - Espera un momento, preciosa. - ¿Qué vas a hacer ahora? - Una cosa con mi cuchillo. - ¡No cometas ninguna barbaridad! - Espera... espera... espera... Y Jota Jota suelta a Luz Celeste y se dirige hacia un árbol de la selva, un baobab centenario. Al llegar a él, saca su afilado cuchillo y deja marcadas dos letras en la corteza del tronco. - Una J y una L. - ¿Somos tú y yo? - Luz Celeste, Oscar Wilde dijo que "los placeres sencillos son el último refugio de los hombres complicados". - ¿Y tú que dices, Jota Jota? - Que las mujeres complicadas son el mayor placer que existe. Cuánto más bellas y hermosas son, como sucede contigo, más sencillo es poder sentir placer por vosotras; en este sentido Juan Goytisolo dijo: "No a tus enemigos, porque a lo mejor aprenden". - ¿A qué enemigos te refieres? - A los envidiosos. Quizás criticándoles a ellos se les está haciendo un favor. Ella ya no puede contener otra vez la risa ante aquel joven tan deliciosamente ingenuo. - ¿Por ejemplo, cuáles? Jota Jota saca un cigarrillo de su cajetilla, pero Ella se la arebata junto con el mechero y vuelve otra vez a encenderlo para ofrecérselo a Él. - Se está haciendo una sabrosa costumbre. - ¡Jajajajaja! Continúa... - Por ejemplo que si tienen tanta envidia de que fumo mucho resulta que están muy engañados porque no soy ni he sido nunca un fumador y, gracias a eso, tengo la enorme fortuna de adentrarme con tan gran maravilla humana que tengo a mi lado, porque no voy a hacer que se queme nada... pero bueno... podemos encender algo si nos metemos más hacia el interior. - ¿A qué te refieres con eso de encender algo? - A que algunos tenemos la fortuna de que chavalillas como tú nos enciendan los cigarrillos. Esto sí que es un placer sano de máxima intensidad y no estar viviendo al lado de esos amargados que sólo son unos aburridos envidiosos. Quizás diciéndoselo aprendan. Por lo tanto, nosotros tenemos la obligación de agradecer a esos envidiosos porque gracias a ellos nos casamos con las más maravillosas de todas. Eso de compartir la existencia solamente con una chavalilla como tú y nada más que contigo si que es lo más natural y agradable de la vida. - Termina tranquilamente el cigarrillo por haberme lanzado ese piropo. - ¿Sabes qué diferencia hay entre un amor platónico o que te sirvan un plato de angulas? - No lo puedo saber. No creo que tenga relación alguna. - No te equivoques, Luz Celeste. Te lo explico. Es muy fácil descubrirlo. Si la que te ha servido el palto de angulas no te gusta lo suficiente o casi nada, eso es solamente un amor platónico; pero si la que te ha servido el plato de angulas es la que más te gusta, eso es el amor verdadero. Ella ya no puede reír más... - Así que si alguna vez quieres pescar angulas no te metas en el río Coca porque hay pirañas. - ¡En el río Coca no hay angulas! ¿Cómo se me va a ocurrir meterme en el río Coca para pescar lo que no hay? - Pero en el río Coca, si te bañas como lo has hecho en El Manantial de la Doncella no sólo pillas un constipado sino que hay pirañas y te pueden devorar toda entera! - Ya estamos... - ¿Es que he dicho algo malo? - No. Pero ahora guarda silencio. - ¿Por qué? No puedo guardar silencio pues no lo veo, ahora, razonable. - Yo sé muy bien cuando es razonable guardar silencio para saber escuchar lo que otras personas dicen. Ha llegado el momento de explicarte por qué te estaba mandando tantos mensajes de auxilio. - ¡Cuenta! ¡Cuenta! - Primero quiero hacerte una pregunta que me parece muy interesante. - Si es muy interesante prestaré mucha atención. - ¿Carmen me adelantó alguna vez? - ¡Nunca! Carmen nunca jamás te adelantó sino que se anticipó. Son dos cosas diferentes. - ¿No es lo mismo? - No es lo mismo sino todo lo contrario y hasta todo lo opuesto. A ti ni Carmen ni ninguna otra te adelantó jamás. En asuntos amorosos quien se anticipa fracasa al final. Cuando naciste ya me enamoré de ti y yo sólo tenía 7 años de edad... luego ninguna otra te adelantó jamás. Ella solamente le mira y le acaricia el rostro con su mano derecha. - Por eso te amo más todavía.
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