Bajo el techo, en la sombra,
apoyado en la pared...
estaba él y su limosna,
estaba Juan Daniel...
Sus ojos marrón madera
su voz tirna de ayer,
no ve la gente que pasa
sólo el amor puede ver...
En su oscuro mundo ciego
hay claridad de ser,
ganas de lorar da a veces,
por no ayudarlo, tal vez...
Sus ojitos vieron años
y de pronto ni pueden ver,
pero su mundo colorido
él lo puede encender...
En sus manos una niña
le da moneda, a Juan Daniel,
su mirada se abrillanta
y un dulce -gracias- escuché...
Con su camisa arremangada
debajo del techo fue,
y en su soledad titubiante
vi amor, vi placer...
amor a la vida,
placer al solo ser,
un hombre que aunque mediga 
hijo de Dios el es...
es mi historia favorita...
                ...la historia de Juan Daniel...
 
                                                             Ana Belén Codd