DOS CAF PARA LLEVAR...
Publicado en Jul 30, 2009
Eran veinte para las ocho cuando Julieta entró al café de Pedro de Valdivia al llegar a Providencia, a unas cuatro calles de su oficina. Miró unos segundos su reflejo en la puerta para acomodar la coqueta boina que había comprado el día anterior, mientras cruzaba el Paseo en la estación del Metro Escuela Militar. Empujó casi tímidamente la puerta y entró. Su cuerpo tembló al verlo en el mostrador. Quedó casi paralizada cuando giró su rostro y la miró. La expresión de Javier era también extraña. Nunca lo había visto así. Y pensó que él la estaba viendo de igual forma. Entonces reaccionó y tratando de simular esa sorpresa, sonrió y le preguntó qué estaba haciendo ahí. Él respondió casi tartamudeando que antes de ir a la oficina, pasaría a recoger unos documentos en la esquina de Costanera, en el Estudio del Abogado de un Cliente.
Ambos se quedaron sin hablar mientras miraban la vitrina repleta de deliciosos pasteles. Julieta dejó la mirada depositada unos segundos en el kuchen de frambuesas sintiendo la saliva que se derramaba por entre su lengua y paladar. Frambuesas. Miró a su esposo cuando lo escuchó preguntar si le apetecía un trozo de su kuchen favorito. Con los ojos ausentes y la boca cerrada esperó que dijera algo más, pero el silencio siguió. Su preocupación era inevitablemente notoria. Negó tartamudeando mientras daba claras explicaciones de que estaba apurada y sólo llevaría un capuccino. Se besaron en la mejilla al salir del Café. Cada uno llevando el vaso de cartón en la mano para tomar rumbos contrarios. Ella cruzó casi corriendo sin mirar hacia atrás para sonreírle como cuando mantenían aquel romance, y él ni siquiera volteó como antes para lanzarle un amoroso beso. Bebieron cada uno su café, sentados cada uno tras su escritorio. Julieta encendió ansiosamente su laptop y entrecruzaba las manos apretándolas impacientemente mientras esperaba descargar sus correos y comenzar a redactar uno nuevo. Lo mismo hacía Javier con bastante nerviosismo. Su mirada casi ausente era señal de preocupación. Julieta no sospecharía nada, pensaba mientras acomodaba con movimientos un tanto tensos la fina corbata azul que había comprado la tarde anterior. Abrió un nuevo correo y comenzó a escribir. Con interrumpidas frases, se excusaba de no haber podido asistir al desayuno de esa mañana. Se le había hecho tarde. El auto no había partido. Su jefe lo llamó temprano para citarlo a una reunión de emergencia. Firmó con besos y un apodo. Finalmente Julieta no tuvo que escribir el correo dando explicaciones de su inesperada ausencia. Abrió su bandeja de entrada e inmediatamente leyó la adelantada explicación firmada con besos y el apodo de su cita a ciegas, por no haber podido desayunar en el café de Pedro de Valdivia esa mañana…
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Claudia Riquelme
Besos también,
LaNegra
JUAN CARLOS
Besoss ..Juan Carlos !!