El Dorado
Publicado en Oct 11, 2012
Ya la máquina teletransportadora estaba casi lista, el día anterior había llegado desde Alemania la última pieza que faltaba para que pudiese funcionar. Ulises, que era el inventor de aquella máquina, tenía la certeza de que este invento revolucionaría al mundo; Le había llevado años su construcción, tanto por la complejidad de los cálculos físicos y químicos, como por lo difícil que se hacía conseguir las piezas, que eran fabricadas en su mayoría en países considerados como “potencialmente peligrosos”; debía ocultar sus encargos tras la máscara de un ente gubernamental; eso de trabajar para un ministerio público si que le quitaba tiempo valioso.
Ordenó todas sus cosas, no fuese que sus familiares y amigos encontraran algo que comprometiera su moral; debía cuidar el concepto que los demás tenían de él, al fin y al cabo sería un personaje famoso. Las cosas que un hombre soltero y un poco maniático tiene en su habitación sorprenderían a muchos; Se deshizo de todo aquello, ordenó la ropa, los zapatos, los libros, se dio un buen baño, y usó ropa adecuada, nada de colores, nada de estampados, pues debía verse lo suficientemente serio y atemporal para que su presencia no alterara la “normalidad” ni asustara a ningún habitante del lugar al cual se dirigía. Este no era un invento cualquiera; en la facultad todos lo habían llamado loco al exponer un prototipo, cuestionaban su lógica y lo alentaban a dejar atrás aquellas ideas, todos le decían que tal cosa no era posible, y que de seguir con aquella convicción iría a parar al manicomio; pero aquellos comentarios no desalentaron al joven Ulises, que tras años de investigación, logró diseñar toda la teoría que explicara el proceso que lo llevaría a viajar a otra realidad, traspasando las barreras del tiempo y del espacio. Si sus cálculos eran correctos, su cuerpo se descompondría progresivamente en partículas capaces de hacerlo viajar hacia lo inimaginable; Ahora estaba en su casa, con una vida sedentaria, viviendo en un mundo donde todos lo creían loco, para dentro de un momento viajar al “El Dorado”, ese paraíso terrenal que por siglos la humanidad ha buscado. Aun sabiendo que cualquier cambio en el curso de la historia podría alterar el mundo tal como se conoce, Ulises no dudó ni un momento en su proceder; si hubiese pensado un poco más en las consecuencias de tal invento, quizá las partículas de su cuerpo no lo hubiesen llevado a tal destino y quizá si hubiese implementado un simple tablero de coordenadas la cosas hubiesen sido diferente; pero no, el prefirió usar un complejo sistema de lectura del pensamiento humano, la máquina lo procesaría y lo llevaría satisfactoriamente a su destino. Pero Ulises no lo vio venir; en el mismo momento en que él pensó viajar al “El Dorado”, la máquina “inteligente” no encontrando tal cosa en el planeta tierra, asoció unos cuantos referentes dentro de la cabeza de Ulises y lo condujo directamente al astro mas “Dorado” del sistema solar.
Página 1 / 1
|
raymundo