Mejores Amigas
Publicado en Oct 13, 2012
Ellas estaban vestidas para ir al mejor club nocturno de la ciudad. Alexa iba con un vestido corto, por arriba de las rodillas y rojo escarlata, de encaje y fina seda, su cabellera negra y ondulada se movía en su espalda, que le llegaba hasta casi la cintura, sus ojos verdes, parecían dos farolas de una sobrenatural luz, resaltados por su oscuro maquillaje. Sheila lucía un vestido turquesa, sin escote e igual de corto que el de Alexa y su cabello rubio y desmechado, le daba un aire alegre y natural que hacían lucir a sus ojos celestes, ya que había optado por no ponerse maquillaje. Y Charlotte, llevaba un vestido negro que combinaba con sus rulos marrones rojizo, sus labios parecían gruesos con el pintalabios rojo intenso y sus ojos color café, se iluminaban ante tanto brillo. Las tres, agarradas de la mano, hacían resonar los ruidos de los finos tacos aguja en el suelo. Cuando llegaron a la entrada, un chico suplicaba que lo dejaran entrar y, el guardia negaba con la cabeza, repitiéndole que no estaba en la prestigiosa lista.
-¿Cómo le haremos para entrar Alexa?- susurró Sheila, la más tímida de las tres-. -Déjenmelo a mí. Ella se acercó al guardia y le dedicó una ardiente sonrisa. Éste se quedó babeando ante la visión de tres hermosas jovencitas y las dejó pasar. Las tres suspiraron, habían pasado la prueba. Estaban a la altura del lugar. La música sonaba fuerte y todos bailaban con su ritmo. Se acercaron a la mesa de tragos y se sentaron a contemplar el lugar, buscaban tres bonitos chicos, uno para cada una. -¿Y bien? ¿ven algo?- preguntó Alexa-. -Sí, allá. Charlotte señaló a un chico de pelo castaño y ojos celestes. -¿No es impresionante? -Tienes toda la razón. ¡Me lo pido!- Alexa sonrió-. -¡Hey! Yo lo ví primero. -Pero no va contigo- se puso pensativa- ¿y aquél de allá? Señaló a otro chico moreno, estaba bailando con una reluciente sonrisa. -No está nada mal-contestó Charlotte-. -Bien, me voy-anunció Alexa-. -Yo también. -Un momento, ¿me dejan sola?- murmuró temblorosa Sheila-. Pero era tarde. Ya no quedaba nadie más que ella en la barra. Tenía miedo. Después de todo no había sido su idea ir allí. Era la menos atractiva de las tres, y no tenía interés en ese lugar. Ni siquiera le gustaba bailar, no sabía si estaba allí porque sus dos únicas amigas la habían convencido o, porque no quería quedarse sola en su casa. -¿No bailas? Ella se volteó. Un chico alto, de pelo castaño casi negro, una tez pálida y unos brillantes ojos color plata la miraba. Parecía tratar de adivinar lo que pensaba. -¿Qué? -Que si no bailas. -Yo… no. Sonrió, tenía una sonrisa brillante, todos sus dientes eran perfectos. -¿Tampoco vas a beber nada? -No tomo. -Bien, ¿te gustaría probar?- sonaba dulce, lo miró a los ojos. Sólo era una copa, algo con un poco de alcohol no la dañaría…-¿y bien? -Sí. El chico llamó al mesero:- dos Bloody Marys. Me llamo Aiden. -Yo soy Sheila. -Bonito nombre. -Supongo- levantó los hombros en señal de indiferencia- ¿Tú que haces por aquí? -Busco víctimas. -¿Qué?- Sheila se atragantó con la bebida-. -Chicas. -Ah, claro. Él se acercó más a ella. Y susurró algo a su oído. La voz de Aiden parecía calmarla. Los dos salieron afuera. El aire estaba fresco y cargado de humedad, por lo que el vestido de ella se le pegó al cuerpo. Aiden la llevó hasta un callejón oscuro. Por un momento perdieron el contacto de los ojos y Sheila pareció salir de su ensoñación. -¿Pero qué…? -Shh, tranquilízate y te dolerá menos, y olvídate de esto. Él la tomó por los hombros y se acercó a su cuello. Sus finos colmillos relucieron mientras crecían a la luz de la luna. Sheila profirió un leve quejido al notar un pinchazo en su cuello, pero luego pareció adormilarse más y más… Despertó en su cama, con el vestido aún puesto. Miró su reloj, era medianoche. No podía recordar casi nada, todo estaba borroso. Debía ser la resaca. Fue hasta el baño con la intención de mirarse al espejo. No tenía ni un pelo fuera de lugar salvo por… …salvo por dos puntos rojos en su cuello. Capítulo dos Sheila miró su teléfono para comprobar si tenía mensajes o llamadas perdidas. Sólo dos, de sus amigas. -Charlotte: Hey! ¿Cómo estuvo anoche? No recibí ni un mensaje tuyo, llámame. -Alexa: ¿Estas bien? Te vi yéndote con un chico anoche… Llámame. ¿Les diría la verdad? ¿Qué un misterioso chico la mordió? Ninguna iba a creerle a menos… que les mostrara su cuello. Les escribió un mensaje a las dos: Estoy bien, no se preocupen. Tengo que decirles algo K. La respuesta de sus amigas llegó en seguida: -Alexa: ¿Qué ocurre? Estoy con Charlotte, nos vemos en la cafetería J Se cambió por una minifalda, unas converse negras y una camiseta sencillas. Y luego caminó hacia el café. Las chicas estaban sentadas en una mesa, Alexa tomaba café y Charlotte un late. -Hola. -¿Qué es lo que nos querías mostrar?- preguntó Alexa-. Charlotte en cambio, dijo:- ¿Y qué hay con esa ropa? Entonces Sheila miró a sus dos amigas, ambas llevaban ropa de las mejores marcas, bien a la moda. Y ella, ni siquiera había visto lo que se ponía. -Nada- dijo visiblemente molesta- Miren. Les mostró los dos puntos. Alexa puso cara de sorprendida pero Charlotte estaba aterrorizada. -¿Qué es…? -Un vampiro- contestó Alexa-. Sheila asintió. -Gracias a Dios se limitó sólo a morderte… ¿pero porqué no te mató? -No tengo idea. -¡Chicas! Los vampiros no existen… -¿No? Dímelo a mí- suspiró Sheila-. -¿Qué tal si vamos de nuevo esta noche? -No. Tengo que estudiar. -Sheila, tenemos que demostrarle a Charlotte que estamos en lo cierto. Y vengarnos de ese desgraciado. -A mí me parece perfecto. -Pues a mí no.- Sheila sabía que por dentro, era manos fuerte que sus amigas, aunque demostrara lo contrario- dejémoslo así. Podría matarnos a las tres si regresamos. -¡Yo insisto! Quiero ver a su supuesto “vampiro”. -¡Sí! Hasta iremos armadas, como Buffy la caza vampiros. -¡Vamos! Shei… -Oh, bien. No digan que les advertí. Todas murmuraron un >. Fueron al Shopping a comprar ropa nueva. Alexa terminó llevando un vestido verde esmeralda, Charlotte rojo rubí y, Sheila azul eléctrico. Alexa condució su auto hasta la casa de Sheila, les tocaba maquillarse. -Yo ya estoy, chicas- dijo Sheila, a la que no le gustaba maquillarse-. -De eso nada- le contestaron Charlotte y Alexa al unísono-. Le pintaron los labios de un rojo escarlata, le delinearon los ojos y le pusieron una sombra de ojos dorada. Cuando terminaron de alargar sus pestañas, parecían postizas. -¿Para qué tanto arreglo? -Tiene que parecer que te arreglaste para verlo, no para matarlo. -¿Y si no va? -Debe ir todos los días, para alimentarse. -Un momento, ¿qué es eso que llevas allí?- Sheila señaló dos estacas y un cuchillo de cocina que tenían escondidos Charlotte y Alexa. -Planeamos matarlo Sheila, no saludarlo. Sheila tragó saliva. Sabía que esto iba a terminar mal. Alexa le tendió una estaca, pero la rechazó, por lo que se la dio a Charlotte y dejaron el cuchillo en la casa. Ya en la fiesta, todas buscaban al misterioso Aiden. -Debe de estar por aquí. Sheila vio un breve destello de luz, venía de unos ojos plateados que la observaban. ¿Le diría a sus amigas, o lo dejaría en paz? Aiden había tenido la decencia de dejarla viva, ¿porqué seguir molestándolo? El chico puso una sonrisa en su rostro y se acercó a ella. Sheila caminó en la dirección opuesta, hacia la puerta. Tenía que salir de allí, sus amigas estaban locas. Ella pensó: un momento, ¿dónde están Alexa y Charlotte?. Se volvió para atrás. El vampiro salía del club para situarse junto a ella. -Te dije que te olvidaras de esto- le susurró al oído-. -¿Dónde están mis amigas? -Sígueme. Sheila lo siguió hasta el mismo callejón donde él había tomado sus sangre la otra noche. Miró, horrorizada, los dos cuerpos tirados en el suelo. Sus dos mejores amigas, las únicas amigas que tenía estaban muertas. Se le escapó una lágrima. Aiden la tomó de la mano e hizo que diera media vuelta, para que lo mirase a los ojos. Sus brillantes ojos plateados. -Ellas iban a matarme, yo sólo hice lo correcto. Ojo por ojo, ¿no crees?- una sonrisa cruel se asomó de sus labios-. -Eres un asqueroso asesino- le escupió Sheila y luego Salió corriendo hacia su casa-. Cuando se tumbó en la cama, tuvo terribles pesadillas. En las que veía los cuerpos de sus amigas y unas palabras resonaban en su mente: “Te dije que te olvidaras de esto.”
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