XIMENA
Publicado en Oct 15, 2012
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Mi nombre no importa. Si quieren, llámenme, el Nostálgico.  Porque eso es lo que soy. No me atrevo a definirme de otra manera. ¿Quién lo haría?
La tristeza se originó en Ximena. Desde nuestros inocentes juegos infantiles, no pude apartarla.
En el campo del abuelo. Correteábamos lejos por las tardes del domingo.
Nos escurríamos hasta una vieja tapera. Era peligrosa, nos dijeron.
Poco nos importó.
Se desprendía el lazo de su vestido y me ataba las muñecas y los tobillos. Me obligaba a arrodillarme. Me golpeaba con alguna varita.
En la espalda.
En la nuca.
En los glúteos.
En las piernas.
Rítmicamente amenizado por su angelical sonrisa.
Recuerdo, la primera vez me había asustado mucho. Me había echado a llorar.
Al final, ella acarició con sus finas uñas mi cuello y sentí un escalofrío en todo mi cuerpo.
Tenía los ojos cerrados.
Sentí sus labios, por primera vez, pero no los vi.
El juego continuó. Varios años. Al final, esperaba ansioso esas uñas ahora adolescentes en mi cuello. Ese dulce beso de ninfa al final.
Un verdadero alivio.
Yo tenía quince años cuando falleció el abuelo. Ximena, diecisiete.
La casa la heredaron sus padres. El mío no se opuso, mi tío alquilaba un departamento en el centro lleno de humedad y goteras. Fue justo.
Por mi parte, la noticia me alegró. Ver más a Ximena era lo que anhelaba.
Pero de algún modo, las cosas habían cambiado. Tener cerca de sus padres, la falta del abuelo, esas fueron apenas un par de cosas que la cambiaron.
Había crecido, se fijaba en otras cosas.
Yo pensaba en sus uñas, que cada vez se alejaban más de mí.
Varios domingos sucedieron sin volver a encontrarnos. La cercanía no brindaba excusas para no acercarse, así que no comprendí la distancia autoimpuesta por Ximena.
Decidí, finalmente, presentarme en su casa un domingo.
Al almuerzo.
Mis tíos no dijeron que no, por el contrario, accedieron muy contentos.
Debí haber interpretado aquel mal augurio.
En la vieja casa del abuelo, Ximena charlaba muy animosamente con un muchacho joven. Nos presentó. Uniendo nuestras manos para estrechar el saludo.
-Egeo -Dijo, con una tonta sonrisa.
No le pregunté su apellido. A estas alturas no me importaba.
Quería volver a casa de inmediato.
Tuve que controlarme sin embargo, y soportar el almuerzo y la sobremesa, las sonrisas cómplices de Ximena y su nuevo compañero.
Como cada vez que enfrentaba un desafío, mi apetito se abrió. Y la consecuencia de esto, solía ser un cansancio del que no me podía desquitar. Me quedé a dormir la siesta, en el cuarto de huéspedes. Pero no pude dormir siquiera quince minutos. Vi, a través de la puerta entornada, la furtiva sombra de Ximena y el otro, saliendo al exterior.
Mi curiosidad no pudo más. Desde la ventana, los observé perderse en los amplios campos que habían sido del abuelo.
Maldije el amor, y maldije la unión de ellos dos, con todas mis fuerzas.
Luego de razonarlo un poco, dije, No durará.
Y pensé en lo jóvenes que eran, Egeo tendría unos veinte años, pero la camisa y el pantalón de vestir del domingo no me inspiraban confianza a la hora de apostar en la duración de la relación.
Es cierto que Egeo parece un tipo muy centrado… Lo había notado en el almuerzo.
Pero Ximena.
No podía ser así. No podía quedarse sin aquellos encuentros.
A través de la ventana, viéndolos alejarse, y maldiciéndolos, no pude dejar de pensar.
Las uñas.
Volvieron tomados de la mano. Y así continuaron un buen tiempo. Mis cálculos juveniles  habían sido erróneos.
Los observé de reojo en la Iglesia, cuando ante el altar dieron el sí.
Por cierto que la amaba. Sentía mi piel erizarse. Recordaba los golpes y la caricia final antes del beso. El punto medio antes del final.
Las uñas.
Quousque tandem, abutere patientia nostra?
Pero me contuve. Me contuve.
Y los felicité a ambos con una sonrisa, mientras no dejaba de pensar.
Las uñas.
Las soñé varias noches. Cada parte de ellas, hasta la fragilidad de sus cutículas. La mayoría de las veces se volvían pesadillas, recordando las viejas historias de los Cudúes. Criaturas de pesadilla que asolaban a los viajeros en ciertas islas del Uruguay. Clavando sus uñas.
Comencé estudios en antropología, y así tuve la excusa para mudarme muy cerca de la localidad donde se encontraba Ximena.
Aproveché la primera oportunidad para llamarla y arreglar una cita.
El llamado la sorprendió. Argumentó estar muy ocupada aquellos días, que la volviese a llamar.
Que no descuide mis estudios.
Como era de esperarse, la volví a llamar.
Esta vez, la noté más amable. Arreglamos un encuentro en una cafetería.
Me sentía incómodo en el lugar. Me pasaba nerviosamente las manos por los jeans. Veía los precios. Debía pagar por el mero hecho de estar allí.
Había llegado una media hora antes.
Finalmente, pedí una gaseosa.
Al tiempo la vi llegar. Se acercaba esbozando una espléndida sonrisa. Besó mi mejilla sin que yo alcanzara a ponerme de pie. Puso una mano sobre mi hombro y no me pude resistir.
Tomé su muñeca con fuerza y en un frenesí los arrastré por mi rostro.
Sentí los surcos forjarse en mis pómulos.
Repetí el movimiento, volviendo a hundir las uñas sobre mis heridas.
Ximena, tenías los ojos abiertos como platos.
Inmóvil, me dejó observarlas un momento. Se conservaban perfectas, intactas.
Las hundí en mi cuello y las arrastré hasta mi pecho.
Debo pedirles que se retiren.
El mozo.
Con mis ojos en llamas le lancé la botella de gaseosa. El vidrio estalló en su rostro.
Hubo un tumulto. Me denunciaron. Llegó la policía.
Cuando declaré, lo explicó un doctor amigo de papá. Tuve un brote psicótico. Las heridas auto inflingidas daban clara señal al respecto.
Me derivaron al Robayo. La gente no es tan mala.
Quizás mi reacción con el mozo no había sido la correcta.
Pero Ximena… Las uñas…
Pronto saldría. De seguro la volvería a ver.
Nada podría impedirlo.
Las uñas…
 
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Foto del autor Angel Martn
Textos Publicados: 8
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Descripción

Cuento - Fantasa Perversa

Palabras Clave: Cuento Fantasa Perversa Ximena

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa


Creditos: ngel Martn

Derechos de Autor: 2009 - NN


Comentarios (4)add comment
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Jorge E hurtado

Psicológico, como los de Tio Poe.
Habia leído otra de tus versiones, creo que me gustó mas esa.
Responder
October 15, 2012
 

Angel Martn

es la versión corregida!!!
Responder
October 16, 2012

Fairy

Atrapante relato lleno de ira, amor, obsesión, locura, me sorprende haber terminado el relato no soy muy buena para leer historias. Te felicito, me dieron escalofríos.
Responder
October 15, 2012
 

Angel Martn

Bueno, muchas gracias por tu tiempo y tu buena predisposición a la lectura. Sigue visitándome si te apetecen estas historias. Saludos!
Responder
October 15, 2012

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