Encimismado y quebrándose, como un pequeño artilugio que intenta despertar del sueño cotidiano. Letargo del débil que ofrece además de su rasgo, su demostración. Quizá en el extremo más inquietante se intente reestablecer un ocaso perdido en medio de la infamia del día ensordecedor. Triángulo de tiempo que juzga iniciar una tregua sin espacio, en el cual jamás se intenta el desperdicio. Vociferaciones del feroz idioma que condiciona al oxígeno para que paralizado, se estanque esa especie de insomnio que turba el sonido. Días y noches trastocados en ausencia que inunda las salas y trama el idilio del menor de los terrestres. Allá, azúles en el horizonte, quizá alguien pueda explicarlo. ¿O es que todavía queda un puñado de rastros que titubean frente al destino intentando una mejora que ordene o desordene este ambiente ensordecedor? Quizá el tiempo sea sólo una metáfora de expansiones irreconocibles que recortan un espacio sin medida, inexistente, inaudible. O quizás sea la emancipación de voces aisladas que gritan silencios que desbordan las almas de los perseguidores.Rastros... solamente. A través de este vidrio que entorba mi mirada y que me permite ver aunque sea sólo una leve parte. ¡Qué irrealista resultaría tener que quedarme atravezada en el mármol opaco del signo entrecruzado e ilegible! ¿Mañana saldrá la luz? Me pregunto... las respuestas acuden ¿Acuden? Alrededor de mi círculo que se expande innumerable y permite que mi percepción se eleve.