Y entonces me perdí
por laberintos iluminados que llevan al cielo
en caminos pisados pero que se hacen nuevos
con el tiempo detrás detenido,
tratando de alcanzarme mientras buscaba escondite.
Las murallas murmullaban despacio
con sus figuras de acuarela pintadas en sonidos,
moviéndose para formar preguntas inocentes y gorriones volando bajo.
Y te encontré en la casa de los aromas humeantes
y la cajita del mar en los cerros se abrió en dulces sabores desparramados en la música.
No pude saber si la magia estaba antes
o si mis manos la inventaron para descubrirte.
Un perro sentado y dormido soñaba con sombras
y un gato delicado salió a tomar el fresco de la noche vecina.
Todas las luces cantaron
formaron los pentagramas de una canción que nadie escucha
en efímeras notas chocaron con un cielo de colores
y la melodía infausta se juntó con todos los sabores en una taza de té caliente.
El humo de unos cigarros dibujó jardines de otoño bordado en primaveras
y desapareció como todo sentimiento de antaño
dejando rastros de tinta escrita en las manos de quien pasaba.
Desde lo alto se lanzó la vida de espuma suave
ahogándose en el mar con recuerdos que ya no vuelven,
y dejó una hoja en blanco para escribirnos un poema de nuevo
o hacer un pajarito de papel que nos lleve lejos.