El observador que observa, se observa observando ser observado, en una yuxtaposición de imágenes, observarse así mismo en la observación que se observa, se asusta al reobservarse así mismo, Milan Kundera dice sobre las observaciones, pero no dice sobre la observación del propio observante, y cierra los ojos y observa una negrura diáfana como sí pudiera existir lo diáfano en lo negro, en el vacío, en el no observar nada por dentro más que la ausencia de sentimientos, de color, de luz, de existencia, de algo humano, abre los ojos, ya no observa el vacío, observa la sobreposición de objetos, saturación de color, de humanos, de verdades falsas, mentiras autenticas, observa sobre la verdad, como si solo observar fuera verdad, un valor cierto, observarse así mismo, una mentira, un valor falso, y la diferencia entre uno y otro es observar desde lugar distinto, un cero un uno, prendido, apagado, un mundo digital, claro, oscuro, sin puntos intermedios, sin valores morales una variable que tiende del cero al "N" numero de valores y se incrementa exponencialmente, hasta llegar a la recta que cruza tangencialmente los límites de la observación, y avanza al observar, pero tendrá que comprobar cada N valor de lo observado.
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