SENDEROS DEL ALMA
Publicado en Aug 03, 2009
LA TERRIBLE PESADILLA DE UN INFIERNO
Es el tardío galopar de la tristeza cuando se acerca distraída al precipicio recogiendo los dolores sin filtro sólo acumulando las horas grises desteñidas y opacas como mecha de un cirio que se apaga. Es la silueta de una muerte en la antesala como si fuera un mar a la espera de las aguas de esos ríos sufrientes de agonía desencajados de sus cauces casi humillados por represas que le roban su frescura y le matan la vida en sus entrañas. Es el dolor multiplicado de la miseria en el hambre y en el rostro ya curtido solitario testimonio de sus rabias ahogadas, reprimidas por la ilusión de una venganza ya lejana. Es la campanada en el tiempo equivocado en la repentina angustia de las horas cuando la noche se ha perdido en la negrura y el silencio marca tos terrores de un silencio congelado y contenido. Melodía cadenciosa de una calma esquiva florecer de un jardín envenenado sepultura de los sueños y ambiciones copas en caída directa hacia las rocas astillas filosas penetrando entre los ojos salpicando de sangre un rostro ya marchito. Mirada que ya no llegas a la forma de las cosas oído que te has cerrado en la rígida estampida rabia de los silencios en los malignos pensamientos oscuridad ciega del arrepentimiento ausente extravío inconfesable de un odio vengativo eres la maldición de un coro endemoniado la abrupta rebelión de los ángeles malditos invadiendo mi alma mientras muere a su destino. CAMINOS DE LA VOLUNTAD Si la voluntad se determina consistentemente en el tiempo y no retrocede a las dificultades aprendiendo de cada caída y abriendo el oído a las voces del entorno entonces avanzará en el propósito. Si la voluntad además descubre que el amor llama a su puerta deberá aprender a descentrarse para no confundirse en una futura lucha estéril aprendenrá a escuchar en sí misma el fluir de las aguas y presenciará cómo las semillas crecen y su jardín se viste de flores. Si la voluntad se enferma o cae en un pozo profundo desde donde cadenas invisibles retienen la protesta de la alegría y la condenan al silencio desesperado deberá sólo esperar a que su visión se recupere y pueda descubrir la cuerda de la amistad sobre sus rodillas.
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Pascual Vizcaino Ruiz