De Cáncer a Capricornio y viceversa (Diario)
Publicado en Nov 06, 2012
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Sé, desde siempre, que soy totalmente compatible con Cáncer porque soy totalmente Capricornio; pero no creo ni en el Zodíaco ni, mucho menos, en los Horóscopos del Zodiaco; y por eso, hace años, arrojè al tacho de los desperdicios las porquerías escritas por James Joyce ("Tròpico de Càncer" y "Trópico de Capricornio"), porque Ella y yo estamos a la misma distancia de la línea ecuatorial. No me interesa, para nada, la basura de James Joyce, la basura escrita en "Trópico de Cáncer" y la basura escrita en "Tròpico de Capricornio". Y tampoco me interesa, para nada, saber si su Ulises era homosexual o su Ulises no era homosexual o estaba o no estaba encerrado en su "torre de marfil". Quizás para los dublineses James Joyce sea todo un tipo genial; pero, para mí y de manera subjetiva por supuesto (¡reivindico la subjetividad a tope!), solamente fue uno de esos ¿escritores? que entraron en la gloria de la Literatura Universal usando la puerta del retrete donde se escriben las porquerías más escatológicas de la Literatura que llaman Universal.

Como dice Juan Villán, desde Madrid capital (aunque lo estoy leyendo en Valdeluz de Guadalajara de España), "lo luminoso misterioso de los bosques es un buen espectáculo itinerante para el submundo telúrico de Shakespeare: armonía, a distintos círculos del deber y placer, en cuya naturaleza no hay que recurrir a Dante para desentrañarlo". Y es que basta y sobra con leer unas pocas líneas de James Joyce para saber que en las letrinas se cobijan demasiados escritores de la dorada suciedad por la gran cantidad de dinero que han ganado con sus excrementos literarios llenando sus bolsillos de monedas con olor a "cacafonía".

Ahora resulta que el chulo de Hristo Mejido proclama, ante millones de espectadores y espectadoras, que quienes realizamos ejercicios éticos y tenemos principios morales somos unos gilipollas. Si se mirase Hristo Mejido en el espejo de las metáforas lirerarias quizás sabría y se enteraria de una vez por todas que "sus ojos son la verdulería del mercado"; o sea, que los oculta tras unas gafas de sol oscuras para que nadie pueda descubrir la cantidad de idioma soez y la cantidad de "vocablos de excrementos" que se podría desvelar en ellos. Quizás por eso insulta a todo el mundo hasta hacer que todo el mundo le crea un dios llegado del Olimpo de la Publicidad para hacernos la vida más deleitosa con sus desplantes de toro perdido en alguna de las maestranzas de por ahí...

Fernando Lázaro Carreter propuso, en su día, escribir un manual de lengua y literatura que pudiera convertirse en libro de texto para uso de las sucesivas generaciones de escolares. Desde luego que Hristo Mejido es "El Elegante Elegido" para que no sea necesario dicho libro. Basta y sobra con escucharle, semana tras semana y con largas horas de "chupar" pantalla (quizás es que se haya quedado en la etapa infantil llamada fecal y tenga que "chupar" siempre algo) insultando a diestro y siniestro (sobre todo a siniestro) a todo ser humano (e incluso animal como perro o mono o gato o serpiente o etcétera) que se sube al plató de "Tú si que vales" con la desgracia de tener que ser calificado por un jurado que domina, como señor feudal, el dichoso y feliz publicista publicitado Hristo Mejido. ¿Cuantos niños, niñas, chavales y chavalas, están aprendidendo el "modo" (modélico porque el menda se las da hasta de modelo) y la manera (porque el menda debe saber mucho del manerismo artístico por la forma en que maneja sus manos para acompañar su sinfonía palabroteril) de este personaje de historias para no dormir si te toca la mala suerte de que te tenga calificar de gilipollas para arriba. Sería interesante, en este sentido, hacer una encuesta en todas las escuelas y colegios de España para poder darse cuenta si el "diccionario" del guaperas (hasta las paperas se las elimina la del maquillaje) ha calado ya hondo en nuestra grey escolar. Supongo que sería, también, muy hermoso y edificante realizar un diccionario de insultos a lo "hristo and mejido" para ver si le hace rivalidad al diccionario oculto de Camilo José Cela. Al fin y al cabo de "cacafonía" a "cacafonia" no existe ninguna distancia según estoy meditando yo esta mañana en el Café Moon de Valdeluz.

La mayoria de narradores norteamericanos tienen una ambición personal: escribir la gran novela americana. Para mí ese tema es tan insignificante (como dice Juan Bonilla) que solo son, casi todos ellos, el fracaso de un narrador, la decadencia y la mezquindad del palabroteo de un sueño. Soñar no cuesta dinero pero soñar cuesta tener ética y moral para que ambas lo conviertan en un sueño valioso de verdad. ¿Qué tuvo de especial John Cheevers salvo sacar a relucir el polvo secular y milenario de la homosexualidad que se apolillaba por culpa de la gusana vida que arrastraba tras de sí?

Me encuentro en el Café Moon de Valdeluz, en Guadalajara, pensando en alguna escena bucólica y pastoril donde la jara tenga presencia, construyendo alguna imagen de auténtica aventura. Quizás las auténticas aventuras son las que se escriben con los sentidos transformados en significados pero, por lo visto y por lo leído en el último Siglo, hay muy poco significado en muchos escritores especializados en las estupideces obsesas y obsesivas que les lleva a desear morirse.

Hoy existe un nuevo género literario. Se llama el carrerismo. Consiste en correr todo lo posible, escribiendo a la pata la llana, a como nos salga del pijo o a como el diablo mande, para ser "best seller" antes de cumplir los 20 años de edad, no vaya a ser que a los 21 años de edad ya se sea demasiado viejo para ser un best seller como el marketing manda y ordena. Y corriendo a toda pastilla para recibir, antes incluso de los 20 años de edad, algún importante premio literario por aquello de salir lo más guapo posible en la fotografía oficial de los homenajeados; no vaya a ser que el premio llegue ya a la edad de los 80 años y sea imposible salir guapo y sin arrugas en dicha fotografía. Por eso lo que más se cotiza en los mercadillos de los verduleros literarios -como si de corrillos bursátiles se tratara- sean las escrituras crípticas, bien repletas de escenas llenas de basura entre parrafada y parrafada introductoria (¡y salga el Sol por donde la Luna quiera!) para dar mayor sensación de que se escribe "a la moda"; a esta "moda" de locos con gafas oscuras y dentaduras de profidén.

Cuando veo el programa de "Tú si que puedes" yo me pregunto qué es todo ese mundillo esquizoide donde Hristo Mejido lleva la voz cantante (voz desagradable por su espesura y grosor que adormece a las moscas y tábanos por igual) con muecas de "ángel exterminador" para enjuiciar sobre todo lo humano y todo lo divino de cada inocene participante; como si fuera un "dilattante" inventor del nuevo humanismo (inhumano por cierto), algo así como un Dante Alighieri haciendo bajar a los infiernos a sus inocentes enjuiciados e injuiciadas; un truhan del juego que siempre lleva escaleras de color guardadas bajo la manga de su trajecillo de fray papilla metiendo en el turmix de la desintegración a quien, por desgracia, le cae mal y le amenaza llegando a decirle o decirla: "Primero te vamos a salvar pero luego volveremos para hundirte en la miseria".

Me encuentro ante la tesitura de escribir, algún día de estos, mi autoprometida obra teatral "El hombre que nunca fumaba". Tengo ya a un chico y dos chicas para el Acto Primero de la Juventud; tengo ya a un hombre y dos mujeres para el Acto Segundo de la Madurez; y tengo ya a un abuelo y dos abuelas para el Acto Tercero de la Ancianidad. Me falta ahora saber cual va a ser el nuevo insulto que suelte Hristo Mejido contra quienes escribimos con actitud ética y principios morales porque preferimos que nuestros lectores y lectoras razonen mientras se relajan o se distraen o se entretienen con nuestras obras... precisamente para no hacer ni puñetero caso a Hristo Mejido porque yo sigo siendo solamente el mismo "Diesel" de 18 años que decide y elige jugar al fútbol en los equipos más humildes de la ciudad de Madrid mientras escribo algo que, de verdad, merezca la pena para ser leído, oído o visto. Todo menos las basuras de James Joyce porque prefiero un pequeño grupo de lectores y lectoras que razonen dialogando sobre lo que escribo que no un mogollón de masa de gentes aplaudiendo a un mito de la pornografía elevado a la categoría de escritor universal cuando solamente es escritor de letrinas.

Menos mal que me queda el MARCA donde leo que Aduriz marca el rumbo de un Ahletic Club de Blbao que sale vencedor de Los Cármenes de Granada por 1-2. Al menos esto si es épica literaria para saber que los que tenemos el corazón rojo y el alma blanca (rojiblancos de toda la vida) nos vamos hacia la salvación una temporada más. Si me dejan elegir entre el dorado de los dioses de la pluma o la plata de los héroes del plumón, con todos mis respetos a quienes otorgan grandes premios (los Grand Prix de las carreras literarias de fórmula "one") me quedo con el bronce de los guerreros del bolígrafo; porque prefiero ser de los Caballeros de la Mesa Cuadrada tomando un café con leche mientras espero la llegada de la Princesa de mi ya legendaria historia que, cual Don Quijote de la Sin Mancha, se concentra en soñar sus besos.

Raúl del Pozo escribe, en medio del ruido de la calle: "recuerdo sus tartanas abovedadas en los caminos, el olor a garbanzos con mucho azafrán debajo de los puentes, sus burros, "su pena limpia y siempre solos" como dice su poeta". Y me convierto una vez más en poeta de carreta agitanada: hay fotos que recuerdan días / hay días que recuerdan sueños / hay sueños que recuerdan vida / y hay vida que recuerda eternidad. Abro la cajita de mis encantados y mágicos cigarrillos de tipo purito nada más para confirmar que tengo también pendiente de escribir el cuento africano "Catanambú" y observo tres fotografías inolvidables: Esparta, Estrella y Deportivo. Tres maneras de existir dentro de la Felicidad con Fe.

De Cáncer a Capricornio y viceversa: el camino que recorremos, día tras día, desde que nos engendraron en sus vientres nuestras madres; pero no creo ni en el Zodíaco ni, muchos menos, en los Horóscopos del Zodíaco. Creo solamente que Ella y yo estamos a la misma distancia de la línea ecuatorial, que es la línea central del campo de fútbol desde donde siempre trazo sueños de deportista para llegar a ese momento innarrable y sublime de dejar alojado, besando las redes bajo el sol y entrando por la escuadra a la que nunca puede llegar el portero rival para quitarme la victoria, ese gol lleno de Ilusión que tanto le gusta a Ella cuando lo transformo en poema: Y cuando tengo entre mis manos / ese calor de tu cuerpo y tu mirada / no dudo de que soy un ser humano / besando a mi única enamorada. Y cierro mi Diario con una más de mis sonrisas bohemias.
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Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

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