Me paro en medio de la podredumbre. Miro a mi alrededor y mi olfato percibe el olor de la soledad, que está acompañado de semen y gemidos. No veo nada, sólo sombras que se pierden en la inmensidad del suelo. De pronto, una mano acaricia mi pubis, comienza a buscar desesperadamente la bragueta del pantalón. Recuerdo lo que decía en una ocasión una vestida en los mina. Un tipo de aproxiamdamente 35 años de edad, con implantes en los pechos y una verga como de 17 cms. :"hay sí mana, a mí me vale madre como esté el cabrón, si tiene buena verga lo demás no importa"...
 
Creo que ésa era la filosofía de aquél chico. Era alto, entre sobras, podía ver que portaba una camisa a cuadros, gris con negro, apuesto que era muy feo debido a que tocaba a todo aquél que pasaba por su lado. Yo, simplemente me dejé llevar, me quería besar, pero me negué, intentó por todos los medios bajar el sierre del pantalón pero nunca pudo, claro, el sierre no servía. De pronto, perdió el interés, siguió su camino por el cuarto oscuro y tiempo después se le apreciaba empinado mamando dos vergas a la vez, fue impresionante, alguien me había ganado...