Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde; cambie mi esencia por algo tan banal y simple como una vida llena de comodidades y riquezas pero olvidé lo que me importaba.
Verme frente al espejo y no reconocerme fue fatal; preguntándome  ¿Quién es ese que me reprocha con su mirada? ¿Quién ese que se ve tan vacio? ¿Dónde está todo eso que en verdad desee? Un rostro familiar aparece junto a mi reflejo, mi musa, mi inspiración... de quien me olvidé cuando el brillo de lo material me cegó, pero a pesar de tantos años sigue igual de viva; su piel luce tan tersa y fresca, me enrosca en un abrazo nostálgico y cálido, vuelvo a sentir dentro de mi esa agitación que por muchos años enterré en mi corazón; recuerdo que la abandoné cuando sentí que el mundo se me venía encima, cuando la sociedad había pisoteado tanto mis sueños que se volvieron irreconocibles; era joven, ingenuo e idealista, no trato de justificar mi acto de cobardía pero quiero que quede claro que la desesperación me orilló a hacer lo que he hecho.
Acaricio con suavidad sus delgados brazos tan delicados y firmes; me oigo susurrarle con amargura.
-          Lo siento tanto- a pesar de ello el llanto no se desborda en mis ojos, estoy vacio; vacio en vida, lo peor que pudiera sucederle a cualquier soñador, mas ella responde con un beso sobre la mejilla de mi rostro cansado; no me había fijado que tan viejo me veía, mi cara surcada de arrugas, mi cabello cano, una mirada opaca y gélida; cómo la industria del trabajo puede acabar con uno, al grado de matarlo en vida. ¿Dónde quedaron esos años de juventud desenfrenada? Esa falta de miedo y el exceso de confianza, esas ganas de devorar al mundo y permanecer inmortal en las palabras. Un nudo amargo se formó en mi garganta mientras aprieto con fuerza la mandíbula para no maldecir blasfemas en presencia de mi amada.
-          Yo nunca te he dejado-volver a escuchar esa aguda voz que en mis noches de insomnio me acompañaba creando para ella mundos mágicos e inimaginables para los faltos de emoción, recordé nuestras eternas discusiones de tardes sobre puntos importantes que debían tomar las historias inventadas en las cuales muchas veces ella protagonizaba. Volvieron a mi esos fugases recuerdos sus apariciones inoportunas en mi vida, a la hora de clase, un día antes de algún examen, durante mi carrera, a la mitad de una junta del trabajo... Era verdad; nunca me dejó, yo fui quien le dio la espalda, quien no le dedicó el tiempo para cuidarla.
Algunas veces alcanzaba a verla por el rabillo del ojo mientras mi vista cansada se centraba en el monitor monocromático del ordenador, pero cuando reaccionaba ella ya se había ido. Pero aun en mis noches más intranquilas y solitarias ella permanecía velando mis sueños alimentando esa curiosidad de reencontrarla.
Ahora estoy aquí; viajé miles y miles de kilómetros para llegar al lugar en donde habita; ahí es donde encontré este espejo tan peculiar, se halla en una habitación blanca y brillante, no hay nada más solo ese espejo de ovalada forma.