Ella ya no vendr
Publicado en Aug 03, 2009
Con lentitud consciente, cruel casi, escribo este epitafio, en los relojes sonó la última hora y ella no está conmigo. Ella ya no vendrá, todo está quieto. Ni un sonido perturba las estancias salvo el piar melancólico del pájaro parado en mi ventana entonando un caótico presagio. Es todo calma el viento en las persianas, todo ausencia de risas, todo olvido. Quien sabe si serán las ratas las que acaben comiéndose la caja de bombones o será pasto de los años en lo alto del estante. Ella ya no vendrá, para otros labios el champagne que se enfría en el refrigerador (Acaso los vecinos me denuncien a causa de esa música tristísima que se expande incesante a altas horas de la noche por todos los rincones de mi cuarto en penumbra) Contemplo los cristales que se llenan de lluvia Un coro de cortinas, un teléfono muerto, unos guantes callados sin dedos que ceñir, unas bolsas de plástico colgadas en silencio, una silla esbozando contornos sin respuesta. Está muda la radio, apagadas las luces y fumo un cigarrillo, y ese humo que asciende hasta ensuciar los techos vuelve a formar, infame, el rostro de la ausencia. Los pájaros lo saben, ya no cantan; ella ya no vendrá y la puerta entreabierta quedará sin que nadie trasponga sus umbrales. No seguiré escribiendo, sólo quedan recuerdos de primaveras incendiadas, sólo quedan imágenes perversas que me llevan a otras tardes y a tus brazos, sólo un sueño lejano que perfila esos días veloces que se acercan, esos días vacíos e incoloros que desgrana como un ritual el calendario.
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