Casa poseida-Relato corto
Publicado en Nov 19, 2012
Casa poseída
(Este Relato esta protegido por el registro de Safecreative) 20 de diciembre del 2010. S antiago aparto la vista de su revista y se asomo mas allá de la ventana para ver los vidrios empañados y la neblina fría interponerse en su visión de la carretera, era una tarde fría como apenas recordó alguna vez, tan fría que debía estar a pocos grados antes del bajo cero. Dejo la revista a un lado y usando su mano enguantada en negro limpio el cristal de la humedad, de ese modo pudo ver el exterior con mayor claridad. -esto tiene que ser una broma-declaro Jimmy con un movimiento de molestia de su brazo. Santiago solo en el vehículo podía ver a sus cuatro amigos discutiendo fuera, al otro lado de la carretera, parados en la acera frente al hotel. -es todo, lo toman o se van-dijo el hombre que los atendía. -es una pocilga-opino Verónica indignada-es demasiado caro, nadie pagaría tanto para pasar la noche en un cuarto con corrientes frías, mantas más delgadas que un papel y pésima iluminación a casi temperatura congelante. -pues buena suerte en encontrar algo mejor-les deseo el hombre. -y tu ten suerte en buscar clientes estúpidos-dijo Edwin con una mirada tajante. -vámonos chicos, no vale el tiempo-ordeno Judit regresando al auto seguida de sus amigos. Santiago pensó que seguramente terminarían durmiendo en la calle a ese paso, era el cuarto hotel que visitaban y no parecía haber mucha esperanza, Judit resoplo rodeando el transporte abriendo la puerta ruidosamente y metiéndose junto a Santiago seguida de Edwin quien cerró la puerta con un fuerte golpe. En los asientos delanteros Verónica y Jimmy entraron, la chica condujo y su amigo tomo el asiento de copiloto. -que mierda-señalo Santiago y volvió a su lectura. Judit se cruzo de brazos exhalando aire frio. Era una chica de veinte años como los demás, morena ligeramente, ojos verde claro, cabello corto color bronce con un llamativo corte hasta los hombros rebosante de estilo. Edwin se apoyo en la puerta de su lado y cerró los ojos relajadamente con aspecto aletargado. El hombre era de mediana estatura y cuerpo delgado, aerodinámico por su amor al básquet, tez blanca, cabello rizado rubio deslumbrante como el sol corto pero con risos sobre sus ojos marrón suave, labios arqueados sin color por la gélida temperatura. Santiago pensaba que Verónica y Jimmy sin duda eran hermanos, su parentesco era indudable. La mujer tenía en común sus cabellos negros con su hermano, la piel levemente bronceada también, pero sus ojos variaban, ella los tenia oscuros, y el amarillentos como un gato. Jimmy arranco el auto y siguió por la calle sin alcanzar los 40 km por hora, a la espera de ver algún hotel que los salvara. Santiago se vio reflejado en el vidrio y quiso estar en un lugar más cálido y que no le hiciera entumecer los dedos. Sus ojos centelleaban azules como el cielo despejado, en contraste con su neutra piel, facciones delgadas y cejas finas. Un mechón rojizo se le escapo del peinado y el hombre lo aparto en un intento por leer farándula en la revista, le gustaba estar al tanto con las estrellas de cine y las primicias que siempre surcaban los medios. Ello era extraño en chicos, pero eso le hacía considerarse especial y diferente. Lamio su labio inferior seco y frio al ver una imagen de Miley Cyrus vestida para un concierto, se quedo admirando la página largo rato adorando cada centímetro de la estrella musical. -deja la perversión Santiago-pidió Judit-tu mirada es incómoda. -deja la envidia, ya quisieras ser como ella. -ya quisieras tener dinero para pasar una noche con ella. Santiago se rio con malicia y cerro la revista para ver a la chica de frente. -no creo que necesite pagarle, mírame, soy un bombón, seguro que querría-dijo Santiago con una fugaz sonrisa. -narcisista-lo acuso ella con la mirada virada. -ya quisieras conmigo-insinuó y le guiño el ojo. Judit hizo un mohín y se recostó mirando a Edwin. Santiago se sintió satisfecho al ver que no se atrevía a negarlo, ella nunca lo aceptaba pero el sabia que ella se sentía atraída, por veces en que la atrapo mirándolo y comentarios de Edwin y Jimmy sombre ella. Había pasado sus estudios universitarios casi en su totalidad pasando tiempo con Judit, en un internado, se veían constantemente y de vez en cuando estudiaban juntos. De hecho así era con todos los que estaban en el carro, eran sus compañeros estudiantes, que habían salido a pasar la navidad de vacaciones. Por cuestiones familiares de la muerte de su abuelo, sus padres estaban ocupados en otro estado con el funeral, así que Santiago no pensaba pasar la navidad solo en la universidad, Jimmy y Verónica planeaban el viaje, Edwin tuvo que cancelar sus anteriores planes por una tormenta que le impedía llegar a su casa, Judit decidió unirse debido a una pelea con su madre, así que ella les dio la espalda en las festividades y opto por ir con sus amigos. Pero las cosas no pintaban demasiado bien, la temperatura empeoraba y aun no tenían donde quedarse. El pueblo era relativamente pequeño y no tenían ni idea de donde pasar la noche, la otra opción era pasarla en el auto, cosa que no sería agradable. Recorrieron largos tramos hasta que entre los últimos rayos del sol, se detuvieron en una gasolinera para abastecerse y comer algo. Jimmy se ocupaba de darle gasolina al vehículo, mientras que el resto entro al local cercano, tomaron asiento en las mesas metálicas y repletas de vestigios de las últimas personas que comieron: vasos usados y platos sucios. Verónica se irrito y con un movimiento veloz lanzo al suelo todos los platos y vasos repugnantes de la mesa. -siempre tan dramática-señalo Santiago cruzando los brazos en la mesa. Judit sonrío disimuladamente y Edwin también, solo que el casi nunca parecía concentrado en algo, siempre tenía la mirada puesta en otra parte, en el vacío o en el horizonte, daba la impresión de ser una estatua que respiraba, Santiago pensó que quizás eso pusiera nerviosas a las chicas y por ello a pesar de lo sexi que era no tenia novia. -odio estos lugares de mierda-se quejo Verónica tomando asiento-siempre están asquerosos. Edwin entro en si otra vez y con una mano llamo a un mesero. -una hamburguesa con todo menos pepinos-pidió y viro los ojos hacia el resto-¿alguien? -lo mismo y una coca-cola-dijo Santiago posando su rostro en un puño mientras contemplaba a Jimmy aproximarse a ellos desde la puerta. -un yogurt-pidió este al pararse detrás de Judit. Ella quiso un helado de chocolate y Verónica otra hamburguesa. -disculpe-dijo Judit al mesero cuando dejo las ordenes en sus mensas-¿conoce algún lugar en el que podamos quedarnos? No encontramos hotel. El tipo frunció los labios y su voz fue vacilante. -un sujeto tiene una casa para alquilar, pero nadie se queda nunca-dijo-dicen que cosas raras suceden dentro. -creo que es nuestra esperanza-dijo Jimmy. Santiago no era fanático de casas viejas, siempre le habían puesto nervioso y las películas de fantasmas privado del sueño, el apretó los labios pero no dijo nada, solo se dijo que si era una noche viviría. -estamos interesados-señalo Verónica aunque no se veía entusiasta. Santiago se dijo que esto lo lamentaría…. Luego de aquello el grupo partió hacia la casa según las indicaciones del mesero, era de noche y el frio se volvía cada vez más abrazador. -bonita casita, bonita casita-canto Edwin con tono neutro lo que asustaba-y muy viejita…. Muy bonita donde los fantasmas nos atraparan… no lo abras, no lo abras, no lo abras, no abras el armario que un payaso, te sorprenderá…. Santiago se apretaba los oídos con los guantes, con la mente enloquecida, Judit tenía un tip en el ojo derecho de la irritación…. -maldita sea cállate-pidió Judit con un jadeo. Edwin se silencio finalmente, eso le causo a Santiago un extraordinario alivio, finalmente llegaron al destino, una casa de madera vieja, de dos plantas y lo bastante grande para todos, la noche finalmente se consumo y el frio reino. Todos bajaron del auto y miraron un momento la casa. -no esta tan mal-dijo Santiago. -aun falta el interior-señalo Verónica frunciendo el ceño. -crucen los dedos-pidio Jimmy con los labios comprimidos. Unos pasos lo obligaron a mirar a su derecha, encontrando a una mujer joven que los estudio detenidamente por un momento, traía una bolsa de panes y abrigo grueso. -¿qué quieren? Es algo tarde-dijo ella. -pensábamos si nos podían alquilar la casa por unos días-respondió Verónica. Ella repentinamente se alegro, a Santiago la casa si bien lucia normal, no mucha tranquilidad, aunque podría ser aun peor, se imagino en una horrenda casa ruidosa con paredes estrepitosas, ventanas temibles y arboles de formas macabras parecidas a garras u ojos… una vez que tuvo esa idea pudo ver el lado positivo. -perfecto, mi padre se las alquilara-dijo la mujer sonriendo-¿cuánto tiempo? -cinco días-dijo Edwin secamente-nos iremos enseguida. Eso declaro ante todos que a Edwin tampoco le gustaba, aunque fuera el que menos lo aparentara. -bueno, pueden entrar ahora mismo-dijo la chica y saco rápidamente unas llaves de sus bolsillos que entrego a Jimmy. Este asintió y Judit vio suspicaz a la tipa. -¿no será una pocilga verdad?-inquirió. -tranquilos, está en buen estado-aseguro alejándose despidiendo a los jóvenes con una mano. Ellos la vieron alejarse y entrar a una casa poco más adelante. -pues, vamos-alentó Santiago. El sonido de la puerta le hizo erizar el pelo de la nuca, más que el frio, dentro todo era insoportablemente oscuro, olía a viejo y mucho polvo. Entraron sin decir palabra, Edwin estuvo en la retaguardia mientras que Judit los encabezo llegando a una oscura sala con alfombra roja y varios sofás, con una larga escalera antigua, quizás de la era victoriana, pensó Santiago. Pero ese no era el punto, la luz encendió y le arranco un grito a Verónica, todos se volvieron a la entrada para vislumbrar a Jimmy que subió el encendedor y los miraba sonriendo levemente. -avisa, que eso casi me mata-lo regaño Santiago con una mano en su corazón desbocado. -lo siento, era aterrador. -que la luz se prenda de pronto también es aterrador-replico Judit tirándose en un sofá. Se encogió de hombros y los alcanzo. -vamos dividámonos, tenemos que recorrer esta casa-pidió Verónica. Santiago sintió como si lo abofetearan, apretó los dientes, la casa estaba oscura en el resto y recorrerla solo no le parecía bonito. -si les tiran las patas, griten-dijo Jimmy al ir por un pasillo. -mierda-se quejo Judit. Así pues, todos tomaron sus rumbos por la casa, Santiago subió las rechinantes escaleras hacia las sombras llenas de telarañas. Aunque su instinto le gritaba que hiciera lo contrario, no pretendía rebajarse ante el resto y lo tacharan de cobarde. Recorrió el pasillo del segundo piso viendo el suelo mugriento y que sin duda, podría ser el habitad idóneo para murciélagos, no le hubiera sorprendido que alguno surgiera de las sombras para darle un soberano susto. -¡Santiago! ¿No has visto ningún murciélago verdad?-inquirió Jimmy desde algún lugar. -no…. -¡ah!-exclamo Verónica sonoramente, se oyeron pasos apurados y una caída, seguida por chillidos de… ¿mapaches?-maldita alimaña. -¿estás bien?-pregunto Santiago sin dejar de ver a la oscuridad dando pasos cautelosos. -sí, solo que esta casa no me agrada, es tan aterradora que Dracula podría salir en cualquier momento y dejarnos secos. -eso quisieras-dijo Judit subiendo escaleras también. Santiago no le temía a las historias de vampiros y nada de eso, pero si a la de gente que era empujada de las escaleras por alguien invisible, dejándolo atónito, asustado y sin poder darle una explicación a aquello. El hombre reviso cuartos tras cuartos, todos oscuros con camas viejas metálicas, baúles victorianos y alguno que otro armario. El se vio ante las escaleras al ático y fue cuando su valor cayó hasta sus pies, no era un idiota para atreverse solo. Volvió por el pasillo sintiendo el frio agotador y su aliento helado. Pasando por donde vino, miro muchos cuadros viejos, uno de una mujer, pero no tenía cara, era solo un agujero quemado, lo que le puso los pelos de punta. Oyó algo, un sonido de bisagras viejas moviéndose. Su caminata paró en seco y se dio un segundo para oír, el cuarto más adelante tenia la puerta abierta, Santiago se pensó si seguir caminando o correr desbocado hacia la salida. -ah…. ¿Hola?-dijo dando un paso, su sudor lo estaba despojando de calor- ¿Hay alguien? Si es así, sal, esto no es divertido. Tomo todo el valor que pudo y se asomo, no vio nada en la habitación fuera de lo normal, hasta que una cara apareció ante el sacándole un humillante grito mientras dio un salto hacia atrás. Santiago se sintió estúpido al darse cuanta que solo era Edwin con su mirada seria, no sabía si esto era un chiste u otra cosa, por lo que sabía de la expresividad del rubio, podría estarse burlando de él en ese momento, sin mostrar nada en su cara. -¿de dónde saliste?-pregunto recuperando la calma. -de un armario tarado-se burlo, eso lo confirmo, si estaba divirtiéndose por el susto de Santiago-eres una gallina. -ve a mamar-se defendió Santiago cruzando los brazos y mirando en otra dirección-eso fue demasiado. -hey hombre-llamo Judit divertida desde el final del pasillo, donde la luz del primer piso alumbraba-me asombran tus poderes de matrix. Santiago frunció el ceño, Judit imito su sorpresivo salto y dio una demostración de su cara de miedo, pero rompió a reír al acabar. -perra-dijo el pelirrojo. A ella poco le importo y fue en la dirección opuesta aun carcajeando. Santiago la llamo maldita puta mil veces en su mente antes de bajar al primer piso acompañado de Edwin, tan silencioso que era difícil reparar en el, podría haber sido confundido con una sombra. -bien, la casa es aterradora pero viviremos-dijo Jimmy volviendo de la cocina. Todos estaban reunidos en la sala, sentados, a excepción de Verónica que no parecía dispuesta sentarse en los sofás debido a lo mugrientos que lucían. -no se ustedes-repuso Santiago-pero yo no voy a subir al ático solo. Todos lo miraron perplejos. -¿tienes miedo?-inquirió Verónica. -le tengo miedo a los callejones, a los payasos, al futbol americano y a ti cuando te recuerdan el gran trasero que tienes, así que no es raro que le tema a un maldito ático lleno de ratas, polvo y posiblemente cosas que no quiero saber-se defendió bajando el último escalón, Edwin lo miraba desde atrás como si le diera la razón. Jimmy se encogió de hombros. -es razonable-estuvo de acuerdo. Verónica puso ojos en blanco fastidiada. Todos se dispersaron para acomodar el equipaje en sus lugares respectivos según la habitación elegida, Santiago escogió la más lejana al ático, Judit paso junto a su puerta intrigada de porque estaba guardando una daga bajo su almohada. -¿ahora eres un maniático paranoico?-dijo ella entrando. -solo es precaución mujer-contesto el chico sacudiendo bien las sabanas, les costó trabajo pero la calefacción pudo volver de los muertos para evitar que se congelaran. -como quieras, goza la noche-le dijo ella y se fue. Santiago trato de dormir calmadamente, pero aun con la calefacción no podía dejar de sentir frio, tan profundo que se coló hasta sus huesos. Se retorcía en las sabanas luchando contra el impulso de correr hacia la habitación de alguno de los demás y abrazarlo para tomar algo de calor para sí. Se planteo correr hacia la habitación de Judit y pegarse a ella, aunque fuera una perra que le encantaba dar oraciones punzantes como mordiscos muchas veces, en el fondo ella sentía atracción por él, y Santiago lo sabía, sabía que si iba, era muy probable que no dijera que no. Abrió los ojos a la oscuridad y lo pensó mirando la puerta, pero se negó a ceder fácilmente y volvió a cubrirse la cara con la sabana, pero no estaba seguro de cuánto podría soportar así. Escuchando murmullos de las sombras, el sonido del viento… y de voces lejanas, aunque tardo un largo tiempo pudo quedar dormido. Al día siguiente Jimmy y Edwin salieron a comprar comida, Judit, Verónica y Santiago se encargaron de limpiar el polvo, el pelirrojo limpio bajo el cielo nublado las hojas que quedaban debido al frio, sobre el jardín amplio, vio a la mujer que les dio las llaves caminar y cotillear con un anciano mirando a Santiago, el curioso los veía de reojo, con disimulo mientras rastrillaba. Esa tipa le daba mala espina, no quería ni mirarla, no sabía si era paranoia o intuición. Lo real era que no podía estar bajo el peso de su mirada mucho tiempo, se apresuro en acabar y volvió dentro de un portazo. -¡¿qué carajo te pasa?!-pregunto Judit irritada limpiando los muebles. -aborrezco a esa mujer-fue lo que dijo el hombre sin parar la marcha directo a su habitación-termine-agrego tirándole el restrillo a Verónica que yacía en el último escalón. Esta no protesto y lo vio seguir de largo. Judit viro los ojos de vuelta a su tarea tratando de hacer caso omiso a lo ocurrido. Santiago no sabía porque, pero no podía respirar tranquilo en la casa, pero se propuso enfrentar el absurdo miedo, y fue vacilante hacia el ático con pasos de hurtadilla, subió las escaleras y abrió la trampilla viendo cientos de cosas apiladas en mugre, debían llevar ahí décadas sin ser movidas, Santiago se trago el miedo y recorrió el sitio, hurgo en la montaña de objetos, encontrando vestidos de eras pasadas, baúles, zapatos, papeles antiguos e incluso una brújula del siglo XVII guardada en una caja protegida, tan bien que estaba perfecta, se veía todo, las letras y las flechas se movían sin problema. Santiago sonrío ante el hallazgo, supo que se vendería por mucho, o si no sería un hermoso adorno y recuerdo. Repentinamente sintió un goteo, el chico alzo la mirada y vio que algo negro goteaba del techo, eso le dio un ataque de terror, pero en lugar de correr, se acerco hacia el líquido que cayó al suelo, curioso, como un niño, paso su dedo en el mejunje negro, lo olio y su boca se torno seca, el corazón del hombre martillo mientras se limpiaba desesperadamente con el suelo y volvía a estar de pie dando pasos hacia atrás. Tenía el olor inconfundible de la sangre. ¡¿Sangre negra?! Santiago se contuvo de gritar y corrió hacia abajo otra vez apretando contra su pecho la brújula. En el camino choco con Judit quien realmente parecía asombrada por el semblante aterrado de Santiago. -¿ahora qué? -del techo… sangre negra-tartamudeo-no es broma, del techo callo sangre negra. La mujer adopto un gesto que indicaba su escepticismo. -¿no tragaste mucho polvo? -¡no estoy jugando!-exclamo-es verdad, no podemos quedarnos, ¡no subas al ático! Repentinamente parecía más atemorizado, apretaba la brújula atrayendo la mirada de Judit. -¿qué es eso? -una brújula pero no es el punto, tenemos que largarnos. -¿y donde sugieres que vayamos? -¡al culo de tu madre pero lejos de aquí! Verónica llego detrás de Judit alarmada. -¿es que enloqueciste?-pregunto. -cállate, no, es cierto, espera y lo veras. Se mordió el labio y salió disparado a su habitación. Santiago se sentía frustrado, no podía irse, ni un hotel de mierda lo aceptaría, su capital era grupal y el no podía disponer de él para irse solo, estuvo arrodillado en su cama mirando la brújula y jugando con sus manecillas moviéndolas de un lado al otro mientras el tiempo pasaba sin que el chico reparara en ello, Jimmy paso la puerta y junto a Edwin parecían preocupados. -¿estás bien? Las chicas nos dijeron…-iba a decir Jimmy. -¿te parezco bien?-exigió Santiago sin mirarlos. -sinceramente no-dijo Edwin dando un paso al frente-pero supera tu miedo a las casas, eso te está haciendo ver cosas. -vete a la mierda, estoy encabronado así que déjenme si vienen a acusarme de loco-pidió tirándoles una almohada, Jimmy la esquivo. -pe… -¡¡largo!!-grito y se levanto amenazante. Entonces abandonaron el cuarto en un instante, Santiago desinflo su ira y recostó la cabeza en la almohada, le dolía y oía risas infernales a su oído, como a través de una concha marina. Ese día comió en la cama sin salir salvo para bañarse. Al anochecer era peor, sentía como si unos ojos en la oscuridad lo miraran burlones, gozando su tormento…. Apenas durmió, bolsas aparecieron rápidamente bajo sus ojos, el no sabía si era más insoportable el viento o la sensación de ser vigilado. En la mañana todo era más normal, los chicos se divertían bromeando abajo, riendo y bebiendo, pero Santiago no podía ni bajar la guardia, hasta su sombra era motivo de sospecha, bajo en busca de un pastelillo y Judit lo miro preocupada cuando entro a la cocina. -Santiago deberías tomar un calmante, te vez…-dijo ella. -¿espantoso? ¿Demente? ¿Sonámbulo? Es verdad-admitió triste-parezco un espanto que saldría una noche…. O un enfermo de insomnio fatal. Se trago en pastelillo de dos mordiscos. -pues si… -voy a la cama otra vez-dijo él y se fue de vuelta dejando a la chica con la palabra en la boca. Esa noche, aunque los demás trataban de calmarlo, era imposible, no lo lograba, pensó que debía tener el cuerpo deshidratado por eso no dormía, así que bajo las escaleras en las sombras, pero cuando llego a la mitad, oyó algo raro, a alguien caminar. Paró en seco. -¿Judit?-inquirió. Se dio la vuelta y sintió algo arrojarlo al aire. El grito de Santiago despertó a todos en la casa y corrieron desde sus habitaciones a todo vigor hasta el principio de los escalones, solo para notar que Santiago estaba en el suelo, intentando levantarse mientras su cuerpo se negaba. -¡maldición!-grito el chico al ponerse de rodillas. -¡Santiago!-corearon, Judit y Edwin lo ayudaron a parar, no tenía nada roto, por fortuna cayo de pocos escalones, pero su frente sangraba. -¿qué diablos?-dijo Jimmy y Verónica solo tenía las manos en su boca aterrada. -¡déjenme!-grito Santiago apartando a sus amigos manoteando, se paro solo y trato de correr lejos de la sala, Edwin lo atrapo en medio camino sujetándolo del pecho, cayeron juntos mientras el pelirrojo luchaba por libertad. -¿a dónde vas?-pidió Jimmy llegando al primer piso con su hermana. -¡a donde sea menos aquí!-grito. Judit horrorizada con ayuda de Edwin regresó a Santiago arrastrando a su habitación donde lo dejaron y cerraron la puerta bajo llave. Con miedo a lo que pudiera hacer. Todo estaba fuera de control, eso lo sabia el chico, golpeo la puerta y grito monstruosidades, dijo que Judit era una perra, maldijo a Edwin, insulto a Jimmy y a Verónica diciéndoles que cuando saliera le daría por culo a la chica y le cortaría la verga a Jimmy con un cuchillo de carnicero para echarle sal, si no lo dejaban ir. Se rindió tras mucho tiempo y se tiro a la cama atormentado. El día próximo se calmo y todos estaban preocupados, se forzó por salir, en un intento por ignorar todo lo ocurrido, lo que era imposible, prepararon la comida y todos disfrutaron la estancia, solo Santiago permanecía en silencio… nadie esperaba lo que pronto pasaría. Jimmy fue sorprendido por sombras extrañas en pleno día mientras se bañaba, grito y salió desnudo dejando a todos boquiabiertos, ahora no era solo Santiago Jimmy dijo que no debía quedarse más del 25 de diciembre. Durante la noche Santiago siguió sintiéndose atrapado y frio, su cuerpo estaba asediado por la brisa helada, no lo podía soportar. Se rindió y opto por tomar un rumbo distinto, salió de su cuarto, a hurtadillas y se coló a la habitación de Judit que dormía plácidamente viendo hacia la pared. Santiago la contemplo parado junto a la cama, sintiendo repentinamente ganas de realmente estar ahí, no solo eso, quería tocarla, quería que le diera calor a su fría piel pálida. Tomo aire y se metió en la sabana, la rodeo en uno de sus brazos y su rostro entro en contacto con la piel y el cabello de la mujer, sintió un alivio celestial, el calor lo invadió y cerró los ojos. Tiempo más tarde, percibió que ella se movía mucho, sin aviso le dio un codazo y se aparto precipitada dando la espalda contra la pared, Santiago confundido la encaro dolorido, distinguió su acelerada respiración y su miedo. Era comprensible. -que haces aquí…-pregunto ella con un hilo de voz. -tengo frio-fue lo que dijo Santiago tragando saliva y dándose cuenta que volvía a sentirse realmente helado y frustrado. Ella no dijo nada, el pelirrojo gateo hacia Judit, como una flor en busca de luz. Trato de huir pero él la atrapo antes y la sometió contra la cama desesperadamente. Iba a gritar, pero Santiago fue más rápido y le cubrió la boca primero, la obligo a mirarlo para silenciarla con un beso. Trato de resistir pero termino dejándose. Su cuerpo se relajo. El hombre vio la oportunidad y comenzó a tocarla, su calor alivio sus manos heladas. Judit se estremeció cuando Santiago se aparto y le recorrió el cuello con la nariz y entrelazaba las piernas de ella con las suyas como enredaderas. Luego simplemente lo dejo hacer sin quejarse, no volvió a sentir las miradas esa noche, ya que su atención estaba en Judit. Quien termino por tocarlo también…. El amanecer fue mucho más relajante, se levanto y se vistió dejando a Judit en la cama entrelazada con las sabanas, durmiendo pesada. Santiago la miro sonriendo antes de volver a su habitación antes de que alguien lo viera. El día fue relativamente normal, vieron películas, Santiago nunca dijo nada referente a lo que ocurrió el día anterior, aunque podía recordarlo muy bien. Judit guardo silencio, pero seguía mirándolo por el rabillo del ojo. Verónica fue la siguiente víctima, que corrió a lo loco luego de ver una imagen borrosa en el espejo. Acabando con las especulaciones de locura en torno a Santiago. Quien ansiaba el momento de largarse. En la noche, miraban la tele y Jimmy estaba fastidiado cambiando canales. -¿es que no hay más películas que no sea la misma mierda de Santa Claus? ¿O la misma idiotez de Jesús y el estúpido pesebre?-dijo irritado. -me temo que no, sabes cómo son las festividades religiosas-le recordó Judit al pie de su cama. -por eso soy ateo-se quejo con ojos en blanco. -¿y los fantasmas?-pregunto Santiago. -eso es otra cuestión. El 24 fue un buen día, comieron juntos en la mesa y se compraron regalos que se dieron mutuamente, fue un sorteo, se pasaron suéteres, relojes, condones… y de más. Aun Santiago no tocaba tema sobre el sexo… no quería despertar la ira de Judit si lo hacía. La madrugada del 25 las cosas eran como se esperaban, Santiago aun tenia terror y estaba frio, así que volvió a buscar a Judit, esta vez cuando trato de subir a su cama ella se volteo repentinamente, Santiago dio un salto, la mujer lo miraba seria. -que… -sabes a lo que vengo-interrumpió. -no va a pasar otra vez-repuso ella. -vine para dormir, si duermo en mi cuarto solo estaré aterrorizado toda la noche-confeso, la chica alzo una ceja-déjame dormir aquí, -¿por qué hiciste eso? -¿qué? -besarme y…. ya sabes…-no lo miro mientras hablaba. -porque tenía frio y…. bueno, no pude evitarlo-admitió, agradeció que su rubor no se viera. -¿es que juegas conmigo?-pregunto ella indignada. -no, admito que me gustas… solo déjame quedarme-rogo arrodillándose en la cama pidiendo con las manos juntas. Lo considero, pero algo los distrajo, el desgarrado grito de Verónica venir del pasillo. Se volvieron a la puerta entonces. -eso esperara-dijo Judit levantándose. Santiago sentía que su cuerpo deseaba escapar, pero no podía, corrieron al pasillo y vieron una sombra negra, tan alta que rosaba el techo, como un sujeto vestido de túnica, Santiago supo quien era... el que lo vigilaba… Judit gimió de temor, Santiago le tomo la mano y salieron en carrera. -¡corran, salgan!-llamo mientras daba saltos en las escaleras, podía saber que la cosa seguía detrás aunque no la viera. Oyeron a sus amigos correr por todas partes, Judit tenía una llave de repuesto detrás de la entrada así que aunque apresurados pudieron abrirla, Santiago miraba a la cosa bajar las escaleras con ademan aterrador. La puerta cedió y ambos corrieron hacia la fría noche directo a las luces, sin molestarse por el hecho que usaban ropa de dormir. No hablaron, pero podían oír a sus amigos correr, gritar y escapar, uno de ellos alto de una ventana y corrió a alguna parte. Judit y Santiago llegaron a la acera temblando y vieron a lo lejos un camión de carga. Le hicieron señas y este se detuvo. -¡sáquennos de aquí! ¡Esa casa es una mierda!-dijo Judit temblando. -¡lo sabia! Me debes dinero, sabía que no pasarían del 25-le reclamo el conductor al copiloto que resoplo. -¡abordo!-pidió este. Se subieron detrás y sus amigos llegaron pocos momentos después, igual de impactados subieron y arrancaron a algún lado. -a cualquier hotel estúpido-pidió Santiago haciendo calor frotando sus manos. -¿tienes frio guapo?-pregunto alguien a su lado. -claro…-se volvió y vio la cara de la mujer que les entrego las llaves, Santiago profirió un grito. -mierda-corearon Jimmy y Verónica, Edwin estaba pálido. Judit se desmayo sobre Santiago sorprendiéndolo aun más. La mujer sonrío, se levanto y salto del camión desapareciendo. Fin
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