La vida pasa muy deprisa.
Publicado en Nov 19, 2012
La vida pasa muy deprisa. Tan deprisa como un simple segundo. Como un suspiro, como una sonrisa en un momento concreto…
La vida es energía, es pasión, dolor y tal vez alegría. Lo que siempre hay que tener en cuenta es que la vida es vida. Suena un tanto retórico, pero es así. Tantos problemas que nos pueden ocasionar el sonreír, el disfrutar, el vivir al máximo. Tantos minúsculos problemas que sin darnos cuenta llenan ese pequeño segundo que dura nuestra vida. Damos importancia a lo que no lo tiene, creemos saber el significado de las cosas, y lo complicamos tanto que al final no sabemos cuál fue el propio significado de nuestros propios actos… Y de nuevo llega la vida. Y con la vida la muerte, y de nuevo con la muerte la vida. Y es que la vida se compone de esto. ¿Quién fue el primero que planteó esto? ¿De quién vino la curiosidad de saber si hay algo más? Y yo pregunto… ¿Por qué nos volvemos locos durante toda una vida, en pensar que habrá después? ¿Qué existirá en un futuro? ¿Qué cosas asombrosas nos deparará lo que haya después? ¿Por qué nos da tanto miedo que no haya nada? Creo tener la solución. Existen personas, que se centran en pensar, en imaginar, en contar que saben que puede existir detrás de la vida. A veces por que dejaron alguien detrás y desean saciar su satisfacción y pensar que aquella está dónde la corresponde, que está bien, que si se fue es porque está en un sitio mejor. O tal vez, porque en un futuro quiere unirse a esa persona. Tal vez nos planteamos demasiadas existencias en un mundo paralelo. ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Por qué nos reconcomen esas preguntas? ¿Porqué nadie aún ha preguntado dónde estamos? ¿Qué estamos haciendo? ¿Por qué nos preocupan tanto esas respuestas? Tal vez sea porque tenemos miedo de la vida. Sí, de equivocarnos. De no vivirla como deberíamos. De no tratarla como es. Una oportunidad inexplicable que algo o alguien nos dio. Qué más da de dónde venimos y quién nos creó. Qué más da si existe o no existe algo más allá. Si existe ya lo descubriremos. Todo a su tiempo. Dicen que los adolescentes quieren vivir todo de golpe. Comerse el mundo. Saberlo todo en una simple noche. No sólo son los adolescentes, todos queremos descubrir, investigar saber más en un periodo de tiempo corto. Todos. No sólo ellos. La diferencia es que estos respiran vida. Tienen ganas de comerse el mundo. De vivir sin pensar las cosas. Y por ello les llaman cabezas locas… Sí claro que hay que tener cabeza. Sobre todo para no dañar a alguien. Pero no tiene nada de malo el respirar vida. El darse cuenta uno que está vivo. De sentirse. De sentir vivas a otras personas. A veces tenemos miedo de eso. De sentir. Por eso tachamos de intolerable todo lo que hacen estos jóvenes inconscientes que viven el día a día. Y que más tarde, ellos mismos dirán a sus hijos… Pero la verdad es que según vamos creciendo, vamos teniendo más miedo de vivir la propia vida. De respirar el aire que algo nos dio. Sentir no es malo. Es algo precioso. Sea como sea ese sentimiento. Lo peor de todo es cuando van pasando los años, los sentimientos se agotan, se nota la presencia del tiempo y se respira el miedo por el atardecer. Por ese que un día no veremos. No viviremos. Y de nuevo empezaría el ¿dónde vamos? Una vida no basta, queremos más y más. Amigos. Vivamos esta vida. Vivamos como si no hubiera mañana. Al máximo. Exprimiendo hasta el último jugo. Pues sí, la vida pasa muy deprisa. Pero es mejor que sea así. Es mejor haber vivido la vida hasta que se agotase, que agotarla sin haber empezado a vivirla nunca.
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