A travéz de la ventana las gotas se estrellaban contra el cemento de la calle. Habían sido pocas al principio pero luego se descolgaron millones y millones más en una sucesión constante. El manto transparente difuminaba las formas a medida que empezaba a caer la tarde y la oscuridad nacía más temprano.
Un día sin sol. Una noche más larga.
Las luces de la calle comenzaron a encenderse y parecían un abrigo para la soledad que amenazaba asomarse.

Sabía como lidiar con eso. Otras veces había sucedido. No sería primera vez. Ni la última.
Un solitario.
Pensaba en alguien que no estaba allí.No era alguien del pasado, no había recuerdos que alegraran o entristecieran.

Se imaginó las luces como puentes. La luz atravezando la lluvia, de un farol a otro. De un barrio a otro. De una ciudad a otra. Superando distancias.Hasta aquella calle. Hasta aquella casa. Hasta aquella mirada.
Mirada de palabras sin decir. Mirada grabada en las pupilas, en el alma, en el corazón.

Imaginó las luces como puentes, y vió aquellos ojos claros, transparentes, sinceros.
Y la soledad ya no fue tal.
Volvería a ver esos ojos. Pronto. O tal vez no.
Pero volvería a verlos.
Encontraría nuevos puentes. Los buscaría. Los crearía.
Hasta tanto, en esa noche que empezaba, las luces serían como puentes. 
Puentes en la lluvia.
Puentes a sus ojos.....