Cuando pienso en el ayer, recuerdo tu mirada.
¡Que mirada! Y tus palabras, mencionar día a día.
¡Que palabras! Sin hipocresía, a veces solo pensadas.
Cuando pienso en el ayer, recuerdo aquel día.

Caminabas feliz, yo aún más.
Tenías esa chispa, candente en el mirar.
¡Que bella sonrisa tenías al pasar!
¿Cómo iba a saber que no la vería jamás?

Llegó ella, como brisa de otoño,
¡Tú, no llevabas abrigo!
No pude evitar ser testigo de aquel amor,
¡Amor, amor ponzoñoso!

Resultó ser una daga en tu corazón,
un corazón que disfrutaba ese dolor;
¿Cómo? No lo sé, ¿Por qué? Trato de entenderlo;
Pero ella entró, y tú perdiste la razón.

¿Es que acaso creíste que sería tan fácil?
¿Creíste en serio que te haría feliz?
Una daga en el corazón, placer masoquista.
¿Acaso volvería a verte sonreír?

Te decía ¡Te amo! ¡Mi vida! ¿Aún no lo notas?
Y te veía sonreír, con la mirada vacía.
Lo hacías por ella, creías en ella.
Ella no sentía lo que yo hacía.

¡Cuánto dolor puede caber en el ser humano!
¡Cuánto amor puede acabarte!
¡Cuánto significaba destruirme amarte!
¿Cuánto más demorarías en notarme?

Lloré, ese día lloré amargamente.
Lloré y en una lágrima se fue mi amor;
No, no nació rencor.
Pero en mí, desapareció el dolor.

Hoy puedo verte sonreír, como antes hacías.
Hoy noto que ella no fue una daga.
Esas eran tonterías mías.